Reseñas: El Bulevar de los Sueños Rotos
El Bulevar de los Sueños Rotos, de Kim Deitch (La Cúpula, julio de 2007). 168 páginas. B/N. PVP: 20 euros.
Otro título que posiblemente se halle entre los diez mejores tebeos del año –y empiezo a repetirme—. Kim Deitch asegura al comienzo de la obra que todo lo que cuenta es real (aunque ha cambiado los nombres de sus protagonistas). El Bulevar de los Sueños Rotos narra las tragedias personales de algunos empleados de Fábulas Parlantes Fontaine, una compañía de dibujos animados de mediados del siglo XX. El libro se centra en el personaje de Ted Mishkin, un animador de vocación que se vuelve alcohólico tras sufrir varias alucinaciones. Como aprendiz de Windsor Newton, el autor de Milton el Mastodonte –una mezcla entre animación y teatro—, conserva la misma ilusión por su trabajo que cuando era un niño. El elenco se completa con Al, hermano al frente de la empresa; Fred, propietario de la compañía; Lillian, amor platónico de Ted; y Nathan, último descendiente de los Mishkin.
Deitch habla de la difícil competencia con Disney, de las nuevas tendencias infantilizadoras y del peligro de fichar a un director artístico estrella, así como del traumático paso al color y los robos de ideas (el pan nuestro de cada día en el ámbito artístico de la época). El omnipresente gato Waldo, híbrido entre Félix y Fritz, surge como amigo invisible de Ted durante una cruda niñez, pero también se trata de la alucinación provocada por una pipa de marihuana.
La original narrativa de Deitch muestra los hechos de un modo fragmentario y repite en ocasiones ciertos pasajes esenciales, al tiempo que da saltos cronológicos y confunde realidad y ficción mediante un espectacular juego de proyecciones. Otras veces, el autor se aleja de los protagonistas haciendo un travelling, como si dirigiera su propia película. ¡Y logrará traspasar la pantalla!
El Bulevar de los Sueños Rotos contiene muertes accidentales, infidelidades, terapias de desintoxicación, referencias a la caza de brujas de McCarthy y a la comercialización de la nostalgia en Toys ‘R Fun. Deitch, por su parte, nos brinda un trazo influenciado por los diseños de la animación clásica norteamericana, con un nivel de detalle casi tan enfermizo como Crumb. Y pese a la reiteración de algunas imágenes de gran impacto visual, no repite ni una sola viñeta.
¿Qué La Cúpula podría haberlo sacado en un mayor tamaño? Sí, para apreciar mejor los fantásticos murales del autor. ¿Qué podían haberle bajado un poco el precio? También, pues hablamos de una novela gráfica en blanco y negro. En PAMMHG, además, le encontraron una errata: la página 160 de la edición española es en realidad la 159, y viceversa. Pero obviad los pequeños fallos y corred a la librería a adquirir este título tan recomendable.
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