29.1.08

Reseñas: MOME, invierno 2007

MOME: invierno 2007, de varios autores (La Cúpula, enero de 2008). 116 páginas. Color y B/N. PVP: 18 euros.

MOME es una oportunidad excelente para saber por dónde van los tiros en el cómic underground más reciente, además de una ocasión idónea para conocer a autores prácticamente desconocidos en nuestro país, con estilos muy diferentes y apuestas a menudo arriesgadas. Visto el precedente parecía complicado, pero el nivel de calidad aumenta en este segundo volumen.

Jonathan Bennett se gana la portada con “Hormigueo”, donde compara a las palomas que se pelean por un muslo de pollo frito con el protagonista que se roe las uñas. En pocas páginas muestra de manera magistral la crueldad inherente a la condición humana, y dejando escapar de nuevo su imaginación y haciendo gala de un trazo aséptico y perfeccionista.

Tim Hensley se encarga de dos páginas de falsa publicidad (Octomill es la marca recurrente), en las que deja entrever las influencias de Clowes y los tebeos de Archie. Habrá que esperar a que desarrolle una historia más seria para apreciar mejor sus dotes.

Kurt Wolfgang presenta “Pieles duras del 77”, una serie de capítulos cómicos espaciada a lo largo del tomo. Bajo una estética infantil, el autor esconde su cruda visión del pasado (¿autobiográfico?) con chistes que funcionan como golpes directos a la mandíbula.

“El rotulador mágico” de Martin Cendreda pone de manifiesto su facultad para la inventiva y los finales enigmáticos, luciendo su estilo caricaturesco y minimalista en unas hermosas tonalidades verdes.

“Acontecimiento” vuelve a demostrar que Anders Nilsen guarda sus páginas más experimentales para MOME. En contra de la concepción clásica del cómic como narración secuencial, el creador de Mitologías descompone los colores como hicieran en otros campos Miró o Kandinsky, para bucear directamente en la cabeza del lector, que se estremecerá al poder aplicar cualquiera de sus inquietudes a las palabras de consuelo del autor.

Sophie Crumb abandona los seres antropomórficos en beneficio de las historias realistas, diseminadas también por todo el número. Mediante un trazo feísta, una sabia aplicación de los grises y una evidente influencia de su padre, la artista flojea en los episodios más breves, al dotarlos de finales demasiado abruptos. Su relato sobre una muerte simulada, el más brillante, se asemeja curiosamente a la historieta de Jeffrey Brown, cuyo estilo rudo se adapta muy bien al realismo sucio de yonquis y músicos de “Nuestra banda de jam será encantadora”.

Paul Hornschemeier continúa a paso de tortuga con “La vida con Sr. Peligroso”… En el segundo episodio apenas ocurre nada: se produce el encuentro con la madre y ésta le entrega una camiseta con un dibujo cursi de un unicornio… ¡Y a este ritmo, seguro que Astiberri publica antes el integral! Es una pena, porque sus páginas son estéticamente impecables.

Gabrielle Bell, de personalidad esquiva, se revela en la entrevista como admiradora de Jaime Hernández y más apasionada de la literatura que de los cómics. Por su parte, “Feliz cumpleaños de mierda” cuenta de un modo muy realista una fiesta llena de bailarines, donde la autora suple sus limitaciones gráficas merced a sus increíbles dotes narrativas.

Prosigue el culebrón de David Heatley “Overpeck”. Mediante un estilo naif muy colorista y a través del movimiento de sus personajes, el dibujante transportará al lector de un lugar a otro en este drama plagado de tabúes y traumas infantiles.

Asimismo, John Pham presenta la segunda entrega de “221 Sycamore Ave”, con ese testigo mudo llamado Terence, un armenio muy peculiar y un profesor acobardado por la actitud de sus alumnos. Como las viñetas de Ware, cada dibujo de esta serie apaisada supone un placer visual para el aficionado.

Por último, Andrice Arp vuelve a ahondar en la mitología china en “Plumas de cormorán”, para hablarnos de visiones prohibidas y del hijo del dragón con ese azul tan delicioso al que nos viene acostumbrando.

La edición de La Cúpula, pese al lapsus de incluir en el título el año anterior y continuar con la política de no traducir los encabezamientos de las historietas, incluye una extensa gama tipográfica y hojas de distintas tonalidades. ¡MOME debería ser, al menos, trimestral! No en vano, en EEUU acaba de salir la décima entrega.

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2 Comments:

At 7:44 p. m., Blogger ComixCafé. said...

Sí, pero a 18 leurazos conocer el "new underground"...

 
At 8:48 p. m., Blogger Kalashnikov said...

Sí que es caro (y eso que este segundo número es más fino). Sólo puedo recomendarte que lo compres en FNAC, que tiene un 5% de descuento... ¡Yo no lo dejaría pasar!

 

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