4.5.05

Lamu: Hormonas alborotadas

Lamu / Urusei Yatsura #1, de Rumiko Takahashi (Ediciones Glénat, mayo 2005). 414 páginas. PVP: 12 euros.

En formato big-manga, quizá el más apropiado para las historietas procedentes del Sol Naciente, Glénat presenta ahora la edición integral de otra obra cumbre de Rumiko Takahashi: Lamu, una comedia de más de 6.000 páginas publicada originalmente a finales de los setenta por donde desfilan naves invasoras, monstruos de la cuarta dimensión y una gran concentración de hormonas adolescentes.

Ataru Moroboshi, el protagonista, es un joven cuyo gafe supera las fronteras terrenales, y conforma un triángulo amoroso junto a Shinobu, su compañera de clase y novia oficial, y Lamu, un súcubo que vuela y echa descargas eléctricas a su cariñín. A su lado, el inseparable y monje Cherry, un pájaro de mal agüero. Como secundarios destacan Sakura, la sobrina del maestro de las artes dhármicas, una sacerdotisa con la que provocará más de un desaguisado. También entra en escena Rei, un habitante del planeta de Lamu con un hambre desaforada que se transforma en toro cuando le vence el instinto. Además hay papeles sin nombre muy valiosos, como los desencantados padres de Ataru, sus compañeros de colegio o los curiosos vecinos de la familia.

Sobre el argumento central de este manga sobrevuela siempre la tensión sexual no solucionada de sus personajes. La fatalidad suele cebarse con Moroboshi cuanto más cerca está de lograr su obejtivo. Y de vez en cuando Takahashi premia al lector con algún desternillante top-less. ¿Para qué si no los cuernos y el bikini de leopardo?

La serie está estructurada en episodios cortos de 20 páginas, y en este primer volumen se recopilan un total de 19 historias. La medida justa para continuar con la lectura, merced a la envidiable inventiva de la autora, que no tropieza en la repetición de gags de instituto y alcanza momentos geniales en aventuras como la del muñeco vudú, o aquella en la que hace acto de presencia un hilarante Ataru júnior.

Los fabricantes de estanterías se frotan las manos: con la presente y las demás colecciones de la reina del manga (Maison Ikkoku, Ranma 1/2 y Inu-Yasha) ya se puede llenar un armario empotrado. Sin hacer cálculos de precios, ¿no asustan al otaku medio series tan extensas? Yo desde luego, pese a haber disfrutado de lo lindo leyendo este tomo (sin comparación al lado del formato comic-book que usó Planeta en su edición inconclusa), prefiero picotear en otros títulos, géneros y autores. Ya me ocurrió antes con supuestos clásicos como Black Jack o Astroboy. ¿Me habré convertido en un occidental impaciente?

2 Comments:

At 7:35 p. m., Blogger Koopa said...

Mmm... estoy dudando entre este u otros títulos para comprar en el saló del comic, tomo nota, tomo nota...

 
At 9:01 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ya te digo, yo no lo pasaría por alto. Garantiza horas y horas de diversión (qué puente de Mayo he pasado)... Muy picante, muy juvenil.

 

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