Will Eisner, Barry Gifford y "Negro Oscuro"
Después de leer tantas críticas positivas acerca del “Negro Oscuro” de Mezzo y Pirus ha sido complicado resistirse al volumen (y más teniendo en cuenta el asequible precio de La Cúpula, que últimamente ha optado por cifras prohibitivas). El tomo es una traducción ejemplar de la novela negra al formato de historieta, pues mantiene todos los arquetipos e iconos del género. En total, suman ocho relatos (los seis más breves que engrosan “Un mundo extraño” y dos episodios más extensos: “Killers” y “Mickey, Mickey”) que beben tanto del patetismo de Will Eisner como de la psicología de personajes de Barry Gifford.
En “Miss Bow”, unos niños traviesos son descuartizados y servidos como golosinas. “Jimmy” rememora los años de coches y brillantina, con un chico malo aficionado a construir cajas de música vivas como protagonista. “Marge” nos habla de los maridos perfectos y los talk-shows de TV, mostrándonos escenas de cruda violencia doméstica –no en vano, ahondar en los instintos más bajos del alma humana es uno de los pilares fundamentales del género negro—. “Azúcar” es una historia romántica y un juego temporal en torno a un ajuste de cuentas. En “Carmen”, los autores ponen de manifiesto su devoción por los bull-terrier y las peleas de perros de los bajos fondos (una vez más, el enamoramiento desencadena los problemas). “Victoria” abunda en el universo de las femmes fatales y los traumas infantiles. En resumen, este primer bloque se decanta por la narrativa en off frente al diálogo, los argumentos desasosegantes y los personajes imprevisibles.
El tono cinematográfico se acentúa en las historietas más largas. “Killers”, por ejemplo, retrata a una pareja de maleantes dispuestos a sabotear una planta química, pero cada uno tiene su sistema de trabajo y las diferencias provocarán el aumento de la tensión. Quizá por tratarse de un mundo tan alejado del lector medio, “Negro Oscuro” podría resultar confuso. En sus páginas, la traición es un seguro de vida y las imágenes más desagradables permanecen en la retina.
Finalmente, “Mickey, Mickey” se abre con la espeluznante secuencia de los meñiques (ya sabéis que hacen con ellos los mafiosos desequilibrados) para luego centrarse en un atraco con rehenes donde nada es lo que parece. Los ingredientes principales: balas contra el techo, burbujas de sangre y el infierno interior.
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