11.10.05

Críticas: La maldición de las verduras

No había visto los cortometrajes anteriores de Wallace & Gromit, aunque siempre me llamaron la atención los fotogramas que aparecían de vez en cuando en la revista de Canal Plus o en algún anuncio de TV. Sí visioné en su día Rebelión en la granja, aunque en formato vídeo, y mis sobrinos y yo pasamos un buen rato. Creo que también he probado con el videojuego (nada del otro mundo)...

El caso es que anunciaron el estreno de La maldición de las verduras y no me resistí demasiado: pregonar la animación en plastilina en la era de los efectos digitales tiene mucho mérito, aunque seguro que los ordenadores han facilitado mucho la labor de Aardman Animations -sin ir más lejos en la escena de la explosión del avión o en el virtuosismo de los túneles en la tierra-.

La verdadera joya de esta película es el perro Gromit, que pese a no articular palabra es capaz de esbozar un gesto cómplice, convirtiéndose en el auténtico protagonista del filme.

La historia gira en torno a un misterioso were-rabbit o "conejo-lobo" que arrasa con las cosechas del vecindario poco antes del esperado festival de hortalizas gigantes. Para solucionarlo, los habitantes requerirán los servicios de Wallace, un inventor cuya única debilidad es el queso. Entre sus artefactos sobresalen unos retratos de sus clientes -con los ojos en tres dimensiones- que funcionan a modo de alarma.

Destaca la presencia de Lady Tottington, una aristócrata con el pelo en forma de cacahuete que organiza el evento. Asimismo, el trastorno de identidad del conejo Manso proporcionará grandes momentos de comicidad.

Por si fuera poco, según avanza la trama asistimos a un cumplido homenaje a King Kong (qué hermosos fotogramas ralentizados y llenos de humo... no veía algo así desde Fraggle Rock). El largometraje está introducido por un hilarante episodio donde los pinguïnos de Madagascar tendrán que enfrentarse a un caniche rabioso.

Los aficionados al cine de animación no deben dejar pasar este valor seguro.