5.3.08

Reseñas: Las tres paradojas

Las tres paradojas, de Paul Hornschemeier (Astiberri, febrero de 2008). 80 páginas. Color. PVP: 16 euros.

En “Las tres paradojas”, Paul Hornschemeier no concibe el libro como un objeto cualquiera, sino como una obra de arte en sí. De este modo, nos entrega una novela gráfica definitiva, breve y perfecta. Aquí, el autor de “Madre, vuelve a casa” combina acertadamente varios registros gráficos: los bocetos celestes del cómic que está dibujando su álter ego –que narran el incierto enfrentamiento con una criatura extraña—; el realismo aséptico del paseo con su padre (la excusa es comprar patatas fritas y apagar una luz que dejaron encendida), donde se pone de manifiesto el carácter provocador del artista; la cuatricomía palpable de los episodios que rememoran su infancia –relatada a partir de los flashes de la cámara—, semejantes al estilo de Daniel el Travieso y con más dosis de violencia juvenil; el feísmo acentuado de “La cicatriz”, o la intrahistoria del dependiente de un seven-eleven, con un trazo influido por el Agujero negro de Charles Burns; y las caricaturas de Zenón (que vienen a demostrar que la Grecia clásica puede ser muy divertida, ¡recordad Epicurus el Sabio!).

A mi juicio, las paradojas enunciadas en esta parte vienen a simbolizar tanto el camino sin salida como las divagaciones fútiles que pueden interrumpir e incluso paralizar la labor del dibujante. No puedo estar de acuerdo con la reseña de Entrecomics, donde se afirma que este título “no resiste una purga por motivos de espacio”, pues creo firmemente que “Las tres paradojas” invitan al aficionado, si no a la relectura, a perderse en la belleza estética de sus páginas. Además, Hornschemeier no suele recurrir a diálogos vacuos y cuenta cosas muy interesantes sin andar por las ramas.

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