22.8.05

La vida es buena si no te rindes (autoayuda)

Después de mi primer acercamiento a Seth con Ventiladores Clyde, ya iba siendo hora de conocer su obra de cabecera: La vida es buena si no te rindes (Sins Entido). Bajo el mismo prisma -su gusto por retratar la arquitectura y la flora canadienses a dos tintas-, el autor nos ofrece una historia autobiográfica (ignoramos hasta qué punto es fidedigna, pero transmite sinceridad) donde se dibuja como un hombre anclado en el pasado al que le cuesta mantener el interés por los demás. En esta encrucijada, el artista se verá obsesionado por la labor de Kalo, un ilustrador que colaboró con el New Yorker y desapareció sin dejar rastro. El rastreo de sus obras y la reconstrucción de su vida enhebrarán la trama de la novela de principio a fin.

Seth salpica su discurso con chistes malos, recuerdos de infancia, momentos mágicos y grandes citas. A pesar de su gusto por la excesiva descripción de paisajes nevados, el dibujante nos cautiva con su personaje de Annie, la loca del motel, o con su visión del santo y paciente Chet (Chester Brown, colega de profesión, también presente en el Peepshow de Joe Matt) durante las charlas existenciales que mantienen. Cuando el ritmo se ralentiza, los diálogos nos entregan joyas como ésta, parafraseando a Linus, el amigo de Charlie Brown:

-No me gusta afrontar los problemas. Creo que la mejor manera de reolver un problema es evitándolo. Ésa es mi filosofía. No existe problema, por muy grave o complicado que sea, del que no pueda huir.

Si ya conquistó nuestro corazón con el menor de los Clyde, ahora volvemos a identificarnos con el protagonista en esa búsqueda que requiere una pizca de voluntad e ilusión por su parte. Se trata una de esas historias metalingüísticas con hipertexto (¿recordáis David Boring?) donde todo gira en torno a otro tebeo, un verdadero placer para los amantes del género. Por otra parte, Seth logra tocar la fibra sensible con estas páginas procedentes de Pallookaville:

-Debes comprender que papá murió cuando yo tenía 19 años. Hay muchas cosas que nunca pensé en preguntarle y que él no se molestó en decirme. Cuando fui lo bastante mayor para preguntarme esas cosas... él ya no estaba.

-Lo entiendo. Cuando se es adolescente no suelen interesarte cosas como la historia de tu familia.

La edición de Sins Entido es del todo impecable: contiene un apéndice con el álbum familiar, los originales de Kalo que Seth consiguió reunir y un glosario de nombres propios. Además respeta los fundidos en negro entre cada una de las seis partes del libro.

Recientemente releí El soñador de Will Eisner, y la asocié a La vida es buena si no te rindes, quizá por tratarse de otra autobiografía visual. Allí el autor muestra su esfuerzo por alcanzar un sitio en el negocio de los cómics durante la Gran Depresión. Al observar cómo se apiñan los creativos en el estudio, su socio afirma:

-¡Parece más una galera de esclavos egipcios que un estudio de comic-books!

La pasión de Seth -alias de Gregory Gallant- por las causas perdidas de la intrahistoria deja huella, y no podemos evitar encontrar paralelismos al enterarnos de que el fabricante de Jesmar, ante el sombrío futuro que le aguardaba a su empresa juguetera, se ha suicidado. Al más puro estilo Drawn & Quarterly.