25.4.06

Reseñas: Opium

Opium: Daniel Torres, Francisco Pérez Navarro, Incha-Ramón Marcos (Norma Editorial, abril de 2006). 240 páginas. PVP: 12 euros.

Hay dos Opiums bien diferenciados en este tomo: la novela gráfica que Daniel Torres firma en 1983, de 50 páginas, y la serie de seis comic-books a todo color que editó Norma en 1989, realizada por el equipo del dibujante valenciano. El presente volumen reúne este corpus en formato pequeño (tamaño Strangers in Paradise) y en blanco y negro, añadiendo bocetos e ilustraciones extra.

En la primera obra, el autor se introduce en la propia historia antes de dar rienda suelta a su torrente de fantasía. Torres emplea un lenguaje juguetón y sin complejos, rebosante de humor, al tiempo que desarrolla un estilo claro y modernista donde las tramas poseen un papel primordial. Aquí, el presentador televisivo Rubén Plata es más lisonjero que nunca, y su novia Blanca Clara provocará numerosas situaciones cómicas tras ser sometida y hospitalizada una y otra vez. En esta parte, sobresale el capítulo titulado "Sueños de papel", que se dedica al mundo de los cómics. Parece como si el artista hubiese encontrado en estas tramas cortas el vehículo perfecto para sus personajes.

"Un nombre fuerte, adictivo y que produjese escalofríos sólo con oírlo", dice Torres en la introducción, que se llena de justificaciones en torno a su tratamiento de la raza china. Lo usual en estos tiempos de corrección política. Muchos mangas de Osamu Tezuka empiezan con un aviso semejante. Opium es el chino empeñado en atacar indiscriminadamente a las masas decontroladas, y le acompañan la sádica Acapulco y el forzudo Gulp.

Por otro lado, los comic-books reflejan un Mundópolis más estilizado, con algunos pasajes brillantes como cuando Plata quiere combatir una plaga de mosquitos disfrazado de chupóptero gigante, o la enorme cafetera que construye para enfrentarse al ataque de los electrodomésticos. Inspirado por Fumanchú, Opium es la encarnación del villano retorcido que siempre ríe el último. En estos números de retrofuturismo (con viñetas que recuerdan a Eisner y Moebius) hallamos una narración más torpe, como ocurre en "La sonrisa helada", que a la mitad ya se hace larga y pesada. Por el contrario, "Piel de plata" aporta un nuevo punto de vista con el antihéroe encerrado en prisión, y mezclando la conciencia de clase con los clones. También destaca la caracterización de los gremios del crimen, cada cual con su uniforme, y la fenomenal campaña de imagen final.