La luz ámbar de Dámsmitt

Dámsmitt es otra joya surgida alrededor del colectivo Polaqia. El prolífico Kike Benlloch ya destacaba en el fanzine Barsowia al codearse con unos cuantos dibujantes capaces de plasmar sus llamativos guiones. Aquí se une a Manel Cráneo para presentar una historia que conjuga elementos aparentemente anacrónicos como zeppelines, relojes de cuerda, palomas mensajeras y robots. Del relato costumbrista se pasa a la novela de espías de la mano de dos personajes bastante creíbles (son contradictorios, tienen sus adicciones): el gitano Rumalrus –exiliado por su propio pie de la comunidad romaní— y Dámsmitt –un curioso inventor que añora los años de autoritarismo en Capital—. Con el uniforme de empleados de Correos deberán hacer frente a las revueltas sindicales y a las investigaciones secretas de la Policía, al tiempo que intentan desvelar el misterioso contenido de una caja. Benlloch introduce elementos fantásticos como un hombre resucitado, o el curioso sistema de proyección de luz ámbar que permite ver el interior de un sobre sin abrirlo (el mismo color que Cráneo, cercano a la línea de Luis Durán, usa en el bitono). El lector se sorprenderá con las elipsis y los continuos cambios de ambientación, así como con los ingredientes mágicos de algunas escenas –el sueño de Dámsmitt, sin ir más lejos—. Y para mayor suspense, dos personajes centrales de la obra desaparecen en el mismo momento. La edición de Dibbuks contiene un prólogo de Jason Lutes, un epílogo situado en el futuro de la acción principal y un anexo ilustrado a modo de periódico decimonónico que se llama “Capital Gráfica”.