22.6.06

Lecturas de salón: Shanna (Frank Cho)

Shanna, de Frank Cho (Panini Comics, junio de 2006). 140 páginas. PVP: 15 euros.

No nos engañemos: Shanna no es una novela gráfica hecha para entretener, aunque se lee de una sentada (no os dejéis engañar: el grosor del volumen se debe a la calidad del papel), sino más bien creada para satisfacer el placer onanista del aficionado. Frank Cho lleva sus objetivos un poco más allá -por algo se respeta su trabajo con las grandes editoriales, así como su tira Liberty Meadows-, pero no llega muy lejos. Se limita a ofrecer un guión mediocre, propio de telefilme, con un narrador en forma de diario médico aburridísimo que no logra transmitir ningún sentimiento. Por su parte, los personajes son bastante planos: ni el clon neumático que responde al nombre de Shanna –nada que ver con la compañera de Ka-Zar-, ni el bigotudo y soso Doc consiguen parecernos reales; tan sólo el joven del parche (al que vemos perder el ojo al comienzo de la historia) nos provoca cierta simpatía. Asimismo, el seguidor medio de este autor se preguntará por qué no se lanza de una vez al mercado underground, en lugar de pelear todos los días con la censura. ¿Será porque pagan peor? ¿O es que no sabe que en Marvel no le dejan enseñar más de medio pezón?

Un equipo de investigadores aterriza en una misteriosa isla donde aún perviven los dinosaurios. Allí encontrarán un laboratorio nazi donde se desarrolla un proyecto para crear super-soldados (sí, Shanna salió de una probeta). Por error, el grupo activará un gas tóxico que obligará a dejar en cuarentena a los afectados mientras Doc y la heroína salvaje van en busca del antídoto. La parte jurásica es precisamente uno de los puntos fuertes de esta obra. Cho plasma con maestría la naturaleza hostil de los reptiles, sus estampidas colosales y su reverso sangriento -o cómo engullir una pierna como si fuera un cacahuete lanzado al aire-.

La apariencia de Shanna también da pie a algunos chistes, aunque el dibujante prefiere evitar cualquier rastro de humor. Sin embargo, llaman la atención las posturitas, los modelitos y las cicatrices simétricas. ¿Pero de dónde saca tiempo para usar el Rimmel y el pintalabios?

3 Comments:

At 12:37 a. m., Blogger Yorkshire said...

¿Y qué esperabas, Kalashnikov? Es una historia muy floja, pero floja... pero con un dibujo deslumbrante :). Yo me la esperaba entretenida la historia, pero tienes toda la razón: al final aburre.

 
At 11:07 a. m., Anonymous Anónimo said...

Por lo que decís parece ideal para el pecador solitario. Supongo que el formato del comic permitirá que se mantenga abierto por si mismo.

 
At 6:07 p. m., Blogger Kalashnikov said...

Desde luego, Nexus, Panini ha pensado en todo. Puedes leerlo con las DOS manos libres. Yo he encontrado dos pezones asomando. ¿Y vosotros?

Tienes razón, Yorkshire, ya estábamos prevenidos, pero hay que reconocer que Frank Cho consigue engancharte en la lectura. Mantiene el interés en una obra larga (que es más complicado), aparte de su calidad gráfica. ¿Que se podría haber contado en tres o cuatro números? ¡También!

 

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