Reseñas: Concrete #6

Concrete #6: Una Extraña Armadura, de Paul Chadwick (Norma Editorial, septiembre de 2007). 208 páginas. B/N. PVP: 14 euros.

“Escribir un guión para cine supone un tercio de imaginación, un tercio colaboración y un tercio negociación. Todo guión supone un reto: hay que realizar un montón de notas sobre el desarrollo del guión, enfrentarse a los problemas de logística y de choque de egos. Siempre me impresiona que todos los años lleguen a estrenarse un puñado de buenas películas, ya que sé que el proceso para hacerlas es casi siempre muy descorazonador. Pero a la hora de la verdad, en el negocio del cine hay un montón de gente inusualmente inteligente y decidida que logran que, de alguna manera, las cosas funcionen.”

La historia que da título a este volumen, “Una extraña armadura”, fue editada a color por Planeta hace algunos años. En ella, Chadwick presenta el origen definitivo de Concrete partiendo del guión de cine que escribió para un proyecto que luego se abortaría. De este modo, el autor profundiza en el drama de la abducción, en la repulsiva tecnología alienígena y nos brinda uno de esos pocos momentos en que Ron Lithgow todavía tiene apariencia humana. Debido al tono cinematográfico del episodio resulta comprensible el exagerado comportamiento de un personaje miserable como Joe Stamberg, que promueve la gran mentira del gobierno. Frente a él, y con actitud rebelde, la criatura rocosa irá esculpiéndose a base de instantes traumáticos, deparándonos un final hollywoodiense con explosiones incluidas.

“Busco el realismo” narra el encuentro lisérgico de Chadwick (Dios) y Concrete –su creación—, a quien concederá su deseo más hondo. “Sueño agitado” y “Observando el atardecer”, ya publicados en la recopilación de historias cortas de Norma, son breves pero contienen algunas de las mejores viñetas de la serie. En “El mundo bajo la piel”, el protagonista da rienda suelta a su imaginación siniestra, mientras “Corriendo” pone de relieve la comicidad del personaje. “En el dormitorio de Van Gogh” es un capricho artístico en formato apaisado, al tiempo que “Más brillo” abunda en la idea del ahorro en efectos especiales merced a los poderes de una misteriosa maga (¿Astra?).

A continuación, Chadwick ofrece dos entregas de “Un cielo de cabezas” –una de ellas inédita en nuestro país—, una propuesta alternativa del dibujante que tampoco llegó a buen puerto y que fueron encajadas aquí. Asimismo, ambas historias poseen un tono underground muy llamativo. Finalmente, en “El edificio que no explotó” se habla de una cuna arquitectónica de artistas, de la condición humana al fin y al cabo, a través de la meditación trascendental. Y de regalo, una galería de portadas que bordean lo kitsch.