13.6.07

Reseñas: Tomás el Gafe #13

Tomás el Gafe #13, de Franquin (Planeta de Agostini, junio de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

En este álbum, Tomás dará a conocer al mundo su nuevo gancho para el coche: un método para no consumir gasolina. También probará su mesa mágica, que empezó como una broma que leía el pensamiento y acabó de flamante redactor de documentos. Su sistema de envío de paquetes a través de un hilo que recorre el techo de la oficina no tendrá muy buena acogida, ni su condensador de café, ni las pompas musicales o los disfraces ridículos. Luego inventa una forma de desatascar chimeneas bastante original y alarmas más que estridentes. Mientras sueña con el triunfo en todas las modalidades deportivas, nuevos personajes anónimos van desfilando por la serie. Asimismo, Franquin –atención a sus firmas versátiles y temáticas— incluye un narrador en tercera persona en raras excepciones (como el relato del despiste familiar). Gaston no duda en llevar a la redacción de Spirou otra planta. Y como era de esperar, su joven enredadera –tras un intento de suicidio—trabará amistad con el cactus. Hay más chistes ubicados en el campo, con la caza como leit motiv y una sesión de tiro al plato. En la urbe, el Gafe es tan cívico que va dejando mensajes de disculpa en los coches que araña. Con Jeanne (que deshoja las macetas que le regalan) se irá de pesca –o eso creíamos—, ¡y por fin le dará un beso! La confusa niebla hace acto de presencia, al igual que los terribles resfriados. Ojo con las esculturas diseñadas por el creador de Tomás: si en el número anterior veíamos una mano con todo lujo de detalles, aquí irrumpe una oreja peluda gigante. ¿Sabíais que Gaston se ha vuelto adicto al transistor? ¿Y que el odio que siente Longtarin hacia él es tan profundo que le dedicará una señal de tráfico?

Free Image Hosting at allyoucanupload.com