7.1.07

Reseñas: JLA/JLE #10

JLA/JLE #10, de varios autores (Planeta de Agostini, diciembre de 2006). 208 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Después de conseguir editar el annual #1 de la Liga de la Justicia, David Hernando anuncia que en el nº16 se incluirán los complementos que hasta ahora se habían obviado, una estupenda noticia para completistas de Giffen y DeMatteis pese a tratarse de páginas escaneadas. La única pega que se le puede poner a este tomo es que Planeta ha colocado los episodios desordenados cronológicamente, porque en cuanto a contenido es uno de los más divertidos. Mientras que las sagas cósmicas asemejan más a esta serie con el resto de publicaciones superheroicas, los episodios cortos e intrascendentes –plagados de chistes y genialidades- son los que han pasado a la posteridad por innovar (y satirizar) el género.

Por ejemplo, en las historias de la JLA hallamos a Sónar, un ladrón metahumano que conduce al periodista-basura Tortolini al Dark Side, el bar favorito que frecuentan los villanos. La jugada de cartas posterior constituye uno de los momentos álgidos de la colección, pues resulta inevitable para el lector soltar alguna carcajada. La galería de personajes está integrada por el Caballero, Masa Negra, Brainstorm, Roca Negra y Palanca… Y con esos nombres no creo necesario abundar más en la idea.

El annual maldito sitúa a Batman al frente del equipo en una lucha por parejas contra una fuerza maligna que se extiende por diversos puntos del mundo. El Detective Marciano, que recurrirá a la máscara del Dr. Destino, tendrá un papel protagonista. La historieta está dibujada por Bill Willingham, al que ayudan entintadores de la talla de P. Craig Russell o Dick Giordano.

Por su parte, la JLE se topará con el extravagante héroe británico Beefeater justo cuando disfrutan de unas horas de sol en el jardín de la embajada -¡por fin vemos a Power Girl en bikini!-. Tras un desastre con la unidad de taquiones instalada por Kilowog, la rama europea se trasladará a Londres, donde Catherine Cobert adquirirá mayor responsabilidad. Después de tanta tensión acumulada, el Capitán Átomo se quitará el estrés yendo de compras con la pandilla, lo que propiciará nuevas situaciones cómicas. El apartado gráfico recae en el dibujante de larguiruchos Marshall Rogers, que cubre al ausente Bart Sears.

El tomo se completa con una historia larga de Justice League Quarterly -¿pero cuántos cómics escribía Giffen a la semana?-, donde por fin conoceremos al Conglomerado que lidera Booster Gold. Este nuevo supergrupo está patrocinado por grandes multinacionales como Lex Corp o laboratorios S.T.A.R., que insertan su pegatina en las cazadoras que visten Praxis, Gitana, Eco, Vapor, Maxi-Man y Reverb (una crítica velada a todos esos uniformes de los noventa que incluían chaqueta de cuero). La ideóloga de todo ha sido Claire Montgomery, ex esposa de Maxwell Lord, y en el bando enemigo tendrán al relaciones públicas Thrunctuous y al cerebro Hector Hammond. Los lápices de Chris Sprouse han mejorado mucho en pocos meses, aportando ahora un trazo más estilizado que en sus anteriores colaboraciones.

En este capítulo puede leerse una curiosa noticia: “Rotulista de cómics encarcelado por escándalo público”. Parece que Planeta sabe reírse de los errores propios, aun a costa de modificar la frase original. Cabe destacar en este aspecto que desde la llegada de Hernando como editor DC –nº7 de la serie-, la traducción corre a cargo de Diego de los Santos, que sustituye a Germán Muñoz, y se ha introducido la figura del corrector… ¿Entonces por qué hay tantas palabras pegadas en este número?