10.7.07

Reseñas: Tomás el Gafe #15

Tomás el Gafe #15, de Franquin (Planeta de Agostini, junio de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

En esta entrega, Tomás desarrolla el toallero mecánico para adecuarlo a la siesta en horario laboral. Continúan los sueños de Gaston, que se queda dormido hasta en los semáforos. En la oficina es capaz de subir la temperatura para comprobar si los radiadores sirven para tostar el pan. El Gafe sigue sus avances culinarios y crea las crepes aerostáticas. El ladrón Freddy intenta robar de nuevo en la redacción de Spirou, mientras Tomás nos enseña un método rápido para guardar las cosas en el armario. Gaston practica con reclamos insospechados, al tiempo que algunos de sus inventos optan por el suicidio. Uno de los mejores gags del álbum viene protagonizado por el violín fatal del Gafe –Franquin corta la acción en el momento justo—, que usará contra Longtarin. Luego se le ocurre hacer un sofá relleno de correo atrasado y construye un zapato gigante para una tienda que dejará unas huellas descomunales. Tomás vuelve a trasladarse al campo (¿una técnica para evitar la censura, como hacían los autores de Bruguera?) poco antes de probarse otro disfraz de robot. Y como se quedó dormido ante la máquina de escribir, se le quedaron grabadas las letras en la cara. Dos despachos más allá, Lebrac no para de buscar su goma de borrar. ¿Logrará Gaston que los salmones remonten la corriente de la escalera? Más tarde descubre las posibilidades de las papeleras con pedal y diseña una pecera llena de canales para su mascota. Tras probar los efectos secundarios de lanzar una superpelota en pleno temporal de nieve y reírnos con algunas secuencias neblinosas, el agente de policía se molestará al ver la nueva figura que decora el radiador del coche del Gafe. Por último asistiremos a otro partido de fútbol y seremos testigos de la curiosa complicidad que surge entre el chico de los recados y los obreros de la construcción.

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