Barsowia #13, de varios autores (Polaqia, mayo de 2009). 108 páginas. B/N. 6 euros.
Uno de los privilegios de leer
Barsowia es acercarse a los experimentos como guionistas de consagrados dibujantes de la talla de
Brais Rodriguez o
David Rubín. El primero comparte con
Ana Santiso una tragedia rural --cerdo deja cojo a un niño-- sobre el sacrificio y los estigmas; mientras que el segundo, aliado aquí a
José Domingo, demuestra sus facultades en el género de la mitología ilustrada, a la altura de
Javier Olivares. Los esqueletos,
leit motiv casi de esta publicación, están representados en este número de la mano de
Michael Bonfiglio y
Manel Cráneo (este último muy en la línea de
Miguel B. Núñez, con un planteamiento tan llamativo como la
canina picoleta) ofrecen humor y surrealismo a partes iguales.
Jorge Taboada encarna a la perfección el emblema de
Polaqia, o al menos su capacidad para aunar tradición y modernidad en sus páginas. Su relato, entre bucólico y futurista, recuerda a los trabajos iniciales del citado Brais.
Frank Arbelo, de trazo expresivo y agradable, adapta un cuento de ciencia-ficción con final interrogante, que materializa el dilema del
"artista absorbido por su obra".
Dustin Harbin narra sus sueños con poderosa imaginería freudiana y buenos chistes.
Fidel Martínez prefiere reivindicar la historia para impedir que se olvide, trasladándonos a tiempos del holocausto judío con un estilo desgarrador.
Kike Benlloch y
Hugo Covelo --que más adelante entrega una hoja de publicidad muy divertida sobre rayos gamma-- ponen la oreja y describen una conversación cotidiana.
Kosta se muestra minimalista como nunca y firma un espléndido y conceptual
"Choiva".
Miquel Rof, uno de los autores menos oscuros de la revista, vuelve a engullirnos con esos pasajes fantásticos cercanos al sueño. Se repite, esta vez con las planchas ordenadas,
"A caixa vermelha" de
Valverde y
Câmara, con tono de presagio urbano. Quizá destinada a la desaparecida
"A prueba de balas",
Roque Romero pone en práctica nuevas y retorcidas metamorfosis.
Sergio Covelo se mantiene en el peplum con las degustables peleas de
Taurus, un gladiador con guiños a
Futurama que incluye tiras cómicas a pie de página y un planteamiento morale nada frívolo.
Diego Blanco economiza hasta parecerse a
Porcellino, mientras
Ziritt se fija en
Mad Max. Por su parte,
Álvaro López (encargado de la cubierta), finiquita su
"Habitación 13" con una explosión de gas y cierto aire cómico.
Sendón y
Serrano continúan las aventuras de
Enzo con referencias a
Lovecraft y
"La historia interminable". Otra historieta por entregas es la que construyen
Duarte y
Penalta, un thriller oriental de época. Y por último un
Bernal breve, gracioso y acertado.