22.5.06

¿Una brizna de hierba, Luke?

Los rivales de Painful Gulch (1962) es una de las aventuras más conocidas de Lucky Luke, quizá por tener versión animada en la serie de TV. En este episodio, el veloz cowboy tendrá que mediar entre dos familias enfrentadas: los orejones O’Hara y los narizones O’Timmins, peleados desde tiempo inmemorial por el cauce de un río. A Luke, que está de un humor de perros, lo nombran alcalde, y para hacer las paces manda celebrar el día de la fundación de la ciudad. Los concursos se amañan buscando el bien común, con pica-pica en las monturas y dianas trucadas, pues los clanes enemigos tienen muy mala puntería. Destacan la cómica escena del baño interrumpido y la tonalidad de las viñetas del incendio, verdaderamente sublimes. Como curiosidad, el dueño de un saloon irá a pedir la cuenta al vaquero solitario cuando éste parece dispuesto a partir sin pagar. De nuevo, el diálogo propuesto por el protagonista desemboca en la solución del conflicto, aunque nunca encuentre un remedio infalible a la primera. Es revelador que Morris firme todas las páginas junto al nombre del guionista.

El Séptimo de Caballería (1965), que debería haberse traducido “El Vigésimo de Caballería”, es una ácida crítica a un ejército al que le pierden la fanfarria y la burocracia. Sin ir más lejos, veremos a un coronel al que se le van cayendo las medallas de la casaca. Sitiados en Wyoming y rodeados por cheyenes, arapajoes y sioux, el peso de la batalla recaerá en el general McStraggle, cuyo hijo suele recibir toda clase de castigos para evitar favoritismos. La lavandería del fuerte está regentada por el oriental Ming Li Foo, que introducirá varios chistes, al igual que el sombrerero. Sobresale en este aspecto el diálogo con señales de humo de los indios –uno de ellos recibirá todos los golpes-, y la broma repetida de la pipa de la paz infumable. Y Luke estará allí para abrir un túnel que les ayude a escapar... Goscinny presenta además a un personaje muy interesante: el desertor (Flood) que ayuda a los propósitos indígenas con una pluma en el sombrero.

El gran duque (1973) cuenta la historia de un aristócrata de la Rusia zarista que quiere conocer el Far West en primera persona. Resulta paradójico que Luxy Luxy (como lo llama el visitante) se empeñe en mostrarle la cara amable del Oeste, falseando la hostil realidad de la frontera. Debido al idioma, asistiremos a algunos gags servidos por el edecán y aprenderemos interjecciones como “¡Fredia!”. En la sombra siempre permanece un espía que fracasa en su intento de atentar contra la celebridad extranjera, pero éste no tiembla ni a la hora de la ruleta rusa. Este capítulo de Lucky Luke debió aparecer en la época en que su revista iba dirigida a lectores adultos, pues hallamos a la corista Laura Legs (de cuyo zapato beberá champán el propio duque) y a su proxeneta Jackson. La extravagancia culmina con los soldados del Séptimo de Caballería disfrazados de indios y un ataque con balas de fogueo. Luke volverá a mostrar su lado retorcido cuando recurre a los servicios del periódico local para trastornar la vida salvaje. Hay pequeñas joyas desperdigadas en este álbum: cuando Jolly Jumper bromea con el acento de la localidad ganadera de Abilene (“Muuu”) y el instante en que el temido Texas Ripper recuerda sus orígenes.

El Pony Express (1988) tiene guión de X. Fauche y J. Léturgie, autores de Daily Star y Sarah Bernhardt que recogen el testigo de Goscinny para divertir instruyendo con otro hilarante episodio histórico, al igual que clásicos como Astérix o Tintín. En la carrera del progreso estadounidense, el papel del correo montado fue bastante efímero, pues al poco tiempo se inventó el telégrafo. Pero los autores de Lucky Luke retoman esta época para narrar los sabotajes a los que tuvo que enfrentarse. El primer interesado en que el invento fracasara era la Pacific Railway, encarnado en el malvado Ballast. Luke tendrá que inaugurar la línea y afrontar el primer envío. Mientras tanto comprobaremos que su sombra sigue siendo menos espabilada que él. Previamente se llevaba a cabo una entretenida selección de personal por donde desfila el mismísimo William Cody. Los hermanos Dalton y Rantamplán tendrán una breve irrupción en el capítulo, y el perro nos proporcionará uno de los mejores momentos del álbum al reconocer al vaquero. Otra secuencia reseñable es la protagonizada por Lola y sus Girls –continúa el cabaret-, que acabarán engatusando a Tortuga Ágil. El final de la trama recuerda al desenlace de La Vuelta al Mundo en 80 Días... ¡No olviden tener en cuenta el cambio horario en sus apuestas!

La leyenda del Oeste (2002) es una obra póstuma de Morris que cuenta con la colaboración de Patrick Nordmann en los diálogos. Al observar los perfiles poco definitorios de algunos personajes se atisba la presencia de algunos ayudantes en la labor gráfica. Planeta lo sacó a la venta recientemente, dos euros más caro de lo usual, pasando por alto ciertos errores tipográficos (como esa Courier que no debería leerse), y manteniendo un tratamiento de color moderno que no favorece a la serie -¡malditos degradados!-. El planteamiento de la aventura es muy atrayente, en la línea de Fuera de la Ley, o western dentro del western, al cuestionar la veracidad de sus leyendas. Todo viene de la mano del espectáculo Wild West de Buffallo Bill, que recrea de manera amable las andanzas de los Dalton. El encuentro entre los actores que interpretan a los forajidos y los cuatro hermanos será memorable. Por el contrario, Lucky Luke dice no considerarse una celebridad del Far West, y permanece en un intrigante segundo plano hasta que se hace irremediable. Este cowboy ya no fuma, sino que lleva una brizna de hierba en la boca. Tampoco impresiona tanto como antes: en una viñeta será arrollado de una patada en el culo. Cabe apuntar dos gags muy ingeniosos: aquél en que un niño llama "Rintintín" a Rantamplán (aunque es su nombre en ciertos países) y ese otro en que un caballo se deja atrapar por Joe Dalton.

2 Comments:

At 10:49 p. m., Blogger Tarambana said...

Disculpa que comente el subtítulo de tu blog, pero es que no pude evitarlo. No leas demasiado a Freud, que acabas traumatizado! jejeje

Mola tu blog, enhorabuena. Saludos!

 
At 6:04 p. m., Blogger Kalashnikov said...

Gracias, John. Las palabras no son mías, sino del sabio Dr. Infinity, celebridad en el mundo de los tebeos según "Pussey!", de D. Clowes.

 

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