20.7.07

Freda, una visión distinta de la emigración

Freda es la historia de unos emigrantes españoles en Alemania vista desde la perspectiva de un niño de diez años. Como marca la tradición literaria, el relato es narrado por su protagonista durante un viaje, al igual que ocurría en títulos clásicos como Los Cuentos de Canterbury o el Decamerón. En este sentido, sobresale la labor del guionista Kike Benlloch, al lograr instantes de dramatismo creíbles –¿será autobiográfico?—.

Mientras los padres de Manu se desloman trabajando en la construcción y haciendo labores de limpieza, el joven conocerá su nuevo destino de la mano de Freda, la hija de la panadera. ¿Qué mejor manera de aprender el idioma que con tartas? Sin embargo, lo más llamativo del cuento resulta el posicionamiento del protagonista: como pionero de la aventura migratoria no quiere que otros le sigan (canto al individualismo), y además evita el contacto con sus paisanos. Al fin y al cabo, su perspectiva de las cosas irá construyéndose después de sus encuentros con otros personajes más maduros, y acabará considerándose un apátrida que reniega de su propio pueblo.

Dejando a su amor en otro puerto y enfrentándose a la austeridad del hogar, el regreso se torna más amargo que nunca. Pero la experiencia onírica se sobrepondrá a las conversaciones fútiles que ha de soportar, y tomará la determinación de buscar el reencuentro con Freda. El pincel naif de Alberto Vázquez aparece aquí menos domado que en el delicioso Psiconautas, aunque realiza un planteamiento muy interesante de la página y emplea dos registros bien diferenciados.

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