22.3.07

Reseñas: Tomás el Gafe #8

Tomás el Gafe #8, de Franquin y Jidéhem (Planeta de Agostini, marzo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Pepe Gálvez, en su preclara reseña del Krazy Comics, aseguraba que “la antirigidez de Gastón es uno de los símbolos de la resistencia a las normas”. También hablaba de la importancia del desorden para grandes humoristas como Franquin, y de la contraposición entre la productividad de una empresa moderna y los inventos rudimentarios del Gafe. En cualquier caso, el tomasófono vuelve a ser omnipresente en este álbum (ya desde la mismísima portada). Es imposible dejar de reírse al ver que Tomás es incapaz de contenerse y no tocar las cuerdas de su instrumento –con nefastas consecuencias, claro—. Fantasio deja de ser responsable directo suyo, así que el autor potencia la figura de secundarios como Jules o Juan Cenizo (no os perdáis el cuarteto que montan en la oficina). Hay gags memorables en los intentos de Gastón por no contaminar el aire con el humo de su coche, así como una broma al agente de policía con un pirulí gigante que acaba en carcajada segura. Encontramos también un guiño a Lucky Luke en su aniversario, un león suelto por la redacción, encerados divertidos, caras verdes llenas de espanto –Franquin era uno de los mejores en este sentido—, chistes mudos geniales y la segunda guerra de latas de conserva. En definitiva, un tomo que refleja ya, casi en el ecuador de su producción, el formato definitivo del personaje.

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