15.6.05

Psicoanalizando La Serpiente Roja

La Serpiente Roja, de Hideshi Hino (La Cúpula, junio 2005). 192 páginas. PVP: 7,95 euros.

Empieza a publicarse en España la obra del cineasta y dibujante Hideshi Hino, uno de los tótems del nuevo terror japonés. La medalla hay que ponérsela a La Cúpula, a pesar de ciertos errores de edición como bocadillos cortados sin piedad por la guillotina o la extraña manía de subtitular las onomatopeyas.

Nuestra toma de contacto se produce con La Serpiente Roja, un volumen único que relata bajo la perspectiva de un niño aterrado la maldición que se cierne sobre una familia nada corriente. El autor conseguirá contagiarnos el miedo del protagonista a través de aberrantes imágenes cargadas de simbolismo, pero sobre todo sobresale su capacidad para absorber nuestra atención hasta la última viñeta, así como su dominio para cerrar de forma circular una narración que no deja indiferente.

El clan sobre el que cae la influencia de la serpiente roja (alegoría de la catástrofe que se viene encima) podría estar compuesto por cualquier vecino de nuestro bloque: un hijo con derramamiento de retina que se obceca en franquear los pasillos prohibidos de una casa inabarcable, un abuelo con un quiste del tamaño de un huevo de avestruz que debe ser masajeado con contundencia por su nuera, una abuela que se cree una gallina y un padre que le sigue la corriente, una hija que se acuesta con trilobites y se levanta mordida por una culebra. Sin duda, la presentación de personajes es ejemplar.

Una noche, el niño -que duerme debajo de un naipe- experimenta una especie de viaje astral que provocará la rotura del misterioso espejo de bronce verde que había en la puerta sellada de su hogar. Y desde ese instante, como en las películas de David Lynch, ya nada vuelve a ser lo mismo. La desgracia cae sobre la familia y emergen los impulsos más infames de cada cual: serpientes acariciando escotes adolescentes (mi viñeta favorita), mutilaciones a golpe de guadaña, sangre a borbotones, rostros deformes, decapitaciones múltiples y criaturas monstruosas que recuerdan a aquellos finales de películas de serie B con traca final desproporcionada.

Como mencionaba antes, la historia tendrá un final idéntico al principio (sí, se repiten las páginas tal cual), con referencias a los postes telegráficos que aparecían en las Poesías de la Sangre de la introducción. Al terminar la obra (que incluye un curioso epílogo escrito por Hino), uno hace un poco de psicoanálisis... ¡Qué peligrosa puede resultar cualquier estampa de la memoria en una mente retorcida! Apuesto a que el dibujante asistió en su infancia a uno de esos números de curandero que acaban sacando una tenia por la boca.

2 Comments:

At 12:18 p. m., Blogger indecible said...

Al leer lo de la tenia que salía por la boca, me he acordado de algo que leí en celemines.blogspot.com. Os lo copio:

La solitaria tiene un nombre horrible para ser un gusano. Vive en la barriga y para hacerla salir hay que estar varios días sin beber y comiendo bacalao. Después se coloca un vaso de agua delante de la boca, y con la boca muy abierta se espera a que el gusano, sediento, suba por los tubos hacia la garganta y salga por la boca hasta alcanzar el vaso. Así se libra uno de la solitaria.

No sé quién me lo contó ni por qué. No sé si es verdad o mentira. También esto lo sueño.

 
At 9:29 p. m., Blogger Kalashnikov said...

Debe tener algo de cierto, Indecible. Es una técnica de la que yo también había oído hablar, aunque creo que sólo la emplean las tribus amazónicas que no tienen acceso a un sistema sanitario.

¡Gracias por el comentario y el enlace!

 

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