30.5.07

Reseñas: Tomás el Gafe #12

Tomás el Gafe #12, de Franquin (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Franquin saca cada vez mayor partido a los secundarios de esta serie. Por fin Boulier ejerce su cargo y se pone a vigilar lo que ocurre en la redacción. ¡Y cuando vea lo que tienen que soportar los compañeros del Gafe pedirá un aumento para ellos! En este álbum veremos a Tomás enriqueciendo la gasolina con colorante, uno de esos gags tan suculentos que tienen continuidad. Gaston se disfraza en esta ocasión de Hoppy el Canguro y fabrica un aparato que hace anillos de humo. ¡Cuidado con los picotazos de la gaviota! ¡Ojo con el gato amaestrado! Entre los chistes más sobresalientes del tomo hay que situar los que tienen al amorfo y descomunal cactus de tía Hortensia como objeto central –en especial ése donde Jeanne pierde su ropa—. Su naturaleza mutante rememora los tiempos del tomasófono. Otro destacable es el puzzle construido con ayuda de todos los transeúntes con los que se cruza Tomás. Y aún mejor es aquél en que Longtarin se dispone a rematar el motor moribundo del coche del Gafe, pues no quiere verlo sufrir. Mientras vuelven a saltar por los aires los botes de pintura de Lebrac, un romántico Gaston prefiere volar cometas en pleno otoño. La expresividad de la viñeta de Buenavista bañado en café es apabullante. Juan Cenizo se ha vuelto hippy definitivamente y la gaviota es capaz de contagiar el mal humor. Franquin vuelve a dibujar esos fabulosos bólidos y pone al pájaro de tapón del radiador, como si fuese un Rolls Royce. También hace planos más cercanos a los personajes y triunfa otra vez con el sketch del ascensor. Entre otros inventos, el Gafe se saca de la manga una nueva bicicleta plegable y una mesa luminosa que funciona con una máquina de coser y una dinamo. Su espíritu filantrópico se pone de manifiesto con su escopeta especial para conejos (que disparan zanahorias). Tomás se emborracha probando uno de sus brebajes, y el parasol de su invención se convierte en araña desatando pavor de la población. La historieta sobre el sueño prehistórico recuerdo haberlo leído de niño, en algún Tintín o un Pif de mis hermanos mayores.

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