26.8.05

Roco Vargas: La estrella lejana (El País)

Mi primer encuentro con la obra de Daniel Torres fue el anuncio de helados Avidesa. Poco después me llenarían de intriga las cubiertas de Opium que reproducía la revista El Cairo, que uno de mis hermanos compraba esporádicamente. Entonces no sabía lo que era la línea clara ni los trazos modernistas, a pesar de una etapa juvenil marcada por la lectura de cómics europeos. Adentrarse ahora en el universo de Roco Vargas supondrá una gozada para los entendidos: sus viñetas están llenas de referentes y sus cuadros de multitudes futuristas son auténticas obras de arte. Si unos comparaban a nuestro Carlos Giménez con Will Eisner, Daniel Torres ha de equipararse cuando menos con Moebius; no por el estilo de dibujo, sino por compartir la saludable tendencia de relativizar los géneros de la historieta.

En La estrella lejana hallaremos los orígenes gloriosos del protagonista, en una trama narrada en flashback a sus camaradas Rubí y Sansón. La acción se sitúa en el instante en que Roco conoce al científico Pierre Covalsky, que lo adoptará como aprendiz mientras en las calles se debate una guerra. Años después, tras reclutar a Saxxon y Panamá, otros aventureros siderales, serán contratados por el Gobierno de Urano para desarrollar un motor de propaxol capaz de recorrer el Sistema Solar en pocas horas. Pero el avance de la tecnología volverá a caer en las manos equivocadas y en las mentes más ambiciosas, de manera que alguien deberá deshacer el entuerto.

La edición de El País, de 60 páginas, contiene una galería de ilustraciones y carteles así como un brevísimo repaso de la serie. Tras una ávida lectura no puedo dejar de resaltar dos momentos estelares del álbum: "¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es chatarra!", dice Vargas al ver estrellarse la nave de unos visitantes. La otra escena hilarante se produce cuando se pone en funcionamiento el laberinto de información de Urano, que aúna los métodos más arcaicos con los más avanzados... ¡Vaya lío!