30.4.08

Reseñas: American Elf #1

American Elf #1: “Un diario en viñetas”, de James Kochalka (Apa-Apa Cómics, abril de 2008). 128 páginas. Color y B/N. PVP: 14,50 euros.

Fenomenal estreno de Apa-Apa Cómics con esta primera recopilación del diario íntimo de un elfo aburguesado, en una edición que incluye un prólogo ilustrado de Juanjo Sáez y algunas páginas introductorias en color del propio Kochalka. Llama la atención el grado de compromiso y dedicación del autor con esta obra única, que se detiene ante los pequeños miligaros cotidianos bordeando el slice of life con una sincera mezcla de ingenuidad y crueldad. Además del dibujante, cuya omnipresencia se transforma en ocasiones en egocentrismo, deambulan por estas historietas Amy y Spandy. Hay jornadas de inspiración variable en que no ocurre nada, narraciones de viajes y coletillas privadas, así como tiras en que el creador de Magic Boy determina que la realidad nunca debe estropearle una buena idea. Particularmente me hacen gracia los chistes basados en la comunicación con objetos inertes como la nieve o el monedero, o los juegos de palabras de su novia, pero por encima de todo me alegra saber que Kochalka fue capaz de vender su rutinas ilustradas a unos cuantos periódicos. Esperemos que la iniciativa de Apa-Apa tenga continuidad con la recuperación de otros títulos del mismo artista, como Monkey vs. Robot.

29.4.08

Reseñas: Dinokid

Dinokid, de David Ramírez (Norma Editorial, abril de 2008). 96 páginas. Color. PVP: 14 euros.

David Ramírez
es un autor capaz de adaptarse al público infantil manteniendo su sello personal. Por ello, las entretenidísimas tiras de Dinokid, publicadas en la revista ¡Dibus! y recopiladas ahora por Norma en un tomo muy manejable, son una oportunidad ideal para reencontrarse con su humor característico.

El diseño de Dinokid es un híbrido entre el benjamín de la Familia Telerín, aquellos niños que pintaba Jan en su colección de cuentos populares, y las criaturas de Dr. Slump. Debido a un misterioso huevo multicolor, el protagonista tiene el poder de transformarse en el dinosaurio que le plazca, algo nada extraordinario si atendemos a la galería de secundarios que le acompaña.

Mamut puede convertirse en cualquier mamífero e Insket Girl da unos buenos sustos cuando toma el aspecto de una cucaracha. Luego están “El increíble chico capaz de transformarse en pájaros de todo tipo” y Peza, que adquiere la forma de los animales submarinos. También hay chicos normales, como la enamoradiza Rosita, o el sangriento dibujante Gore Li. Y hallamos una tira dentro de otra en las viñetas de Saurus-H. Entre los villanos desfilan la Doctora Olvido y su Cacharrobot, el Coleccionista de Animales o el Rey Bellota, que irrumpen a lo largo de pequeñas sagas cómicas.

Dinokid incluye una decena de dino-kuriosidades y pin-ups donde Darío Adanti, Dani Cruz y Sam García dan su visión de la cabecera. Además, el lector podrá disfrutar de una extensa gama de bocetos y una galería de saurios bien surtida. Si es verdad que a los niños les encantan los dinosaurios, este libro debería estar en todas las bibliotecas de Primaria.

Ramírez desiste inteligentemente de las difuminaciones y los colores degradados, y apuesta fuerte por los tonos planos. Sobresalen chistes repetidos como los de “pero llega Godzilla y pisa tu coche”, la mención del chocolatesaurio o el cameo del propio autor. Por cierto, no se pierdan su adaptación del Gernika de Picasso.

28.4.08

Edward Gorey: La amenaza latente (II)

Las recopilaciones de Amphigorey aparecieron en 1972, 1975 y 1983, respectivamente. Después de leerlas con fruición, no queda claro con qué propósito (quizá sólo el juego anagramático) emplea su gama de pseudónimos, dado que el autor de Chicago posee un trazo delator e inconfundible. El abismo es el destino mayoritario de sus personajes y en “El fresco de la guardería”, entre inocentes hipopótamos, puede interpretarse el mensaje: “Fríe a la niñera”. Sus relatos mezclan la devoción y la beatitud con tentaciones que terminan suponiendo la perdición del protagonista. En estampas como “La tragedia inanimada” nos habla del sinsentido de la guerra, describiendo una rebelión promovida por aparejos de costura.

En su obra define la vida como algo “molesto, incierto, deprimente y tedioso”, mientras le obsesionan el ballet y las urnas funerarias que caen del cielo. En “Los obeliscos chinos” —como de costumbre, es un título que despista abiertamente al lector—, Valdemar nos permite disfrutar de los bocetos a plumilla de Edward Gorey. En la versión final, introduce papelillos arrugados por cada esquina, a lo mejor para realzar el concepto de “desecho”.

Sobresalen las páginas pertenecientes a “Los primos dementes”, así como el extrañamiento producido por el ciclista que agarra del brazo a una joven dentro de un túnel. Igualmente, el onomatopéyico “Libro sin título” estremece con muy pocos ingredientes: un niño asomado a la ventana, extrañas criaturas subterráneas y un cometa apocalíptico. Destaca la originalidad del libro que narra la suerte de un calcetín abandonado y sus consejos sobre no abrir el sobre equivocado.

Gorey hace gala de una crueldad muy peculiar, que recuerda a la sinceridad absoluta de los niños y su falta de compostura: “Dulce de leche hecho con cieno y resto de lápices”. El segundo tomo de la edición española contiene además interesantes colaboraciones con Alphonse Allais y Charles Cross. Junto a este último experimenta con la horizontalidad y verticalidad de las viñetas, para cerrar con un hermoso lema: “Un libro para que se enfaden los hombres serios y se diviertan los niños pequeños”.

25.4.08

Reseñas: The Spirit #2

The Spirit #2, de Darwyn Cooke, J. Bone y Dave Stewart (Norma Editorial, abril de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 4,50 euros.

A estas alturas de la serie, el flashback se alza como un elemento narrativo fundamental para Cooke a la hora de hilvanar los episodios. Y la doble splash-page como la manera idónea de encajar el título de la colección, en lo que parece un homenaje continuo a Will Eisner –echad un vistazo a esos planos de cuerpo entero para salir de dudas—.

El primer capítulo es un relato coral (con el consiguiente despliegue tipográfico de Norma) acerca de la muerte temporal del protagonista a causa de un gas nervioso. Pero Gainsborough no será el único que emerja de su tumba –Tarantino no inventó nada con Kill Bill en este sentido—. Llama la atención el uso de líneas blancas, la aplicación del color más allá de los bordes y la tinta abosquejada en las páginas que describen el pasado del personaje. Se nota que Cooke sabe elegir equipo.

La segunda historia, ambientada en el desierto, cuenta con la presencia de la agente Silk Satin, el tenebroso Octopus (como ocurre con el villano del Inspector Gadget, no se nos muestra su rostro), el regreso más que previsible de Hussein Hussein y la habitual compañía de Dolan, Ellen y Ebony.

Cooke se empeña en actualizar el mito incorporando un indiscreto teléfono móvil, un detalle que a más de uno le rechinará. Pero también hay túneles, traiciones y mucha acción. No entiendo a quienes critican la aparición mensual de esta cabecera, pues creo que es la periodicidad idónea para disfrutar de historietas autoconclusivas como éstas.

24.4.08

Hop Frog: Poe visto por Alberto Vázquez

A través del blog de Alberto Vázquez me enteré de que acababa de salir de imprenta un relato de Edgar Allan Poe traducido por Paco Liván e ilustrado por el dibujante gallego, de mano de la editorial OQO (que ha realizado una tarea impecable). El autor de “Los crímenes de la Calle Morgue” ya nos había deleitado con historias de orangutantes, y en esta breve narración vuelve a deslumbrarnos. Eso sí, tras leerlo de una sentada, no veo muy apropiado colocar Hop Frog en la estantería de libros infantiles.

El protagonista es un bufón enano, cojo y jorobado que es humillado una y otra vez por un rey orondo y cruel y sus siete ministros. Sólo Tripetta, una artista diminuta, le proporciona consuelo. Después de ingerir dos copas de vino, el personaje –que no tolera el alcohol y acaba sufriendo una especie de locura epiléptica— planea una terrible venganza contra el soberano: aconseja al monarca que se disfrace de mono junto a sus delegados usando alquitrán y cadenas. En mitad del baile de máscaras, Hop Frog prende fuego a los dirigentes y escapa del palacio.

La técnica mixta escogida por Vázquez para este librito recuerda a sus trabajos para dominical de El País. Se mezclan los rojos y los negros frente a los colores fríos de los personajes principales, collages, lápices, acuarelas y grabados, dando como resultado una especie de Sempé siniestro, un estilo incómodo pero adecuadísimo a la tragedia de Poe, que rememora aquel clásico de “El rey desnudo”.

23.4.08

Reseñas: Women, de Frank Cho

Women, de Frank Cho (Aleta Ediciones, abril de 2008). 112 páginas. B/N. PVP: 19,90 euros.

Resultaría indecente comparar este volumen de dibujos e ilustraciones de Frank Cho con su trabajo en Shanna, aunque ambos libros se dirijan abiertamente al público onanista. Quizá Women tenga un envoltorio demasiado lujoso para un contenido que en su mayoría está disponible en internet –sin pasar por alto el error tipográfico del subtítulo—. El tomo está dividido en varias secciones de prosaico título: “Cómics y portadas”, “Chicas de la jungla”, “Liberty Meadows”, “Marte necesita mujeres” y “Dibujos artísticos” (¿la edición americana también contiene esas portadillas pixeladas?).

Cho aprovecha el don que posee para retratar la anatomía femenina, y une a bella y bestia con el propósito de realzar aún más la belleza de las mujeres –atención a los destapes integrales—. Por desgracia, no abunda su fantástico trazo cartoon, que queda eclipsado por sus pin-ups de personajes populares como Swamp Thing, Elektra, Pantera Negra, Tormenta, Spiderwoman, Mary Jane... Y su máxima, como expresa en algunos apuntes, es “pechos grandes, caderas anchas y piernas fuertes, casi musculosas”.

Es divertido encontrar entre los bocetos de Shanna esos dinosaurios pervertidos, preocupados únicamente por robarle el bikini a la heroína. En algunos casos, la calidad de la reproducción de las planchas permite al lector distinguir el lápiz de las pinceladas de tinta. Pero teniendo en cuenta el precio al que asciende la edición de Aleta, uno se pregunta por qué Dolmen no se adelantó con uno de sus monográficos. Y ojo, porque a pesar de ser un sketch-book, Women contiene spoilers: ¿Con quién se casa Brandy?

Ya se nos ha caído la baba. ¿Para cuándo una reedición de University 2 y/o la reactivación de la versión española de Liberty Meadows?

22.4.08

Reseñas: Astro-Ratón y Bombillita

Astro-Ratón y Bombillita: Parece que chispea, de Fermín Solís (Bang Ediciones, abril de 2008). 60 páginas. Color. PVP: 13 euros.

En su ejemplar periplo por los géneros narrativos, Fermín Solís prueba suerte ahora con el público infantil de la mano de la colección Mamut / Mi Primer Cómic, filial de Bang Ediciones destinada a los más pequeños de la casa. ¡Y cumple las expectativas con nota!

Astro-Ratón fue enviado a la luna para comprobar si estaba hecha de queso, pero ya sabemos que la memoria de los roedores no es demasiado brillante, así que el protagonista se verá inmerso en multitud de situaciones divertidas mientras su objetivo primordial permanece en un segundo plano. Los secundarios no le van a la zaga: desde la expresiva Bombillita –pese a carecer de rostro— a la conmovedora Caca (cuando llora, se te parte el corazón), sin olvidarnos de Patatator –¡el wrestling vuelve a estar de moda!— o de ese pájaro ciclópeo y anónimo que parece un homenaje a Alberto Vázquez.

En el álbum hay historietas de diferente extensión, y son precisamente las más breves (insertadas a modo de entremés cómico) las que otorgan agilidad al relato. En este sentido, se deja notar un Solís experimentado que domina los trucos del arte secuencial. Por otra parte, en el apartado gráfico repite con la plumilla que ya nos deslumbró en la segunda entrega de Las Pelusas de mi Ombligo, incorporando colores tanto acrílicos como digitales –resulta llamativo que la única viñeta repetida de todo el volumen se diferencie sólo por los trazos cromáticos, lo cual indica el grado de importancia que el autor le ha dado a este punto del proceso creativo—.

¿Os he hablado del aspecto fálico de la cabeza de Astro-Ratón? Quizá se deba a mi mente sucia. No en vano, “Parece que chispea” transmite valores cívicos positivos, un mensaje humanista y pacífico, además de una visión lúdica y pícara de la vida. Y si a los chicos hay que enseñarles a leer desde pequeños, este cómic es la elección ideal.

En el final, Solís hace un guiño a sus seguidores al citar una de las canciones más hermosas de John Lennon, detalle que aporta una gran belleza al conjunto y evidencia el estado de gracia de un autor intransferible. ¡Y en el horizonte, su obra más larga hasta la fecha: “Buñuel en el laberinto de las tortugas”!

20.4.08

Reseñas: Insekt

Insekt, de Sascha Hommer (Sins Entido, abril de 2008). 128 páginas. B/N. PVP: 16 euros.

La primera novela gráfica de Sascha Hommer remite a clásicos como La Metamorfosis de Kafka, El Hombre Elefante de Lynch y El Niño Gusano de Hino, pues habla del rechazo social de lo diferente (cuyas convenciones enseguida lo transforman en algo “monstruoso”). Con cierta dosis de crueldad, la historieta de Pascal ahonda en las falsas apariencias –el humo negro que envuelve la ciudad no es más que una metáfora física—, que se antojan más trágicas después de narrar su éxito previo: de delegado de clase invitado a los cumpleaños pasa a ser humillado por sus amigos. En este sentido, el aspecto horrible de su cometa funciona como un triste presagio de la soledad que le aguarda.

Llama la atención el uso de tramas de Hommer, que encajan a la perfección en su trazo estilizado, tan influenciado por Schulz como por Ware. Hay unas cuantas escenas sobresalientes dada su capacidad de transmitir sensaciones: el túnel secreto que separa la oscura urbe del campo luminoso; los parientes que viven al otro lado (en concreto, su amorfo primo Sven); la desolación que transmite Pascal al atarse los cordones o al compartir su linterna en el colegio… Si hubiera que escoger una, me decantaría por la secuencia en el bosque –no está lloviendo; son las lágrimas del personaje—.

Frente al fútbol y los videojuegos, de los que ya no podrá disfrutar el protagonista, las figuritas de acción de Insektman se alzan como su única vía de escape (que recuerdan, dicho sea de paso, a aquel relato corto de Hommer publicado por Fanzine Enfermo con muñequitos de Masters del Universo). A continuación, el autor nos brinda un final poco explícito, apoyando la idea de la sublimación / evasión del outsider como justiciero enmascarado. ¿No se asemeja al momento en que Elliot y E.T. vuelan sobre la luna llena montados en su bicicleta?

Sins Entido presenta Insekt en una edición impecable, una razón idónea para llevarse a casa esta obra previsible pero conmovedora al 100%. ¿Para cuándo más material de Hommer?

16.4.08

Reseñas: ARGH! #4

ARGH! #4, de varios autores (Pure Basure, abril de 2008). 48 páginas. Bitono. PVP: 5 euros.

Vuelve el imprescindible ARGH!, que con la excusa del verde –el color de la revista supone una limitación y una inspiración al mismo tiempo para sus autores— ofrece sexo explícito, siempre dentro de los parámetros enfermizos y escatológicos que caracterizan sus páginas. Por primera vez cuentan con la ayuda de una distribuidora profesional, lo cual ha facilitado su llegada puntual a un mayor número de librerías. Sobresale la labor titánica de Félix Díaz, encargado de la alucinante doble cubierta y el póster interior (un tótem no menos acongojante). Además firma dos tiras del humor exagerado de Honky ‘n’ Smonky, basadas en esta ocasión en los hongos y los mocos. Por si fuera poco, nos sorprende con el sueño calenturiento de Dog Boy, una oda lésbica a la ensalada de pepino –de lo mejor del número—. Jorge Parras tampoco se queda corto y entrega cuatro historietas cortas, con instantes sabrosos como el insulto combinado o las atrocidades de Erni y Lloid. Y en Guou Llea! provoca de nuevo la carcajada sincera con el mal del tordo, el pene-kebab o su hombrecillo capilar.

Otro trabajo destacado es el de Martín Romero, cuyo trazo nos resulta cada vez más hermoso, que nos habla de un pantano maldito, de un monstruo maltratado y vengativo, del poder destructor de los eucaliptos y de la recalificación de terrenos. “Un esplendor nervioso”, de Brais Rodríguez, estremece y desconcierta al igual que Cabeza Borradora, al incluir extrañas criaturas y aparatos ignotos. Asimismo, Bob Flynn, fiel a la causa de ARGH!, nos convierte en testigos del cruel plan ideado por un reflejo malvado. ¡Es incomprensible que este dibujante siga apareciendo en publicaciones minoritarias! Y bien pensado, esta afirmación podría aplicarse a otros cuantos colaboradores. No en vano continúan subtitulando sus cómics para alcanzar otros mercados –y se merecen lo mejor, que no se quejen luego de la fuga de artistas—.

Néstor F., miembro de la primera división del fanzine virtual Ojo de Pez, se estrena en ARGH! con el clásico interrogante: “¿A ti te gustaría que un gigante viniera y te hiciera lo mismo?”. Su niño rollizo transmite una extraña mezcla de esperpento y candidez. Richard Câmara también recurre a una rana, que se enfrentará a la complicada tarea de engullir una mosca. Las 48 viñetas nos recuerdan a aquellos tebeos de Trondheim con personajes diminutos.

Con un estilo esquemático, Luci Gutiérrez reúne dragones y mitos como el de Jonás o el Caballo de Troya para ahondar en el poder de la mujer y los símbolos. Pau Masiques reincide con otro retablo sobre los elementos, la naturaleza hostil y la justicia divina. Ferrán Esteve aporta la nota pesimista merced a su Josef D. Presión, mientras Mar Malota nos regala uno de sus retratos simétricos. Martín López se sumerge en un bar bizarro atestado de robots, teletubbies y códigos binarios, mostrándonos lo expresivos que pueden ser los bocadillos sin contener ni una sola palabra. Para finalizar, no podemos olvidar los delirios deshumanizados de Luis Demano y el feísmo de la última incorporación de ARGH!: Paola Gaviria.

15.4.08

Sócrates, el can filósofo

Siguiendo el consejo de algunos bloggers de cuyo buen gusto me fío, acabo de leerme los dos álbumes disponibles de “Sócrates el semi-perro” y sólo puedo ratificar sus alabanzas. La obra de Joann Sfar y Christophe Blain –con colores de Audrè Jardel— supone una reinterpretación de la mitología a través de un testigo de excepción: un can filósofo que se desvela como un excelente narrador. El protagonista, un híbrido entre Rantamplán y Rufferto, es además un ejemplo de lealtad a su amo, el semidios Heracles (un tipo pragmático preocupado por el amor y la guerra). Paradójicamente, el guionista otorga atributos racionales al animal y describe el lado más instintivo del ser humano. Mientras tanto, el autor de Gus se mantiene fiel a la estructura de seis viñetas por página para ofrecernos estampas bucólicas y pecosas mujeres. En el primer volumen destaca el propósito de sorprendernos de Sfar y Blain al interrumpir el monólogo de Sócrates a mitad de la historieta y cerrar el mismo libro con un inesperado y terrorífico delirio de violencia del mejor amigo del hombre. En el segundo tomo, en cambio, prefieren recrearse en la odisea marina de Ulises, personaje que sirve para incluir una referencia realista y cómica de la homosexualidad en la Grecia clásica. Dada su vocación de confidente, el perro será abandonado a merced del cíclope Homero, junto al que ganará bastantes kilos. ¿Y ese misterioso Dios del Mar? Los seguidores de estos dos grandes de la BD esperan con impaciencia la aparición de “Edipo Rey”, la siguiente entrega anunciada de la serie.

14.4.08

Salón del Cómic 2008: Recomendaciones

Autores nacionales:

Astro-Ratón y Bombillita #1: Parece que Chispea, de Fermín Solís (Bang; 13 euros) y Dinokid, de David Ramírez (Norma; 14 euros) y Aventuras de Cacauequi, de Jacobo Fernández (El Patito; PVP por determinar).


Autores internacionales:

Lost Girls #1, de Alan Moore y Melinda Gebbie (Norma, 20 euros); El Reductor de Velocidad, de Christophe Blain (Norma, 19 euros); American Elf: Un Diario en Viñetas #1, de James Kochalka (Apa-Apa; 14,50 euros); Insekt, de Sascha Hommer (Sins Entido; 16 euros); Clásicos Mad #1, de varios autores (Planeta; 19,95 euros); Shazam: La Monstruosa Sociedad del Mal, de Jeff Smith (Planeta; 16,95 euros); Jack Staff: Ecos del Pasado, de Paul Grist (Dreamers; 17,95 euros); Macedonia, de Harvey Pekar y Ed Piskor (La Cúpula; 15 euros); Bajo el Aire, de Osamu Tezuka (Dolmen; 8,95 euros) y Women, de Frank Cho (Aleta; 19,90 euros).


Revistas:

ARGH! #4, de varios autores (Argh!; 5 euros); Dos Veces Breves #14: Especial 90 Años de Surrealismo, de varios autores (Ariadna; 5,95 euros) y Barsowia #11, de varios autores (Polaqia; 5 euros).

10.4.08

Reseñas: Bodycount

Bodycount, de Kevin Eastman y Simon Bisley (Norma Editorial, marzo de 2008). 112 páginas. Color. PVP: 12 euros.

En su afán por recuperar todas las obras de Simon Bisley, Norma acaba de publicar en un solo volumen la serie limitada que firmó en 1996 junto a Kevin Eastman para la editorial Mirage. Como vemos en los bocetos azules incluidos en la galería de pin-ups –de diez páginas, nada menos—, la labor de planificación del guionista ha resultado fundamental, pues no sólo otorga más fluidez al relato, sino que además le aporta un tono cinematográfico muy logrado.

La tortuga ninja Raphael y Casey Jones se topan con Midnight, una chica en apuros perseguida por un despiadado mercenario llamado Johnny. Pero detrás suya también están la mafia de Hong Kong, algunos hombres corruptos del gobierno y distintas facciones de un mismo bando. En esta huida desesperada serán ayudados por personajes como Courtney o Martin, anfitrión del Santuario.

Bodycount es sinónimo de acción trepidante y extrema violencia. Sus páginas están plagadas de casquillos de balas, ojos desorbitados, amputación de extremidades, persecuciones en coche, explosiones y peleas de espadas. Sin duda, es llamativo que una historieta con olor a pólvora esté protagonizada (aunque en ocasiones permanezcan en segundo plano) por una pareja que se decanta por las armas blancas o los puños.

Bisley nos brinda varias splash-pages –tanto simples como dobles— y se fuerza en mostrar todos sus registros (de la caricatura esperpéntica al detallismo más acentuado). ¡Descubre las veces que pinta a Raph con cuatro dedos! Hay escenas sin desperdicio, como la caída del helicóptero o la del escudo humano que usa Johnny –con cierto parecido físico a Fu-Manchú—.

Ahora confiemos en que Norma se decida a recopilar aquellas historias cortas de Juez Dredd que salieron en Cimoc y que pronto nos sorprenda anunciando las TNMT de Corben.

9.4.08

Reseñas: Los Vengadores de los Grandes Lagos

Los Vengadores de los Grandes Lagos, de varios autores (Panini, marzo de 2008). 192 páginas. Color. PVP: 12 euros.

La primera impresión después de leer el volumen de los Vengadores más cómicos de la historia de Marvel es que recuerdan más al Hombre Hormiga de Kirkman o al X-Force de Milligan que a la JLA/JLE de Giffen y DeMatteis. Me refiero a las entradillas de la Chica Ardilla y su querido Monkey Joe o al excelente juego temporal que propone Dan Slott, donde diversos flash-backs irán revelando el presente al que se ve abocado este penoso supergrupo. La plantilla de los Grandes Lagos no tiene desperdicio –en este sentido, la primera miniserie se alza como la aventura más redonda y entretenida—. Mr. Inmortal está condenado a sufrir las muertes más humillantes para luego volver a levantarse (por eso se lleva tan mal con Mortífero). Una suerte similar tiene el efímero Saltamontes, al tiempo que Hombre Plano aprovecha para salir del armario. También son leales Gran Bertha –capaz de convertirse en la modelo Ashley Crawford previo paso por el WC, en uno de los chistes más políticamente incorrectos que he leído en años en un cómic de megahumanos— y la gárgola Dinah Solar (¡vaya gafe!). Además, en estas páginas el Hombre Puerta se transforma en el nuevo enviado de la muerte. Con razón han dedicado un rinconcito de su base secreta a los miembros caídos. Entre los villanos destacan Maelstrom y Batroc, que se alían y ponen en marcha el fin del mundo. Por otro lado, hay cameos de héroes solitarios como Caballero Luna, Spiderman, Lobezno y Daredevil. Paradójicamente, la citada Ardilla, aparte de sus buenos consejos, es capaz de enfrentarse a los poderosísimos Thanos, el Dr. Muerte y Modok y salir victoriosa con sólo ojear sus trading cards.

Slott nos ofrece humor negro a raudales y continuos guiños a los expertos en continuidad. Desgraciadamente, en la parte gráfica nos topamos con el mediocre Paul Pelletier. Por el contrario, en el especial navidad sobresale la labor de Paul Grist y el cartoon de Mike Kazaleh. Aquí, Ardilla se ha encariñado de Speed Ball –no os perdáis la jocosa visión del guionista acerca de su nueva y oscura encarnación como Penitencia—, un argumento al que le sientan fenomenal los dibujos de Paco Medina. Nelson también se luce pintando las ideas de Fabian Nicieza en el crossover con el insoportable Masacre, que aceptará ser reserva de los GLA. La edición de Panini contiene un interesante artículo de Julián M. Clemente y las cubiertas originales de todos los números incluidos.

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Primera aparición del grupo en Los Vengadores de la Costa Oeste.

8.4.08

Reseñas: Los Poderosos Vengadores #3

Los Poderosos Vengadores #3, de Brian Bendis y Frank Cho (Panini, abril de 2008). 24 páginas. Color. PVP: 1,95 euros.

Lo sucedido en esta breve entrega se resume en tres frases. Se recrudece la batalla entre el Vigía y Ultrón mientras Tigra y Hank Pym hacen mimitos. El helitransporte de S.H.I.E.L.D. se precipita y Viuda Negra asume el mando del equipo. Por último, hace acto de presencia la armadura gris de Iron Man. A estas alturas de la trama, Bendis parece agilizar un poco su narrativa al tiempo que Cho hacía rabiar a los aficionados norteamericanos con unos retrasos que aquí no sufriremos. Como de costumbre, Julián M. Clemente nos obsequia con sus sabias palabras.

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7.4.08

Reseñas: Jamilti y otras historias de Israel

Jamilti y otras historias de Israel, de Rutu Modan (Sins Entido, marzo de 2008). 168 páginas. Color y B/N. PVP: 17 euros.

El libro comienza con su historieta más reciente, “Fan”, de estética muy similar a “Metralla”, es decir, una especie de línea clara o BD asiática (esos ojos de puntitos) y un calcado que roza la fotonovela. No obstante, el uso del color y la introducción de algunos estampados siguen siendo bastante característicos. Aquí se nos hace partícipes de la frustración de un músico moderno que se ve obligado a tocar en una sinagoga, todo un baño de realidad.

La siguiente, “Bloqueo de energía”, ya pudimos leerla en El Manglar, y es la primera trama acerca de una familia desmembrada que contiene esta antología –una temática recurrente en Modan—. En sus páginas se puede apreciar un trazo más naif y un cromatismo con aire retro interesantísimos. “El Rey de las Rosas” trata sobre la obsesión de un cirujano en un convento delirante, e incluye un hermoso recortable (además de una incógnita sin resolver).

“Lo pasado” es la única historia en blanco y negro –de hecho, se aprecian los borrones de lápiz— y versa sobre el retorcido destino de tres hermanas que regentan un hotel temático. De fondo, un incendio pretérito y una foto revelada después de mucho tiempo. Resulta llamativa la composición de “Vuelta a casa”, con una viñeta por página, que ahonda en las relaciones amorosas, la confusión colectiva y los traumas de una sociedad demasiado ocupada en sus convenciones.

“Bragas” posee un tono policíaco que admite giros inesperados. En el guión se describe la vigilancia de un asesino que decora a sus víctimas con ropa interior. Los personajes parecen tan humanos como siempre y el estilo se antoja más modernista (ojo al empleo de diferentes tonalidades cromáticas para aumentar la intensidad de las acciones, confirmando a la autora como una enorme narradora gráfica).

Por último, “Jamilti” se centra en una boda a la vuelta de la esquina, el egoísmo del novio y la caridad de una enfermera que socorre a un terrorista suicida. No cabe duda de que la inclusión de este título en la colección Sin Nosotras de Sins Entido ha sido todo un acierto, pues en el trasfondo de estos siete relatos dibujados entre 1998 y 2003 no sólo se ofrece una visión poliédrica de Israel, sino también un estudio del comportamiento femenino.

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4.4.08

Edward Gorey, culmen del género gótico (I)

Era natural que una editorial como Valdemar se hiciera con los derechos de la obra de Edward Gorey. No en vano, fue la encargada de traducir al español los poemas de Lovecraft, así como otras obras de culto igual de imprescindibles. Hoy nos detenemos en el primero de los tres volúmenes bilingües –en exquisita tapa dura— que ha publicado: Amphigorey.

El libro contiene 15 cuentos ilustrados (llamarlos cómics sería demasiado atrevido) por una plumilla tan detallista que roza lo enfermizo. La analogía con Carroll es inevitable, pues el autor de Chicago también siente especial devoción por las nínfulas desamparadas. Pero por encima de todo es el maestro de la turbación y el humor negro –y no sólo germinó la imaginación de Tim Burton, sino la de otros cineastas como David Lynch—. Sus páginas están plagadas de estancias lúgubres, abecedarios del horror y estampas aberrantes (pese a que las imágenes nunca son indecorosas, llegan a resultar estremecedoras).

“El arpa sin encordar” es un relato sobre la curiosa manera de escribir un libro que tiene el protagonista, uno de sus mendigos-aristócratas (visten como outsiders y viven en lujosa decadencia). En este sentido, el trabajo de Óscar Pálmer, que prefirió mantener el sentido del inglés en lugar de mantener la rima a toda costa, hay que calificarlo de sobresaliente. El verbo florido de este anglófilo fetichista rememora a veces el teatro del absurdo con títulos como “El invitado incierto”, donde describe al fantod, una de sus criaturas fantásticas.

Gorey, culmen del género gótico, es capaz igualmente de mostrar una faceta más naif que admite el color –por ejemplo, en “El libro de los bichos”—, pero manteniendo la misma dosis de crueldad. ¿Acaso dirigía estos cuadernos a un público infantil y perverso? Sin duda, el creador de Amphigorey (que reúne obras fechadas entre 1953 y 1965) poseía un ingenio sin parangón, así como una personalidad inquietante.

“La niña desdichada” es una obra muy representativa de su visión de la miseria humana, al centrarse en el rapto y posterior desgracia de una cría. “El sofá singular”, con sus omnipresentes uvas, es tan pornográfica como cómica. Destaca el uso de la sugerencia y la descripción del mueble fatal. En “La dresina de Willowdale” hace acto de presencia la muñeca negra (un presagio de accidente), y en ella seremos testigos del viaje por los raíles de tres personajes a lo largo de un sinfín de páramos desolados, donde lo más llamativo son los dramas ajenos que se narran.

“Los pequeñines macabros” es un antecedente clarísimo de “La melancólica muerte de Chico Ostra”, pero con un desenlace mucho más contundente. Por su parte, “El ala oeste”, sin palabras, es un paseo por un emplazamiento de pesadilla que alberga enigmáticas puertas de madera ribeteada y paredes empapeladas. Además hay sitio para la nana infantil del feo rampante “Wuggly Ump”, una variante muy significativa del clásico “Que viene el Coco”.

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3.4.08

Reseñas: BD Banda #2

BD Banda #2, de varios autores (BD Banda, marzo de 2008). 68 páginas. Color. PVP: 6 euros.

Si tenemos en cuenta que este número debería haber aparecido en noviembre (dado el carácter semestral de la revista), el retraso es bastante considerable. Ojalá se solucionen pronto estos problemas de coordinación y distribución. No obstante, tras leer su contenido, uno rectifica y se alegra, porque la espera ha merecido la pena. Los autores están muy inspirados y la factura es excelente. Incluso las series que vienen publicándose por entregas –a las que afecta especialmente la demora de BD Banda— apenas se resienten gracias a su naturaleza episódica. En el lado negativo sólo se aprecian minucias como esa bibliografía de Fred en gallego (Álvaro Pons redescubriendo joyas de la BD), o la desaparición del editorial –¿se olvidaron de él o han decidido eliminarlo?—.

Monteys se marca una genialidad surrealista en su capítulo de “Calavera Lunar”, con la presencia destacada de la nariz de Mussolini, las orejas de Hitler y los pulgares de Pinochet. ¡Se nota que Carlos Areces está creando escuela en El Jueves! Además cuenta con los preciosos colores de Carmen Recreo. Los guiones de Jorge García le sientan estupendamente a los dibujos de David Rubín, que firma una portada fabulosa y se muestra en estado de gracia con una aventura de Zemo ambientada en un campo de golf lleno de vampiros. ¿Encontrará en el futuro a otros jóvenes superdotados como él?

Javier Olivares amplía el universo naif de Astro con “Teo, becario sideral”, empleando una estética semejante a la de los tebeos de Mariscal. Por su parte, Jacobo Fernández insiste con su colección de “Animais Pantasma” para hablarnos del amor de unos canarios hacia su desdichada dueña en una historieta de época que incluye momentos cómicos y una admiración velada por Tony Millionaire.

Stygryt también se adapta a la perfección escribiendo cortejos costumbristas para Calo en “Julie” (otra paleta cromática maravillosa). ¿Continuará “The Grunt Way” de Carlos Vermut tras esta entrega? Esperemos que sí, aunque su antología “Psico Soda” parece indicar lo contrario. En sus páginas, donde el autor de “Doble sesión” hace gala de una brillante economía de medios, se mezclan elfos y mafiosos, y las advertencias tienen forma de cabeza de dragón.

Doble dosis de “Serpientes ciegas” de Seguí y Hernández Cava, un álbum de espionaje ambientado en los años 30 cuyos derechos ya ha adquirido Dargaud, con una atmósfera muy cinematográfica y algún tributo a Úrculo. Quizá se trate de la colaboración más seria de la revista, y por ello desentona un pelín con el conjunto de este BD Banda. Asimismo, se estrena Alberto Guitián con “Ultratumbia”, en un registro similar al mencionado Monteys con viñetas oníricas y reminiscencias de “Thriller”.

Miguel Robledo es otro representante de esa generación de jóvenes autores influenciados por el manga que no adoptan los arquetipos clásicos del medio, sino que desarrollan un estilo propio. De este modo, el dibujante nos enseña a sus cabezones en plena acción con un despliegue propio del Miyazaki de Sherlock Holmes. Y entre pelucas y maquillaje, Portela e Iglesias describen las ventajas e inconvenientes de no tener sombra en “Peter Schlemihl”.

Por último, Germán Ermida entrevista en esta ocasión al siempre lúcido Max (al que pudimos leer no hace mucho en Desde el abismo), que asegura estar trabajando en la continuación de Bardín. Y ahora crucemos los dedos para que la próxima entrega de BD Banda salga cuando corresponde (es decir, en septiembre), o que al menos no se retarde más allá del próximo Expo Cómic.

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2.4.08

Reseñas: The Spirit #1

The Spirit #1, de Darwyn Cooke (Norma Editorial, marzo de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 4,50 euros.

Empecemos diciendo que las aventuras de Spirit firmadas por Will Eisner nunca superaban las siete páginas. Al trasladar sus historietas a comic-book, Darwyn Cooke se adapta a las 22 planchas de este formato y presenta una Central City actualizada con ordenadores y ONG, donde el programa de TV “Sala de Urgencias” se convertirá en recurso narrativo habitual. “Fría como el hielo” relata el secuestro de la reportera Ginger Coffee (cuyo lenguaje pone de los nervios a Denny Colt). La despreciada Ellen, novia del protagonista, recuerda más que nunca a la Chica Invisible, mientras el deforme mafioso Píldora parece un homenaje a Sin City. ¡No os perdáis las irrupciones estelares del Señor Azul en el asiento trasero de un coche y en la cañería de las cloacas! Y por fin conocemos la nueva versión –políticamente correcta— de Ebony / Robin, ya sin rasgos caricaturescos. La importancia de las mujeres en Spirit se pone de manifiesto en “La devorahombres”, episodio en que P’Gell queda retratada como una auténtica mantis. Mención aparte para Hussein Hussein, un personaje cómico que ejerce de celestino durante la recepción diplomática. Por su parte, Norma mantiene la sección de texto “The Spirit News”.

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1.4.08

Fermín Solís, prácticamente prolífico en todo

He leído recientemente “Otra vida” de Fermín Solís, uno de sus primeros cómics (donde la influencia gráfica de Chester Brown era aún muy notable). Como en “El hombre del perrito”, el autor también dispone aquí de un triángulo de personajes: un joven solitario, un anciano senil huido del asilo y una joven paralítica que trabaja en un peep-show. Y de pasada, unas referencias a Pessoa. El relato posee una estructura circular y una narrativa muy limpia, casi sintética. Pero la gran sorpresa nos espera en la página 23… ¿O creíais que esto era otro slice of life? El creador del inminente Astro-Ratón y Bombillita daba una lección de comix indie a principios del milenio. ¡Y ya es papá por segunda vez! Sin duda, los hay que son prolíficos en todo.

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