27.2.08

Reseñas: Conejo de Viaje

Conejo de Viaje, de Liniers (Random House-Mondadori, febrero de 2008). 178 páginas. Color y B/N. PVP: 17,90 euros.

Mondadori continúa brindándonos un libro de Liniers al año. Y a falta de “Macanudo” (en Argentina van por el quinto volumen, si no me equivoco) bueno es este “Conejo de Viaje”. Quizá por la aplicación de las acuarelas y el tono contemplativo de las vivencias que se narran, el resultado recuerda a “La maldición del paraguas” de Trondheim. Por otro lado, el estilo abocetado y de urgencia –como una necesidad del autor para mantener el brazo caliente— se asemeja más a Jeffrey Brown y Juanjo Sáez, que sale citado en las páginas… ¿Se imaginan que el creador de Fellini acabe pintando como el barcelonés, y que aquél termine dibujando pingüinos y faros? Bryan Talbot, Fontanarrosa y la fiel Angie también desfilan por el tomo. Mención aparte para las estampas y paisajes más detallados que llamaron la atención de Liniers, todos hermosísimos e inspiradores, al igual que esos retratos de “Así es…” tan cómicos.

“Conejo de Viaje” no tiene planteamiento, nudo y desenlace, y por tanto es difícil que el aficionado lo devore de una sentada. Apenas son anotaciones ilustradas durante su periplo por España, Portugal, Francia, Alemania, Noruega, Canadá, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú y la Antártida (su exotismo y atmósfera aventurera lo convierten en el capítulo más sobresaliente). Ferias, salones, entrevistas para la radio, sándwiches de milanesa y estancias en casas de amigos –la familia siempre como lector fiel—, trayectos por carretera, mar y aire (¿demasiadas viñetas de cochecitos?), lecturas –Bone, Watchmen y Rayuela, entre otras—, conciertos y unas pocas ocurrencias y anécdotas destacables (muy gracioso el bingo en el autobús). ¡Qué buena vida se pega Liniers! ¿No da envidia verlo moverse por el mundo, con sus garabatos como pasaporte y sin ninguna atadura? En ocasiones, la ingenuidad de la narración rememora los cómics de Kochalka –ese amor por los animales—, del que se diferencia al usar ese acento argentino tan peculiar. Por último, el elemento fantástico (las levitaciones), está muy bien dosificado y supone todo un acierto en medio del discurso.

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26.2.08

"El hundimiento"

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25.2.08

Reseñas: Hulka #6

Hulka #6: “Un planeta sin Hulk”, de Dan Slott y Rick Burchett (Panini Comics, febrero de 2008). 96 páginas. Color. PVP: 7,75 euros.

Por una vez Panini ha elegido la mejor portada rococó de Greg Horne de las que contiene este tomo. En el interior, Rick Burchett le da una lección devolviendo el atractivo a Jennifer Walters con sus fisonomías deformadas y esos rostros de finos rasgos, un estilo muy elegante en general. Por su parte, Dan Slott se ve obligado a contextualizar su serie dentro de la Civil War, así que Hulka deberá enfundarse el uniforme de S.H.I.E.L.D. A continuación vienen unos episodios que relatan sus luchas contra La Abominación y El Wendigo, en las que lo fundamental, como en las aventuras de Son Goku, es el enfrentamiento per se. Pero el guionista logra captar nuestra atención con elementos como los Hulkbusters (con banda sonora incluida y Quartermain a la cabeza) y una segunda línea argumental mucho más interesante que la superheroica. Me refiero, por ejemplo, a la mofa que hacen los expertos en cómics del bufete sobre una doble splash-page del Hombre Hormiga de Kirkman. O a los cameos de Lobezno (“culito prieto”) y el Líder, la representación de “El sueño de una noche de verano”, las piernas del señor Zix, el bar de los villanos –que recuerda a los años de JLA/JLE—, y la cabeza del replicante de Nick Furia. Menos relevante resultan a su lado el encontronazo con Iron Man, el proyecto Aquiles, la captura de Zzzax o la expulsión de su primo Hulk. ¡No os perdáis la despedida de la etapa de Slott, que saldrá en el mes de mayo!

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22.2.08

Reseñas: La nueva isla del tesoro

La nueva isla del tesoro, de Osamu Tezuka (Glénat, febrero de 2008). 232 páginas. B/N. PVP: 8,95 euros.

Existe una primera versión de “La nueva isla del tesoro” (“Shin Takarajima”, en el original) que Tezuka firmó a medias con el veterano Shinichi Sakai en 1947, pero el manga que ha lanzado Glénat se trata del remake que hizo el propio creador de Astroboy a mediados de los ochenta. Es decir, el mismo que apareció en la enciclopedia Kodansha de 300 entregas. De eso y otros muchos detalles nos enteramos tras leer el artículo de Alfons Moliné y el fantástico epílogo –que justifica de por sí la compra de este tomo— titulado “El diario de mi debut”, unas 40 páginas donde el autor de la Princesa Caballero, con su particular sentido humor, se muestra como un hombre dedicado a su oficio, un artista completo (le interesan el teatro y el cine) y comprometido con su tiempo –hablará de política y ecología a menudo—. ¡Y atención al lapsus germánico!

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Cubierta de la primera edición de Shin Takarajima de 1947.

Como el recomendabilísimo “Crimen y castigo”, este libro también es una adaptación libre de un clásico. El reparto lo constituyen el aventurero Pete y su perro (el hada Pan encarnada, artífice de toda la ensoñación posterior), el capitán Mostacho, el ambicioso pirata Boar y el tarzán Barón –este personaje sea quizá el más llamativo, al unir Stevenson con Burroughs—. El resto de ingredientes son de sobra conocidos: una isla remota, el plano de un tesoro, una tribu de caníbales, una jungla plagada de fieras, el oleaje, los tiburones, el zafarrancho y el naufragio.

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Primeras páginas del volumen, toda una lección de arte secuencial.

La naturaleza maniqueísta de los personajes viene condicionada por el público infantil al que va dirigida la obra (aunque no me imagino yo a los niños de hoy en día leyendo a Tezuka). Durante la acción, el dibujante introduce ciertos gags cómicos –algunos previsibles y otros muy heterodoxos—. El argumento, aunque correcto, suena ahora a mil veces contado, pero es que se publica con 60 años de retraso… En su momento significó un boom, una revolución gráfica (el autor de Black Jack era un estudioso de los viejos cartoons y llevó a la práctica un lenguaje muy cinematográfico, como puede observarse de manera ejemplar en la primera secuencia de la historia, con elipsis y zoom innovadores), los certeros pasos de un pionero que llegaría más lejos que ningún otro mangaka de su generación.

21.2.08

El guiño generacional de Fermín Solís

En su singladura por los géneros, Fermín Solís prueba suerte con la revista de autor (en las solapas se compara “Las pelusas de mi ombligo” con Eight Ball u Optic Nerve). La autobiografía siempre se le ha dado bien –sólo hace falta releer la saga de Martín Mostaza para corroborarlo—, pues el autor de Cáceres sabe seleccionar el material, separando lo anecdótico de lo que verdaderamente queda impregnado en la memoria. No obstante, esta publicación es también un pastiche de historietas de toda índole editadas en fanzines, y alberga personajes cómicos como Neil Chungo, Jose Mari, Ojos de Bolsillo, el Señor de las Moscas o Pater Nostrum, que exigen mayor continuidad. Solís nos abre su corazón y confiesa sus helados y golosinas favoritos. Porque la realidad que describe el creador de Cornelius Moon no suele ser cruda, sino amable: el grado de sinceridad / intimidad de sus páginas no va más allá de la comunidad de vecinos o las conversaciones de pareja. Sin embargo, puebla sus viñetas de rostros expresivísimos y golpes humorísticos muy logrados.

El segundo volumen de “Las pelusas de mi ombligo” es más heterogéneo e interesante. La búsqueda surrealista del dueño de un ojo de cristal en “El ojo” sobresale por encima de la media, al mezclar al Clowes de “Como un guante de seda forjado en hierro” y el Vázquez de Anacleto. La imaginativa y circense “Phantastique” tampoco se queda lejos. No es la primera ocasión en que Solís emplea la plumilla para dar un tono desenfadado a sus dibujos o conseguir la inmediatez del boceto. Luego nos habla de lo importante que resulta para los superhéroes cuidar la apariencia, o se marca un escote en plan “Busco a Jacques” que se alza como guiño generacional. El Tim Burton del “La melancólica muerte del Chico Ostra”, escenas costumbristas, conmovedoras reflexiones sobre la efímera relevancia de ciertos recuerdos, los nabucodonosorcitos, experimentos con el género detectivesco (que después desembocarían en “Lunas de Papel”)… Fermín Solís es uno de los autores españoles jóvenes más dignos y coherentes de los últimos años. Y mientras se saca de la manga el tercer número de su diario ilustrado, sólo cabe aguardar con impaciencia sus próximos títulos: “Buñuel en el laberinto de las tortugas” y “Astro-Ratón y Bombillita”.

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20.2.08

Reseñas: El Hombre Hormiga #1

El Incorregible Hombre Hormiga #1: Escoria, de Kirkman, Hester Parks y Crabtree (Panini Comics, enero de 2008). 152 páginas. Color. PVP: 9,50 euros.

Lo que podría haber sido relatado como “otro ataque de Hydra al helitransporte de S.H.I.E.L.D., Kirkman prefiere enfocarlo a través del robo del traje del Hombre Hormiga –la usurpación del poder, un concepto interesante aún sin explotar—. El protagonista, Eric O’Grady, es un personaje antipático, miserable y rastrero (resulta llamativo que nadie lo haya comparado todavía con Guy Gardner), capaz de hacer daño a los seres queridos por anteponer sus intereses. Pero estos rasgos, quizá demasiado caricaturescos, también proporcionan momentos muy divertidos. No en vano, el citado agente usa la armadura para satisfacer sus deseos mundanos, un detalle que contradice el decálogo de cualquier superhéroe.

Al lector le llamará la atención la cantidad de diálogo que contiene este tomo. Pero es más sobresaliente todavía el juego temporal que ofrece Kirkman, trasladándonos del presente al pasado y viceversa con un gran dominio de la narrativa –desde los tebeos de Moore no había visto nada parecido—. Mediante esta técnica, e introduciendo acción a raudales, el autor de Invencible logra mantener la expectación de los aficionados en constante crescendo. Por su parte, Phil Hester hace gala de su efectivo trazo anguloso y dota de uniformidad este primer tramo de la colección (gracias asimismo a las labores del entintador y el colorista). Destacan sus experimentos y silueteados en blanco sobre negro, o aquellas páginas que albergan hasta 16 viñetas (ojo a los dibujos replicados, un recurso donde es muy complicado establecer dónde está el límite del abuso… ¡Pero aquí se repite una plancha entera!). Sin embargo, se muestra incapaz de dotar de belleza al género femenino.

En este volumen podremos asistir a las verborreicas partidas de póker organizadas por los rangos más inferiores de S.H.I.E.L.D., ver de pasada al siempre inquietante doctor Hank Pym, o conocer a Mitch Carson –el otro Hombre Hormiga, perseguidor del ladrón y anfitrión de las timbas—. Habrá cameos de Nick Furia (una leyenda urbana viviente) y Lobezno –con toalla—, pero… ¿Alguien se cree que no se hiciera un minucioso registro inmediatamente después del hurto? De cualquier modo, O’Grady se convierte en un maestro de la ocultación en una huida a la desesperada. Luego organizará carreras de hormigas en los conductos de ventilación y espiará a mujeres en las duchas (antes había incluso profanado tumbas), para acabar luchando sobre el bombín de Dum Dum Dugan.

Habrá que esperar a mayo para ver cómo concluye la historia –queda un embarazo pendiente y un encontronazo con Ms. Marvel—, pero en este primer tramo Kirkman ya se luce, con un replanteamiento del género y una visión más cotidiana de los superhéroes. La edición de Panini incluye las cubiertas originales y un artículo de Julián M. Clemente.

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19.2.08

Mr. Wonderful: Clowes en formato tabloide

La última historieta de Daniel Clowes, Mister Wonderful (¿un guiño al Mr. Dangerous de Hornschemeier?), concluyó la semana pasada tras veinte entregas dominicales en The New York Times y lectores de todo el mundo han podido descargarla en PDF al mismo ritmo de su publicación. En este título, el creador de Ghost World vuelve a fijarse en la sección de contactos de los periódicos, en la naturaleza caprichosa del azar o en los complejos personales. Obsesionado con las lolitas y autoproclamado portavoz de los defectos de los demás, el dibujante halla la comicidad de sus personajes a través del patetismo. El protagonista, Marshall, es un perdedor divorciado y sin amigos –salvo unos ausentes Tim y Yuki— con aspecto de Woody Allen que espera a su cita en una cafetería (ya sabéis, el lugar más recomendable para que un artista encuentre retiro e inspiración). Dada su misantropía, la dificultad para desenvolverse socialmente se ha visto incrementada por el vertiginoso paso de los años. Y aunque Clowes invita al lector a entrar en acción, le advierte de que el fluir de conciencia podría eclipsar el diálogo y se hará difícil atender a la otra persona –de nombre Natalie—.

La visión del amor perfecto de Marshall consiste en desayunar bagels a la orilla del río mientras ojea el periódico junto a su pareja. Su imaginación es muy poderosa y a veces no es capaz de dominarla. Como una alucinación demoníaca, el sentido común le aconseja no optar por el camino de la sinceridad, sino el de las medias verdades. Pero ella también ha tenido un fracaso sentimental y el desamparo le invita a traicionar su subconsciente. Por desgracia, un pedigüeño saca lo peor de él (¡al menos tiene carácter!) y emite las palabras equivocadas. Clowes se empeña en narrarlo todo como si se tratara de un encuentro verosímil en tiempo real, recurriendo en ocasiones a la infantilización de los caracteres si quiere explicar algo peliagudo –lo cual nos trae a la mente Ice Haven—.

El destino pone un ladrón a su paso y el consiguiente golpe en la frente (¿alguien ha dicho David Boring?). Un mismo objeto –el bolso de Natalie— provoca el reencuentro cuando todo parecía perdido y el fatal desenlace de la fiesta posterior. La auténtica honestidad emerge tras la experiencia traumática en este cortejo entre personas maduras. ¿Acaso lo está poniendo a prueba, en esa reunión con Noah, su ex novio? La fobia a las parties viene determinada por el alterne, la hipocresía, la vacuidad y la indiscreción de los invitados.

Clowes apuesta entonces por el final feliz –la materialización de ese sueño de rutina que le reconforta— y el hombre nuevo que vuelve comenzar de cero. ¿Habrá tocado la fribra sensible de los lectores de periódicos con este slice of life, o quizá no hayan conectado con un autor a veces verborreico y estático? Lo que está claro es que ahora proyecta sus obsesiones en formato tabloide.

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18.2.08

"Buen Provecho", una revista guadianesca

Entre los años 2002 y 2006, y amparada bajo el sello de Cabezabajo, Balboa y Dolmen, respectivamente, aparecieron los tres únicos números de “Buen Provecho”, el enésimo intento de Ricardo Mena por recuperar las revistas de cómics. Alternando autores independientes tanto extranjeros como autóctonos, de alguna manera marcó el camino que luego tomaría El Manglar (aunque en versión B/N). Por ejemplo, en cada ejemplar, el encargado de la cubierta era entrevistado en el interior –Miguel Ángel Martín, Darío Adanti y Roger Landridge fueron los elegidos—. Algunos contenidos, como “El payaso Fred”, “Magic Boy” o “Too Much Coffee Man” serían recopilados en libros más tarde. Resulta llamativo el caso de Fermín Solís, que entrega “Harry & Hausen” (un tributo en toda regla a una de las películas favoritas de Martín Mostaza: “Jasón y los argonautas”), con un estilo naif casi irreconocible, justo en el mismo volumen en el que participa uno de sus autores de cabecera: Michel Rabagliati. El dibujante canadiense sitúa a su álter-ego Paul en el metro, para describir un Montreal decadente tras la exposición del 67 en otro canto a la “joie de vivre”.

“Buen Provecho” acogió secciones efímeras pero valiosas como “Delicatessen”, donde se destacaban chuches y juguetes; o “Apaga y vámonos”, la columna de opinión de Buddy Melero –empeñado en ver con optimismo una industria invisible—. Entre los artistas nacionales había nombres populares como Mauro Entrialgo, Castaño & Bartual, Paco Alcázar, Sandra Uve o Borja Crespo. A éstos se sumaban unos primerizos Benlloch y Jano, o un Daniel García (fiel a su estilo) ya apostaba por las historias de arrabales. Al realismo mágico de Luis Durán también le sienta fenomenal el formato breve y Carlos Areces va más allá del gag de El Jueves. Art Baltazar & Franco se encargan de la tira fija “Patrick, the wolf boy”, al tiempo que Rafael Navarro y Kagan McLeod ponen las máscaras de lucha libre mexicana. Gracias a esta publicación he podido descubrir la horrible máscara felina de “The Lemon Kids” de Stan Weissman o el híbrido imposible entre Alcázar y Félix Díaz llamado Blanquet. Ángel y Carlo, por otra parte, se mantienen en su línea onanista y perversa. Ulf K. muestra su trazo más desenfadado y nostálgico. Asimismo se incluye un relato inédito de James Sturm, obsesionado entonces por el béisbol.

¿Regresará “Buen Provecho” como el ave fénix, una vez más? Sería una noticia grata para aquellos que disfrutamos con revistas que no siguen la máxima del “tema de la semana” (un recurso que, en mi opinión, merma la creatividad de los colaboradores). Una buena nueva, a pesar de la naturaleza guadianesca de estas publicaciones, pues el cómputo de páginas interesantes suele resultar positivo.

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15.2.08

La dudosa moralidad de Ivan Brunetti

Entre los logros de la colección Dominó de Dolmen hemos de reseñar la aparición en español de Haw!, de Ivan Brunetti, donde sobresale la traducción de Diego García Cruz, que ha sido capaz de trasladar el argot del norteamericano con mucha naturalidad (¿cómo si no diferenciar entre “zurullitos” y “cacotas”?). En esta compilación de chistes, el autor carga contra todos los colectivos vulnerables: creyentes, lesbianas, pederastas, desequilibrados, embarazadas, acomplejados, borrachos, veganos, fumetas, ventrílocuos, tullidos, suicidas, zoófilos, camareros, mendigos, presidiarios, coprófagos, necrófilos, tiroleses, gays, negros, adictos y enfermos en general. Bajo una envoltura inocente –que podría colar en el New Yorker—, el creador de Schizo esconde un humor negro retorcido, cruel y sarcástico, una malicia incontenible que, como a Hideshi Hino en el género de terror, le incita a ir cada vez más lejos. De este modo, nos toparemos con numerosos gags sobre incestos y gente desproporcionada, al tiempo que manifiesta una clara obsesión fálica. ¡Aquí la lluvia dorada es lo más fino! El tono general de las viñetas es el siguiente: un niño se acerca a un extraterrestre recién llegado a la Tierra y le pregunta: “¿Quieres una papela de heroína?”. Dado el exceso, resulta complicado superar a Brunetti (Johnny Ryan se decanta por la escatología, en este sentido). No en vano, se trata de uno de los libros más políticamente incorrectos que ha visto la luz en nuestro país –ojo a la pegatina de la portada, que aclara “el editor no se hace responsable de su contenido”—. Carcajadas aseguradas para lectores de dudosa moralidad.

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14.2.08

Reseñas: Los Poderosos Vengadores #1

Los Poderosos Vengadores #1, de Brian Michael Bendis y Frank Cho (Panini Comics, febrero de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 3,25 euros.

Los seguidores de Frank Cho se verán obligados a adquirir esta secuela de Civil War en formato comic-book titulada “La Iniciativa”, que se centra en la escisión oficialista ddel supergrupo. En Los Poderosos Vengadores, Bendis parece empeñado en separar a los héroes republicanos de los demócratas… ¿Para cuándo una lucha común contra el cambio climático? Es lo que queda por ver si continúa esta tendencia de adaptar asuntos políticos al género. Y el hecho de que aquí use bocadillos de pensamiento por primera vez no dice mucho a favor del guionista (no resulta muy inteligente negarse categóricamente a emplear un recurso narrativo). Con Iron Man ejerciendo el mando en la sombra –y Ms. Marvel al frente de la foto—, esta serie de seis números comienza con el clásico enfrentamiento (tan querido por el autor de Liberty Meadows) entre mujeres despampanantes y monstruos pseudo-prehistóricos creados por el Hombre Topo –ojo a una de las mejores encarnaciones de un villano que ha evolucionado poco gráficamente—. Paralelamente, frente a un monitor al estilo Minority Report (plagado de incomprensibles dibujos ajenos), los líderes hacen repaso de la plantilla metahumana y justifican su presencia tras el polémico regreso de Luke Cage o los cameos de Spiderman y Lobezno. Ficha por ficha van desfilando clásicos como Wonder Man y la Avispa, el anodino Vigía, la Viuda Negra –su traje en cuero negro es la excusa para contratarla— o Ares (la mezcla perfecta entre Thor y Lobezno, según uno de los personajes del tebeo). Al final del episodio, Cho brinda a sus fieles una splash-page con la versión femenina de Ultrón envuelta en vapores. Su nivel de detallismo es toda una delicia, aunque el color de Jason Keith –más apropiado para cubiertas— termina cansando por intensidad. Por otro lado, Panini completa el especial con un par de pin-ups en blanco y negro.

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13.2.08

Reseñas: La Cosa #7

Los Nuevos 4 Fantásticos #2, de varios autores (Panini Comics, febrero de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 3,25 euros.

Aunque en esta serie Dan Slott ha dado algunos palos de ciego, en el tramo final (el desenlace lo tenemos a la vuelta de la esquina, con la anhelada partida de póker y Los Vengadores de los Grandes Lagos) logra remontar el vuelo ofreciendo historias de calidad y episodios antológicos como “¡Un hombre, un monstruo, un desastre!”. Imaginaos a Ben Grimm y Alicia Masters en la Grecia clásica merced a la máquina del tiempo de Reed Richards. Si Marvel decidiera hacer una versión animada de La Cosa, no cabe duda de que el guionista de Hulka sería el más indicado para escribirla. Sólo él sabe dotar a la cabecera de ingredientes entrañables, ya sea recurriendo al enorme Mandíbulas o a las tardes de canguro del protagonista. Y sin excluir la dosis mínima de acción que requiere un título de superhéroes –en este capítulo hay cameos del Amo de Marionetas y Hércules—. Mientras Villari sigue siendo sinónimo de valor seguro a los colores, Kieron Dwyer mantiene su agradable trazo caricaturesco y se permite clonar viñetas con la excusa del salto temporal. En fin, creo que los seguidores de La Cosa deben estar disfrutando mucho con este complemento.

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12.2.08

¡Poesía es Ulf K.!

Recientemente adquirí dos títulos de Ulf K. de importación: “Titus von Götheborg” y “Floralia”, editados en Alemania por Edition 52. No hay problemas con el idioma, pues se tratan de dos libros sin palabras. El primero se publicó por entregas en la revista musical “Neue Musikzeitung” y contiene historietas de una sola página. El autor germano probó distintas cabeceras hasta decantarse por una aproximación onírica del personaje. Además, vuelve sobre algunas de sus constantes, como la lucha contra los elementos o los cementerios. No obstante, destaca la incorporación del ladrón de partituras –como antagonista perverso— y la musa / amante, con los que el protagonista podrá interactuar. Ulf K. se impone límites excesivos como artista y deja entrever un aire siniestro muy bien disimulado. No cabe duda de que estas diminutas viñetas le sientan muy bien a su minimalismo perfeccionista. Con un final truncado y sorprendente, las aventuras del compositor se presentan en un formato semejante al de los libretos musicales. Por su parte, “Floralia” es un cuento más largo, y en lugar de tonalidades verdes (como el anterior) luce una gama anaranjada muy llamativa. Al payaso ya lo conocimos en “La primera estrella”, pero aquí se encapricha por una flor soñadora a la que riega todos los días. La vida en el circo es dura, y tratar con el hombre forzudo es peor todavía. Luego ocurrirá un accidente y el protagonista deberá viajar en barca junto a la Muerte, para dejar claro que sólo encontrará la felicidad más allá de la vida. Una fábula sobre la vocación y el sacrificio indispensable para el lector exquisito. ¿Que si hay lugar para la poesía en el cómic? ¡Poesía es Ulf K.!

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11.2.08

La tierra baldía de Diego Blanco

Diego Blanco siempre ha sido uno de mis dibujantes favoritos del colectivo Polaqia. Tiene un estilo propio, caracterizado por ese pincel de trazo grueso y ciertas perspectivas peculiares. Sin embargo, firma como autor total en “Tanque familiar”, un one-shot de ciencia-ficción englobado bajo el epígrafe “Cuentos de la Tierra Baldía”. Se trata de un entorno apocalíptico en el que los humanos escasean y los mutantes abundan debido a la proliferación de nubes tóxicas. La familia protagonista utiliza un tractor con bola de demolición para abrirse paso entre los insurrectos, donde destaca un ser con rostro de monstruo submarino (hay otro personaje que recuerda a Tortuga Duende, sin ir más lejos). Llama la atención la naturalidad con que asimilan una situación límite los habitantes del tanque, en cuyos diálogos emplean un tono similar al de “Todo está perdido” de Paco Alcázar. No en vano, los padres piensan en sedar a sus hijos para disfrutar de una noche íntima, o deciden pasear por la playa con su jeep –cuyo diseño rememora los años dorados de G.I.Joe— mientras el cataclismo continúa. Pero más inquietante aún resulta la frase final del cabeza de familia, cuando huye de los contaminados asegurando que “también tienen derecho a vivir”… ¿Acaso está experimentando una transformación? Un tebeo sin grandes pretensiones, entretenido y disfrutable, plagado de homenajes a Kirby (máquinas desmesuradas, comunidades deprimidas, etc). Además, como epílogo a esta historia, recomendamos “Robot”, una historieta de cuatro páginas ambientada en el mismo mundo que se incluyó en “Barsowia en llamas”. Mientras, aguardamos con impaciencia el próximo proyecto de Blanco.

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7.2.08

"La casa está ardiendo"

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El alias élfico de James Kochalka

Sin comerlo ni beberlo, estoy haciéndome con casi todos los números de la Colección Dominó de Dolmen, coordinada por Ricardo Mena (gracias a él podemos leer en español a autores que permanecían inexplicablemente inéditos, en un formato correcto y a un precio asequible). En esta ocasión me he acercado a “Magic Boy” de James Kochalka, que reúne una docena de episodios protagonizados por su alias élfico. Además de su reconocible línea clara, aquí también podremos admirar sus páginas más realistas, o aquéllas donde experimenta con los píxeles del ordenador. Sin embargo, se mantiene en todas las historietas el tono naif e ingenuo de los diálogos. El protagonista es capaz de hablar con seres inertes como manzanas, bicicletas y flexos, o entender el lenguaje de los animales –provocando empatía, como Alberto Vázquez en su “Álter Ego”, con los dueños de mascotas—. De la actitud del protagonista se desprende un amor por las cosas que hacen la vida más fácil y un hedonismo muy saludable. Aunque a veces da la sensación de que en este libro no está ocurriendo nada (como sucede en algunas viñetas de Jorge Parras), los giros absurdos de este outsider suelen salvar el tipo. No en vano, al igual que las obras de Ulf K., este slice of life sin intencionalidad aparente sirve de bálsamo para el lector desquiciado. Y atentos a la nueva editorial Apa Apa Comics, que ha anunciado la publicación en breve del primer volumen de American Elf.

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6.2.08

Reseñas: Clara de Noche (edición bolsillo)

Clara de Noche: ¡Que pase el siguiente!: Trillo, Maicas y Bernet (RBA / El Jueves, enero de 2008). 192 páginas. B/N. PVP: 6,50 euros.

De la mano de RBA, se recopilan por primera vez en formato de bolsillo las historietas de dos páginas de Clara de Noche, la prostituta más popular de El Jueves. Como en la mayoría de compilaciones de esta editorial, apenas se señalan las fechas de publicación o la procedencia de las viñetas –información que sería muy útil, dado el número de álbumes con que cuenta el personaje—.

Entre pósters de Betty Page y referencias al semanario ilustrado más vendido en España, Bernet hace gala una y otra vez su dominio de la anatomía femenina (no en vano, Clara satisface todas las fantasías sexuales de los hombres), frente a las pobres caricaturas que representan al género masculino. El autor de Torpedo, además, nos brinda fondos y arquitecturas propios de un maestro. Sin embargo, el guión (Trillo & Maicas) se resiente en ocasiones debido a la frenética periodicidad de la revista, para remontar luego en los episodios sin palabras y homenajes a los distintos géneros (¡ojo con su visión de los superhéroes!).

En este tomo se reúnen las tramas de Virtudes –una meretriz que se queda embarazada con suma facilidad— y Pablito, el hijo de la protagonista, que aportan el ingrediente humano a la serie, así como un tono naturalista que hasta ese momento quedaba fuera del gag. Quizá las repetidas menciones al sida o los muñecos de Cobi (que nos retrotraen a una o dos décadas antes) despisten al lector medio, al que sólo le importa que Clara no se olvide de cobrar antes por su servicio. Como señorita de compañía terminará codeándose con toda clase de clientes, ejerciendo de testigo de excepción y dibujando un perfil bastante realista de los asiduos a los burdeles.

El aficionado se verá obligado a aliviar sus instintos básicos ante el erotismo sin pausa, merced a esas posturas imposibles y esos pezones que siempre asoman por encima del escote. Encima, la relación cantidad / precio es inmejorable. Sólo nos queda averiguar si los volúmenes “Las mil y una noches” y “Los inicios” del reciente coleccionable Luxury Gold contienen el mismo material. ¡Por cierto, ni se os ocurra perderos la entrega de Silvio José, el buen parásito!

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5.2.08

Reseñas: Mi mamá está en América

Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill, de Jean Regnaud y Émile Bravo (Ponent Mon, enero de 2008). 128 páginas. Color. PVP: 18 euros.

Ponent Mon apuesta fuerte este año con títulos como Peplum de Blutch o la indispensable reedición de El Playboy de Chester Brown. Sin embargo, la primera gran obra lanzada en 2008 ha sido “Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill”, con un tono más infantil que las arriba citadas. ¡Y quién se resiste a tan cándida portada! El trazo grueso y áspero de Émile Bravo se asemeja aquí más que nunca a las ilustraciones de El pequeño Nicolás de Goscinny. Además, el escritor Jean Regnaud propone una composición de estilo libre que huye de la viñeta clásica. La narración, en primera persona y a modo de diario intransferible, se divide en varios episodios –cada uno distinguido por un cromatismo diferente—.

No cabe duda de que uno de los aspectos más valiosos de este libro son sus personajes, tan creíbles como peculiares. Desde la vecina que lee las postales llenas de tópicos en el seto que separa su casa de la de Jean, pasando por el feroz cuidador de perros, el hermano pequeño que sonríe dentro del coche, el padre adoptivo de su amigo Alain (“conduce muy bien”, a pesar de la silla de ruedas), la amable y mejor cocinera Yvette, hasta llegar al compañero vietnamita, que apenas sale en un par de páginas.

A través de ellos, el espabilado Jean irá atando cabos y asimilando su dura experiencia personal para terminar creciendo como persona. En este sentido, Regnaud y Bravo plasman a la perfección la relevancia de los secretos y los descubrimientos durante la edad infantil, un proceso de interiorización que resulta complicado compartir. Como “Los días más largos” de Fermín Solís o la película “Amélie” –donde un enano de jardín también envía fotos desde destinos insólitos—, “Mi mamá” es un tebeo evocador y enternecedor, un ejercicio autobiográfico y un canto a la inocencia perdida, una hermosísima historia cotidiana al fin y al cabo.

Los disfraces de indios, la selección natural imperante en el colegio, el miedo al psicólogo y sus manchas de Rorschach, el disco de los chicos de la Marina, las canicas en el patio, la TV prohibida, el olor de los abuelos, la ausencia de un referente gráfico materno al que aferrarse, aquella tarde en la feria, el pie de Papa Noel en la foto… Con estos ingredientes, el entretenimiento está asegurado.

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"Haiku japonés de vuelo mágico"

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