14.4.05

Medalla de bronce para Kane #2

Kane #2 (Dolmen, abril 2005). 206 páginas. PVP: 12,95 euros

Hacía tiempo que no me leía un cómic de una sentada. Y menos con doscientas páginas. Cuando llega a mis manos uno de esos tomos que recopilan un arco argumental suelo saborearlo todo lo que puedo, a no ser que la historia me enganche desde el principio y decida leerme unos cuantos episodios seguidos. Pero lo ocurrido con Kane #2 tiene pocos precedentes. Y sus finales con sorpresa llevan parte de culpa.

En este volumen, además de continuar la entrevista a Paul Grist del número anterior (donde el autor justifica su trabajo en Jack Staff como un modo de llegar a más lectores), Dolmen Editorial ha optado por incluir las cubiertas originales a toda página.

Argumentalmente, el segundo ejemplar de esta colección sigue perfilando la psicología de muchos personajes secundarios. Sin ir más lejos, la primera aventura refleja la problemática infancia del mafioso Oscar Darke, cuyo rostro cicatrizado proviene de un ramo de rosas mal encajado. Su madre huyó del hogar a causa de un padre que abusaba de ella, circunstancia que desembocará en un mocoso Darke disparando repetidas veces sobre un agente de policía.

En cuanto circulan rumores de que el matón de la ciudad ha sido asesinado en el cementerio, la impaciente prensa de Nuevo Edén enseguida se pone manos a la obra con un obituario. El relato, intercalado con la maniobra antidisturbios de un contundente Nelson, sirve para conocer más a fondo la leyenda del comecorazones. Además, entra en escena una enigmática mujer de gafas oscuras y peluca rubia, al parecer enfrentada al líder de las bandas.

De vez en cuando se suceden episodios menores, como el caso de una limpiadora vengativa que envenena al camello que acabó con la vida de su hija. Mientras tanto, el comisario designa a Lovett como compañero de Kane, lo cual conllevará algún que otro roce entre ellos.

Grist utiliza el flashback como mejor recurso para explicar el reverso de cuanto acontece. Se trata de la misma estructura narrativa de pirámide invertida que se emplea en los medios de comunicación. O eso, o los habitantes de Nuevo Edén poseen una memoria prodigiosa. Ello queda especialmente patente en el capítulo donde el detective Kane visita a su archienemigo Darke en el hospital a través de las distintas situaciones límite que unieron a los dos personajes. Todo apunta a que una conspiración se cierne contra el antaño señor de los negocios turbios.

Otro momento destacable se encuentra en la perspectiva que escoge el dibujante para narrar la ronda de los agentes Steve Donahue y Miguel Pérez, un plano secuencia en el que el lector parece ocupar el asiento trasero del coche patrulla. Y en lugar de hacerse aburrido -como todas esas viñetas repetidas de Powers-, al contrario, aporta un ritmo vertiginoso al relato.

Para terminar, una vuelta al pasado de Kate Félix, cuando aún era una niña y en sus visitas a la comisaría se convertía en testigo de excepción de las miserias de Nuevo Edén.

Con justicia le adjudicamos la medalla de bronce del mes de abril y lo recomendamos a todo aquél que por lo general se sienta defraudado ante los cómics para adultos. Y si encima echas de menos Canción Triste de Hill Street, mejor.