31.5.07

Reseñas: Concrete #4 (La Sonrisa del Asesino)

Concrete #4: La Sonrisa del Asesino, de Paul Chadwick (Norma Editorial, mayo de 2007). 208 páginas. B/N. PVP: 14 euros.

Nos hallamos antes el tomo menos atractivo de la colección, no por las historietas que contiene, sino porque en su mayoría son páginas ya publicadas en España. Planeta editó hace años un prestigio en color titulado Killer Smile, que es el capítulo central de este volumen. Y la propia Norma había lanzado un recopilatorio donde aparecieron “Bajo las estrellas del desierto”, “Aliento visible” y “Somnífero de cuatro ruedas”.

“La sonrisa del asesino” es, pese a su longitud, uno de los episodios más vertiginosos de Concrete. Chadwick narra los hechos en paralelo –a un lado, un psicópata que apunta a la cabeza de Larry, y al otro, el gigante de piedra que trata de salvar a su secretario—, logrando cautivar y remover la conciencia del lector. Como buena road-movie, los personajes experimentarán además un viaje interior. El pasado traumático de los forajidos Rick y Kyra sirve para explicar su actitud posterior. Mientras Lithgow intenta que la policía no acribille a su ayudante, el eterno aspirante a escritor siente unas ganas horribles de mear. Esta sucesión de situaciones límite desembocarán en una fabulosa escena final ambientada en un desguace (con unos collages de chatarra maravillosos). Y como ocurre a veces en la colección, uno de los personajes quedará marcado para siempre.

“Bajo las estrellas del desierto” relata un breve viaje en busca de la inspiración. La imaginación de Concrete se desborda cuando ve a un transeúnte arrojando un bulto sospechoso en la arena. “Aliento visible” es de mis preferidas: posee un trasfondo oscuro, lleno de sentimientos de culpabilidad, lujuria y celos. Aquí el peligro se personificará en forma de serpiente, y cuando el protagonista pretenda poner orden, sólo consiguirá arruinar lo que podría haber sido una noche magnífica. “Somnífero de cuatro ruedas”, por su parte, sitúa a Maureen en un divertido dilema: cómo esconder al cyborg que acaba de ser atropellado mientras un joven paparazzi intenta sacar tajada.

Con “El rey de la noche vespertina” empieza el material inédito. El Chadwick más nostálgico habla por boca de Concrete de aquellas mágicas y terroríficas noches de Halloween. Sin embargo, una ráfaga de disparos interrumpe la fiesta. ¡Atención con la espectacular viñeta conclusiva! “Un mundo ante mí” es idónea para nuevos lectores de la serie, pues en sólo cuatro páginas resume el origen alienígena de la criatura y describe su naturaleza con apenas tres pinceladas.

Es curioso que tanto en “Noche en familia” como en “Navidades americanas”, dos historias aparentemente alejadas confluyen en una misma trama. En la primera, un fortuito accidente de coche conduce a Concrete a buscar un teléfono en casa ajena, topándose de lleno con una discusión conyugal. Y acto seguido, el antiguo redactor de discursos está charlando de arte con su amigo Burne Klugelhorn. En el otro capítulo, la acción se desarrolla en el hogar de los Munro, en pleno periodo navideño. Los recuerdos infantiles del protagonista –Chadwick nos brinda una hermosa estampa— se funden de pronto con la presencia de otra familia que celebra la fiesta de un modo despreocupado. En este punto sale la parte más moralista del autor estadounidense, aunque su manido mensaje de “ponte el casco” es solventado de manera brillante (como en aquel episodio en que engañaban a Concrete para que fuese al cumpleaños de un niño).

El número se completa con trece entregas de la saga “100 terrores”, que el propio Chadwick no está muy convencido de poder terminar. Sin su personaje estelar, el dibujante se ve liberado para plasmar sus ideas más aterradoras y obsesivas, en ocasiones hasta apocalípticas. Sobresalen las más extensas “El muchacho feo”, “La caverna” (que recuerda a un viejo relato de Corben de princesas y dragones), “El sueño de un dictador”, “Congelado” (más cercano a Stephen King) y “En breves momentos: el vacío”. Todos muy recomendables.

Norma incluye portadas originales y comentarios del Paul Chadwick sobre cada historia, algo que no debería ser necesario para entender un tebeo en toda su magnitud, pero siempre resulta interesante. Cabe señalar en el apartado de la traducción el uso de términos chirriantes como “cari” —y no es la primera vez—.

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