2.10.06

Reseñas: Ed, el payaso feliz

Ed, el payaso feliz, de Chester Brown (La Cúpula, septiembre de 2006). 226 páginas. PVP: 11,95 euros.

Chester Brown dedicó más de diez años de su vida a terminar Ed, el payaso feliz. La novela gráfica se publicó por entregas en Yummy Fur, una revista autoeditada por el dibujante canadiense. Ahora se publica en España (con buen papel y a un precio inmejorable) de la mano de La Cúpula, que editó en su día El Playboy –obra que se merece una inmediata reedición en tomo-. Confiamos en que las ventas permitan la recuperación de otros títulos como I never liked you.

Al ver tantos personajes siniestros y semejantes situaciones descabelladas, uno piensa que el autor no tenía muy claro su objetivo al empezar la historia. En este sentido, creo que Álvaro Pons la comparó acertadamente con El garaje hermético. Pero según avanza el libro, comprobamos que Chet va atando cabos y otorgando sentido a los detalles más surrealistas.

Como en el Otoño en Pekín de Boris Vian (que ni se desarrolla en otoño ni tiene lugar en Pekín), la alegría del payaso feliz apenas dura una viñeta, pues Ed será el blanco de casi toda la violencia generada en la novela. Su parecido con los niños desvalidos de Carlos Giménez es más que palpable:



Atención a la traducción actualizada de Hernán Migoya.



Brown maneja las perspectivas y las elipsis tan bien como Tarantino. Sabe mezclar pigmeos con caníbales, mujeres cazadoras con matavampiros, doctores sádicos con policías que llevan antifaz... Con extrema crudeza, combina caminos ascéticos y viajes astrales, programas científicos de TV y portales dimensionales, la cabeza de Ronald Reagan transformada en un pene y un hombre que no puede parar de cagar.

Ed, el payaso feliz es un cómic tan desconcertantemente revelador que tiene un puesto asegurado entre los mejores del año.