"Yo no le vi, pero sentí su aliento"

Reseñas: MOME, invierno 2007

MOME: invierno 2007, de varios autores (La Cúpula, enero de 2008). 116 páginas. Color y B/N. PVP: 18 euros.

MOME es una oportunidad excelente para saber por dónde van los tiros en el cómic underground más reciente, además de una ocasión idónea para conocer a autores prácticamente desconocidos en nuestro país, con estilos muy diferentes y apuestas a menudo arriesgadas. Visto el precedente parecía complicado, pero el nivel de calidad aumenta en este segundo volumen.

Jonathan Bennett se gana la portada con “Hormigueo”, donde compara a las palomas que se pelean por un muslo de pollo frito con el protagonista que se roe las uñas. En pocas páginas muestra de manera magistral la crueldad inherente a la condición humana, y dejando escapar de nuevo su imaginación y haciendo gala de un trazo aséptico y perfeccionista.

Tim Hensley se encarga de dos páginas de falsa publicidad (Octomill es la marca recurrente), en las que deja entrever las influencias de Clowes y los tebeos de Archie. Habrá que esperar a que desarrolle una historia más seria para apreciar mejor sus dotes.

Kurt Wolfgang presenta “Pieles duras del 77”, una serie de capítulos cómicos espaciada a lo largo del tomo. Bajo una estética infantil, el autor esconde su cruda visión del pasado (¿autobiográfico?) con chistes que funcionan como golpes directos a la mandíbula.

“El rotulador mágico” de Martin Cendreda pone de manifiesto su facultad para la inventiva y los finales enigmáticos, luciendo su estilo caricaturesco y minimalista en unas hermosas tonalidades verdes.

“Acontecimiento” vuelve a demostrar que Anders Nilsen guarda sus páginas más experimentales para MOME. En contra de la concepción clásica del cómic como narración secuencial, el creador de Mitologías descompone los colores como hicieran en otros campos Miró o Kandinsky, para bucear directamente en la cabeza del lector, que se estremecerá al poder aplicar cualquiera de sus inquietudes a las palabras de consuelo del autor.

Sophie Crumb abandona los seres antropomórficos en beneficio de las historias realistas, diseminadas también por todo el número. Mediante un trazo feísta, una sabia aplicación de los grises y una evidente influencia de su padre, la artista flojea en los episodios más breves, al dotarlos de finales demasiado abruptos. Su relato sobre una muerte simulada, el más brillante, se asemeja curiosamente a la historieta de Jeffrey Brown, cuyo estilo rudo se adapta muy bien al realismo sucio de yonquis y músicos de “Nuestra banda de jam será encantadora”.

Paul Hornschemeier continúa a paso de tortuga con “La vida con Sr. Peligroso”… En el segundo episodio apenas ocurre nada: se produce el encuentro con la madre y ésta le entrega una camiseta con un dibujo cursi de un unicornio… ¡Y a este ritmo, seguro que Astiberri publica antes el integral! Es una pena, porque sus páginas son estéticamente impecables.

Gabrielle Bell, de personalidad esquiva, se revela en la entrevista como admiradora de Jaime Hernández y más apasionada de la literatura que de los cómics. Por su parte, “Feliz cumpleaños de mierda” cuenta de un modo muy realista una fiesta llena de bailarines, donde la autora suple sus limitaciones gráficas merced a sus increíbles dotes narrativas.

Prosigue el culebrón de David Heatley “Overpeck”. Mediante un estilo naif muy colorista y a través del movimiento de sus personajes, el dibujante transportará al lector de un lugar a otro en este drama plagado de tabúes y traumas infantiles.

Asimismo, John Pham presenta la segunda entrega de “221 Sycamore Ave”, con ese testigo mudo llamado Terence, un armenio muy peculiar y un profesor acobardado por la actitud de sus alumnos. Como las viñetas de Ware, cada dibujo de esta serie apaisada supone un placer visual para el aficionado.

Por último, Andrice Arp vuelve a ahondar en la mitología china en “Plumas de cormorán”, para hablarnos de visiones prohibidas y del hijo del dragón con ese azul tan delicioso al que nos viene acostumbrando.

La edición de La Cúpula, pese al lapsus de incluir en el título el año anterior y continuar con la política de no traducir los encabezamientos de las historietas, incluye una extensa gama tipográfica y hojas de distintas tonalidades. ¡MOME debería ser, al menos, trimestral! No en vano, en EEUU acaba de salir la décima entrega.

Reseñas: Concrete #7 (El Dilema Humano)

Concrete #7: El Dilema Humano, de Paul Chadwick (Norma Editorial, noviembre de 2007). 160 páginas. B/N. PVP: 14 euros.

“Sospecho que [mis lectores] son en su mayoría jóvenes varones tímidos con no mucha práctica con las chicas”.

He tardado más de lo habitual en leer el último tomo de las obras completas de Concrete, porque hay que estar preparado psicológicamente. Chadwick pone toda la carne en el asador: el gigante rocoso tendrá descendencia y se comportará como una embarazada caprichosa; Maureen llega a masturbarse delante suya, dando pie a una de las escenas más intimas de la pareja (hay que aclarar que aquí los desnudos son explícitos); y Larry se llevará la peor parte, después de ser un rastrero con su prometida Astra. De fondo, la superpoblación como principal problema de la humanidad y Lithgow como imagen de una campaña que promueve la esterilización entre los adultos. Como consecuencia, deberá enfrentarse a las preguntas más desagradables de los periodistas y lidiar con psicópatas peligrosos.

Por desgracia, las páginas de texto insertadas en los episodios ralentizan demasiado la lectura, y dan la sensación de que “El Dilema Humano” contiene un exceso de mensaje, convirtiéndose en una obra casi política. Con el propósito de exorcizar sus demonios e inquietudes, el autor toca demasiados asuntos candentes –ojo a las referencias del 11-S—, y entrega finalmente una historia ardua e incómoda. No obstante, el aficionado podrá disfrutar con el resultado merced a algunas secuencias frenéticas y pasajes que le impedirán abandonar el libro.

Debido a las prisas, la edición de Norma incluye unos cuantos errores ortográficos. Y como de costumbre, cierra el tomo con una galería de ilustraciones y algunas palabras del dibujante, que despacha frases como:

“La gente blanca se va a ver superada por un aluvión de carne morena”.

"The Polski Hot-Rods!"

Reseñas: Ghost Rider (Deuda Infernal)

Ghost Rider #2: “La leyenda de Sleepy Hollow, Illinois”, de Daniel Way y Richard Corben (Panini, enero de 2008). 144 páginas. Color. PVP: 12 euros.

Los dos números del Motorista Fantasma dibujados por Corben merecían un tomo aparte, y no ser recopilados en este volumen 100% Marvel junto a otros cuatro episodios hiperrealistas de Javier Saltares y Mark Texeira, una decisión casi herética de Panini. Tampoco es que sea uno de sus mejores trabajos, pero está en la línea más que aceptable de títulos como Cage o Bigfoot. ¡Además cuenta con Villarrubia como colorista! De los guiones se encarga Daniel Way, que juega con los tópicos de “demonios internos” o “abogado del diablo” y sitúa a Johnny Blaze y Ghost Rider en caminos paralelos, así que cuidado con los encontronazos.

El primero se ha metido en líos junto al maleante Clay y su representante legal Bedelstraum, que le engañan haciéndole portar un arma homicida para cargarle un delito (atención a la secuencia de la luna trasera del coche). Por otro lado, su álter ego llameante combate al mismísimo Satán en una lucha eterna, cíclica, donde lo veremos expulsando fuego como un dragón.

Dado que se trata de una historia autoconclusiva, la editorial italiana debería haber obviado ese largo y aburrido epílogo enmarcado en la Civil War y no obligar al coleccionista a desembolsar tanto dinero por una obra menor de Corben.

Reseñas: No me dejes nunca

No me dejes nunca, de Jason (Astiberri, enero de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 12 euros.

Titulado originalmente “Hemingway” y traducido aquí, en la línea de “Nunca me has gustado” o “¿Por qué me haces esto?”, como “No me dejes nunca”, el último álbum de Jason publicado en España convierte al autor de “Por quién doblan las campanas” en dibujante de tebeos, al igual que Scott Fitzegarld, Ezra Pound y James Joyce. Transformados en animales antropomórficos –una especie de Blotch ilustrado por Trondheim—, los protagonistas propiciarán instantes cómicos geniales, que se alternan con divagaciones, momentos cotidianos y sentimientos (una fórmula similar a la de Lapinot).

Con un estilo aparentemente sencillo y equilibrado –el color corre por cuenta de Hubert—, Jason sorprenderá a los lectores en la segunda parte del relato. Como en Jackie Brown o Trainspotting, podremos ver desde diversos puntos de vista (uno por cada personaje) el atraco planeado por el cuarteto. La trama se irá a aclarando en sucesivas secuencias, dado que el autor se ha guardado ciertas claves y equívocos para mantener la atención del aficionado. De este modo, “No me dejes nunca” mezcla tanto slice of life como novela negra –algo lógico, después de ver a Hemingway y compañía dándose puñaladas por la espalda—. No os perdáis una de las mejores escenas del tomo: con el citado escritor inmortalizando a una transeúnte en un café (ella se va, el dibujo permanece).

“No me dejes nunca” es un soplo de aire fresco en la BD actual, un divertido híbrido, un fabuloso juego sin grandes pretensiones. La única nota negativa a la edición de Astiberri es la traducción, a veces dudosa, de Óscar Palmer.

"Mi Grazalema interior"

El grano y la paja

>> A veces, los tebeos descatalogados que uno busca no responden a las expectativas. Me ocurrió con Aliens: Guerra contra la Tierra, de Verheiden y Kieth, sólo apto para completistas del creador de The Maxx. Quien haya caído en la tentación de adquirir esta miniserie de cuatro números que editara Norma en su día, se habrá topado con un guión aburridísimo, infumable y oportunista. Después de la primera película, la franquicia se ha convertido en un filón incomprensible con los mismos ingredientes de siempre: hibernaciones, escuadrones de vanguardia, armaduras amarillas, lanzallamas, baba ácida que gotea… El aficionado sólo encontrará cierto respiro ante los rostros dibujados por el autor de Zero Girl –dentro de sus limitaciones—, que aún parecía esforzarse por ganarse el sueldo.



>> Un caso distinto es “Las líneas de la sombra”, el catálogo de una exposición de Keko que hallé en un mercadillo de libros antiguos. En él se recogen ilustraciones a color para Madriz e Injuve, historietas de género negro plagadas de pistolas, viñetas de ciencia-ficción y apuntes erótico-futuristas, a medio camino entre Charles Burns y Daniel Torres. Del prólogo se encarga Felipe Hernández Cava, que demuestra que se le dan mejor los diálogos de Bob Deler. Sus páginas combinan genialidad y virtuosismo, y esconden una personalidad obsesiva capaz de estremecer. Perteneciente a la misma generación de experimentadores de los 80 que Javier Olivares (una quinta que debería tener una presencia más digna en las librerías especializadas, pero las circunstancias editoriales del momento no lo permitieron), el autor de Livingston contra Fumake probó suerte con el collage, obteniendo resultados sorprendentes.

La versión animada de Mortadelo y Filemón

El diario Público acaba de celebrar el 50 aniversario de Mortadelo y Filemón con una colección de 10 DVD que contienen los tres largometrajes animados de la pareja de detectives creada por Francisco Ibáñez. Realizados por el estudio de Rafael Vara, con música del maestro Ibarbia y excelentes doblajes y efectos sonoros –aunque algo descompensados—, esta serie recopila los dos festivales del humor y los episodios de “El armario del tiempo”. Pese a que hoy no se admite la violencia explícita o el consumo de tabaco en los dibujos, uno de los capítulos mereció el Premio Platero en el Festival de Cine y Televisión Para Niños de Gijón. El equipo de animación sobresale por sus ingeniosas soluciones a la hora de trasladar el tono cómico de las viñetas a la pequeña pantalla: carteles que simulan bocadillos, animales e insectos que hacen algún comentario mirando a cámara… La versión animada de los empleados de la TIA, aunque parte con un desarrollo previsible y unos personajes bastante limitados, incluye fondos espectaculares y cameos de Carioco, Doña Urraca, así como otras creaciones de la editorial Bruguera. A mí estos capítulos siempre me gustaron más en la TV que en el papel (de hecho, tengo memorizados algunos diálogos memorables). A continuación, el listado completo:

El armario del tiempo; Waterloo; El Yeti; Misión Increíble; Los impostores; El Conde Mácula; Maxiaventura bajo el mar; Contra el pisón; Engaño a Filemón; Fugado de la prisión; Genio o no: es la cuestión; El jarrón de Hong Kong; Más de un ladrón; Montan en avión; Mortadelo y Filemón: Agencia de Información; El rancho de Oregón; El caso del apagón; La invitación; Un marciano de rondón; Carioco y su invención; Las minas del Rey Salmerón; Gángsters de ocasión; Espías en la Legión.

Las recomendaciones de Rockdelux

La revista musical Rockdelux, como viene haciendo todos los años, ha escogido los mejores tebeos de 2007. Mensualmente, la sección coordinada por Pepo Pérez –que anuncia un cambio de rumbo desde Con C de Arte— ofrece interesantes entrevistas y artículos amenos sobre autores, tanto extranjeros como nacionales. He aquí el escrutinio de la publicación:

1. El Fotógrafo #3; 2. La Ascensión del Gran Mal #6; 3. El Bulevar de los Sueños Rotos; 4. Nunca me has gustado; 5. Sócrates el Semi-Perro: Ulises; 6. S; 7. La voluptuosidad; 8. Bienvenidos al mundo: Enciclopedia Universal Clismón; 9. Gus #1: Nathalie; 10. Súper Puta; 11. Las crónicas de Ono y Hop; 12. Informe sobre el ecosistema de la ciénaga; 13. María y yo; 14. The Ultimates 2; 15. Lucille; 16. Diario de un fantasma; 17. Arrugas; 18. RG. 1 Ryad-sur-Seine; 19. La sangre de los asesinos; 20. La Cumbre de los Dioses #2.

La Voluptuosidad: "Más lejos"

En “La Voluptuosidad”, Blutch se decanta por los lápices de colores para que la técnica no interrumpa su acelerada narración –de hecho, en ocasiones las líneas borradas pueden verse detrás del dibujo final—. No hay marcos ni viñetas, sino estampas sobreimpresionadas, llenas de frases repetidas, como ocurre en los sueños. La obra maestra comienza con un niño (¿el autor?) que reclama la atención de su padre antes de sumergirse en la historia. Luego se nos informa del dispositivo preparado para acabar con un mono salvaje, mientras uno de los responsables es abandonado en medio de la carretera. Al tiempo, ejerciendo de mantis, la joven pelirroja que hace el amor con los árboles –ojo con la eyaculación de savia— pide luego que sean talados. Las niñas terminan demostrando que los zorros acechan a los chiquillos y los cazadores encuentran un pez en medio del bosque.

Al igual que aquella historieta corta de Peeters publicada en El Manglar #3, “La Voluptuosidad” está cargada de poder simbólico. Aquí las piedras se emplean en señal de deferencia y el gorila evadido sólo se acerca a las mujeres. “Más lejos”, la frase que encabeza cada escena, es la expresión más repetida del libro y parece indicar que, según se avanza en la lectura, tanto más hondo y oscuro es su mensaje. El aficionado no debe quedarse en la superficie, en esa tentación imposible del cazador por la canguro o en todos esos personajes interconectados, sino ir más allá del enmascaramiento. Durante el trayecto onírico que propone Blutch acataremos con facilidad su lógica de los sueños, pero una vez concluido el viaje nos hallaremos tan perdidos como la Alicia de Carroll una vez despierta. Cargados de preguntas y con la ilusión de haber aprehendido unas pocas certezas, sólo resta recomendar este relato sobrecogedor, hipnótico y magistral del autor de Blotch.

Reseñas: La Cosa #6

Los Nuevos 4 Fantásticos #1, de varios autores (Panini Comics, enero de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 3,25 euros.

La principal novedad que ofrece “¡Adiós al barrio!”, el sexto episodio de La Cosa de Dan Slott, es la incorporación de un nuevo dibujante: Kieron Dwyer. Su estilo sencillo y caricaturesco resulta agradable con los colores de la ya conocida Villari. Respecto al argumento, continúan las obras de beneficencia en la calle Yancy, interrumpidas momentáneamente por el Hombre de Arena y el Trampero. Como ninguno de los 4F hace caso a la bengala de auxilio de Ben Grimm, termina acudiendo Spiderman, que luce su flamante traje de tres patas. Llegados a este punto, el guionista de Hulka aprovecha para criticar la formación de los Nuevos Vengadores. Por otro lado, seremos testigos del reencuentro de la Cosa con su ex novia Alicia Masters, de la mano de su novio Arlo. El tono políticamente correcto del capítulo –retomando de modo ejemplar el aire juvenil de la serie—, sumado a diversos momentos cómicos (como ese final antológico) convierten al complemento de la nueva cabecera de los 4 Fantásticos en una entretenida lectura para toda la familia.

Nextwave, la enésima revolución de Marvel

Nextwave se vendió como la enésima revolución en los cómics Marvel. Para ello, sólo eran necesarios un guionista estrella como Warren Ellis, un dibujante de moda al estilo de Stuart Immonen y un grupo de héroes segundones de los que ya nadie se acuerda: Monica Rambeau, que se vanagloria por su pasado en los Vengadores; la pija Tabitha de X-Force; el robot Aaron –a.k.a. Hombre Máquina— que llama “carne” a los humanos; Elsa Bloodstone (si es británica le gustará el té); el Capitán Capullo (sic), con un origen semejante al del protagonista de Héroe al Cuadrado –es decir, poderes transmitidos a un idiota elegido al azar—; y el jefe Dirk Rabia (¿primo de Nick Furia?), aficionado a los palitos de lagarto y director de H.A.T.E. (¿S.H.I.E.L.D.?), organización de la que surge el escuadrón de insurrectos Nextwave. El proyecto se quedó en maxiserie de 12 números.

Ellis desmitifica el género de superhéroes introduciendo villanos ridículos como Fin Fang Foom –un lagarto gigante en calzoncillos—, los hombres brócoli, un policía a punto de jubilarse que se convierte en transformer, koalas salvajes o espantapájaros samuráis. ¿No existían diseños más feos? Por otra parte, predomina la acción sin diálogo, donde Immonen se luce con un trazo estilizado que ya hemos visto en títulos como Invencible. Aquí, los miembros del grupo o son muy violentos o permanecen en un discreto segundo plano. Nextwave es una broma pesada, un fraude, comicidad sin pies ni cabeza, a años luz de Giffen y DeMatteis. De no ser por las ingeniosas acotaciones y spots del guionista, a mí me ha recordado a la época en que Lobo era el personaje más rompedor del universo DC.

Reseñas: Blotch

Blotch, de Blutch (La Cúpula, diciembre de 2007). 108 páginas. B/N. PVP: 9,95 euros.

Dividido en dos bloques, “El rey de París” y “Frente a su destino”, Blotch contiene 18 historietas cortas protagonizadas por el artista del mismo nombre, un ilustrador parisino de principios del s. XX que colabora en el periódico Fluide Glacial. No cabe duda de que bajo ese apelativo se esconde el propio Blutch, disfrazado aquí de antepasado ficticio. Él se encarga de las viñetas de humor del rotativo, integradas en la trama como sublimación de la experiencia personal. El estilo del dibujante dibujado es clásico, descarado y naif, un trazo que oculta una personalidad miserable y racista, aunque no su pasión por la belleza femenina.

Rival de Jean Bonnot, autor estrella de Le Rire Populaire (la competencia), Blotch no duda en perder el orgullo y la dignidad cuando trata de agradar al presidente de Fluide Glacial, y es capaz de dejar a los amigos en la estacada si su integridad corre peligro. Este hombre sin escrúpulos, sin embargo, encuentra su contrapunto en Georgette, amante locuaz que le pondrá en más de un apuro –además, su ascenso en el escalafón es diametralmente opuesto a la decadencia del protagonista—.

La figura de Blotch, gracias a la destreza de su creador, se vuelve creíble e inagotable. Valga como ejemplo la viñeta inicial de cada historia, que inmortaliza de muy diversas maneras al pintor estampando su firma, mientras el narrador enumera las virtudes del individuo. Los secundarios también aportan verosimilitud al relato (no en vano, la mayoría están basados en referentes reales): el mismísimo Hergé pasa por estas páginas, y hay citas a Trilliet y Gossens. Pero los papeles más sobresalientes son los del propietario del teatro Pierrin y el extravagante encargado de los crucigramas.

El ojeroso Blotch siente animadversión por el cubismo y por su actitud, los pupilos suelen abandonar enseguida la carrera artística. Le encanta trasnochar y hacer de mirón –aunque su gran aspiración es acceder a la clase poderosa—. Si la ocasión lo requiere, no le importa cambiar de bando, y debido a su vileza acabará llevándose su merecido. El lector se sentirá satisfecho al ver sufrir a alguien tan despreciable, pero seguro que siente compasión.

Las referencias al surrealismo, el jazz, el boxeo o el musical sobre la Marsella provenzal contextualizan adecuadamente la trama. Por otra parte, en esta obra Blutch opta por el pincel en riguroso blanco y negro, obteniendo un resultado dinámico e incluso desbordante.

Con este libro La Cúpula demuestra que puede poner precios asequibles. Es cierto que se trata de un volumen corto en tapa rústica, pero ahí están las solapas con sinopsis y biografía del autor, o las hermosas portadillas interiores –por no hablar de la cubierta doble a todo color… ¿será una de las obras al óleo de Blotch?—.

Reseñas: 20th Century Bola Ocho

20th Century Bola Ocho, de Daniel Clowes (La Cúpula, diciembre de 2007). 104 páginas. Color y B/N. PVP: 22 euros.

Este libro recopila trabajos primerizos de Daniel Clowes procedentes de su revista autoeditada Bola Ocho, donde destila su humor más cruel y pone de manifiesto su gusto por la sátira descarnada. En el lado opuesto se sitúa la paradójicamente seria Caricatura, otra compilación de historietas cortas. Aquí, sin embargo, se recogen episodios cómicos de cinco páginas como máximo, alternando el blanco y negro con el color (uno de los puntos fuertes del autor de David Boring). Si bien algunos capítulos ya habían sido traducidos al español en el formato comic-book de Brut Cómix –muy reconocibles por la rotulación manual de Joan Mulero—, más de la mitad permanecían inéditos hasta la aparición de este tomo. Asimismo, hay dos relatos de Lloyd Llewellyn que también se incluyeron en la reciente antología del personaje.

Pese al material repetido merece la pena adquirir un ejemplar de 20th Century Bola Ocho (vía FNAC sale por 19 euros, y duele menos) pues, como toda obra de Clowes, resulta inspiradora y reveladora, además de contener ciertas sorpresas que el lector agradecerá. Me refiero al reencuentro con Enid, de Ghost World, cuando aún era una cría; o a la irrupción de Feldman –el hombre de la sillita de ruedas de la película—; por no hablar de aquellas historias que remiten directamente a las portadas de Bola Ocho (esa pareja de ricachones en la isla desierta, o la legión de álter-egos).

Clowes carga sin piedad contra las escuelas de arte y canta a la desesperanza por la inexistencia de la mujer perfecta (sólo la madre se salva en este vademécum de complejos freudianos). Destacan dos episodios que en el cine se denominarían “grabados con cámara subjetiva”, que dan la oportunidad al lector de sumergirse en la historia de manera directa y caminar por el escenario de la obra. El autor de Ice Haven critica el cristianismo y las sectas al tiempo que defiende al outsider perdedor –una clase a la que pertenecen él y la mayoría de sus seguidores—. La relación con el aficionado, de quien se burla a menudo, es muy peculiar.

Mención aparte para las tiras de prensa –“all new”, asegura el dibujante— de corte autobiográfico y metalingüístico. También están los follabichos y fornicapeces, las listas de cosas odiosas y encantadoras (las primeras ganan la partida por goleada) o el humor apocalíptico de Zubrick y Pogeybait. “Hippypants & Peace Bear” sobresale por lucir una paleta cromática deliciosa. Y no hace amigos precisamente al describir su Chicago natal, su visión de los deportes o la frustración sexual.

Con dos pequeñas aportaciones de Mort Todd y Gil Hernandez, 20th Century Bola Ocho –¿por qué no han traducido todo el título?— cuenta con una envidiable galería de secundarios en “El pescador feliz” o “Obsesión juguetona”, dos muestras más de un humor enfermizo y kamikaze, con diálogos llenos de atinada verborrea filosófica. No cabe duda, para Clowes el cómic supone una experiencia catártica.

La Cúpula ha optado en esta ocasión por no traducir los títulos, sino subtitularlos al igual que hace con los mangas. Esto llama especialmente la atención en el índice ilustrado, o en los pequeños letreros en inglés que permanecen en las viñetas.

Reseñas: Concrete #6

Concrete #6: Una Extraña Armadura, de Paul Chadwick (Norma Editorial, septiembre de 2007). 208 páginas. B/N. PVP: 14 euros.

“Escribir un guión para cine supone un tercio de imaginación, un tercio colaboración y un tercio negociación. Todo guión supone un reto: hay que realizar un montón de notas sobre el desarrollo del guión, enfrentarse a los problemas de logística y de choque de egos. Siempre me impresiona que todos los años lleguen a estrenarse un puñado de buenas películas, ya que sé que el proceso para hacerlas es casi siempre muy descorazonador. Pero a la hora de la verdad, en el negocio del cine hay un montón de gente inusualmente inteligente y decidida que logran que, de alguna manera, las cosas funcionen.”

La historia que da título a este volumen, “Una extraña armadura”, fue editada a color por Planeta hace algunos años. En ella, Chadwick presenta el origen definitivo de Concrete partiendo del guión de cine que escribió para un proyecto que luego se abortaría. De este modo, el autor profundiza en el drama de la abducción, en la repulsiva tecnología alienígena y nos brinda uno de esos pocos momentos en que Ron Lithgow todavía tiene apariencia humana. Debido al tono cinematográfico del episodio resulta comprensible el exagerado comportamiento de un personaje miserable como Joe Stamberg, que promueve la gran mentira del gobierno. Frente a él, y con actitud rebelde, la criatura rocosa irá esculpiéndose a base de instantes traumáticos, deparándonos un final hollywoodiense con explosiones incluidas.

“Busco el realismo” narra el encuentro lisérgico de Chadwick (Dios) y Concrete –su creación—, a quien concederá su deseo más hondo. “Sueño agitado” y “Observando el atardecer”, ya publicados en la recopilación de historias cortas de Norma, son breves pero contienen algunas de las mejores viñetas de la serie. En “El mundo bajo la piel”, el protagonista da rienda suelta a su imaginación siniestra, mientras “Corriendo” pone de relieve la comicidad del personaje. “En el dormitorio de Van Gogh” es un capricho artístico en formato apaisado, al tiempo que “Más brillo” abunda en la idea del ahorro en efectos especiales merced a los poderes de una misteriosa maga (¿Astra?).

A continuación, Chadwick ofrece dos entregas de “Un cielo de cabezas” –una de ellas inédita en nuestro país—, una propuesta alternativa del dibujante que tampoco llegó a buen puerto y que fueron encajadas aquí. Asimismo, ambas historias poseen un tono underground muy llamativo. Finalmente, en “El edificio que no explotó” se habla de una cuna arquitectónica de artistas, de la condición humana al fin y al cabo, a través de la meditación trascendental. Y de regalo, una galería de portadas que bordean lo kitsch.

Reseñas: Hulka #5

Hulka #5: “Me he casado con un hombre lobo”, de Dan Slott y Rick Burchett (Panini Cómics, diciembre de 2007). 144 páginas Color. PVP: 9,25 euros.

Empieza la cuenta atrás ante la despedida de Dan Slott de la serie de la amazona esmeralda, que se produce en el número 21 USA, acompañándose en este último tramo del dibujante Rick Burchett –con quien ya trabajó en Las Aventuras de Batman—. El artista pierde puntos al usar un estilo más realista que su conocido cartoon, mientras los colores de Dave Kemp lo hacen empeorar aún más. Con todo, resulta el ilustrador más sobresaliente de la cabecera desde su reinicio.

El primer tramo del volumen se refiere a la transformación de John Jameson en Star God, un hombre lobo muy especial (¿de dónde sacará el arco y las flechas?). Aquí destacan los lápices de Eduardo Barreto en el especial de Dos Pistolas Kid. Mientras tanto, Pug acude a una curandera y Artie Zix revela su verdadera identidad. Por si fuera poco, Gata Infernal, Dragón Lunar y Thor actúan como secundarios. Slott sigue sorprendiendo por la cantidad de temas que aborda, como si la adición fuese su especialidad, y acaba entregando en este tomo un interesante mezcla de terror, western, ciencia-ficción y superhéroes.

En la segunda parte del libro se desarrolla el juicio de Starfox en Titán, a quien acusan de abusar de sus poderes sobre otros metahumanos. Tras visitar las imponentes caras de la Justicia, el acto al que asiste Jennifer Walters será interrumpido por el loco Thanos, cuyo origen fraternal rememora la vieja leyenda de Caín y Abel. ¡A veces, Hulka parece un resumen continuado de viejos éxitos! A los citados hemos de sumar la génesis de Asombroso Andy, plasmado en una historieta prodigiosa. ¡Y ojo que viene S.H.I.E.L.D.!

La edición de Panini contiene un artículo muy bien documentado de Raimon Fonseca, el mejor de los presentados hasta ahora, donde se repasan todos los personajes que habitan el universo de Hulka. Sin embargo, al imitar la versión americana, se cae en el error de reproducir la peor cubierta de Greg Horne.

Reseñas: Solo #7 (Michael Allred)

Solo #7, de Michael Allred (Planeta de Agostini, diciembre de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 3,95 euros.

A mi juicio, el autor de Madman es quien mejor ha comprendido el propósito de la revista antológica Solo. Codo con codo con su hermano Lee –que nos brinda algunos guiones ingeniosos— y su esposa Laura (aportando un color espectacular), Mike asume el reto con espíritu lúdico y hedonista –similar al de Darwyn Cooke en esta misma cabecera—, y nada más abrir el tebeo nos topamos con un póster de los Metal Men y un sumario presentado por Bizarro. Y no hay bocetos: Allred prefiere lucirse con varias cubiertas alternativas y cinco historietas, a cada cual mejor. ¡Incluso en la biografía, el artista sale disfrazado!

“Una hora con Hourman” habla de cómo matar el tiempo bajo los efectos de una píldora miraclo, mientras “Doom Patrol vs. Teen Titans” describe un guateque en el ático de lujo de Bruce Wayne, con bailes yeyé y un cameo de Batmito. “Batman a go-gó” parece describir una pesadilla del Hombre Murciélago, donde destaca la presencia de un Dick Grayson respondón e insolente que lleva la contraria a su tutor. También figuran en estas viñetas (con una paleta cromática inquietantemente oscura) El Acertijo, el risible Dr. Deconstrucción y Batgirl.

“Una apuesta en el Cuarto Mundo” tan sólo pone de relieve las dotes escapistas de Mr. Milagro frente a Orion y Lightray, al tiempo que “El club del cómic” supone la dosis autobiográfica del número. Aquí, los pequeños Lee, Mike y Curtis Allred pululan por tiendas de segunda mano para luego encerrarse en su cuartel secreto, ajenos al peligro de Mike the Mod –álter ego tenebroso del autor—. En este episodio, el dibujante de X-Statix nos obsequia una doble splash-page ideal para forrarse la carpeta.

Reseñas: Los 4 Fantásticos #18

Los 4 Fantásticos #18, de varios autores (Panini Comics, diciembre de 2007). 60 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

Este mes no hay episodio de la Cosa de Dan Slott, sin embargo, hay que recomendar la compra del número de Los 4 Fantásticos, pues viene con otro complemento de lujo: dos historietas especiales con motivo del 45 aniversario de la serie. Los autores encargados son Nick Dragotta (entintado por Mike Allred, con el mismo resultado clónico que en el tomo de Chica Muerta) y Paul Pope, que se centra en la vieja competencia entre Antorcha Humana y Spiderman –al episodio ambientado en la Civil War ni siquiera le hemos echado un vistazo—.

En las primera aventura, de diez páginas, podremos ver a Stan Lee corriendo entre clones del Hombre Topo, un villano que sólo pide un papel en la próxima película de Marvel (todo apunta a que el creador del supergrupo se siente bastante cómodo con la caricatura de sí mismo que sale por la gran pantalla). Un capítulo cómico que permite igualmente el cameo de Joe Quesada.

El trazo inconfundible de Pope encaja a la perfección con las chispas y las carreras de Johnny Storm, a partir de un guión muy sencillo pero de factura excelente. El color, cortesía de José Villarrubia (en quien ya nos fijamos por su esmerada labor en la cabecera antológica Solo), resulta precioso.

El ejemplar se cierra con un correo de lectores estelares, entre los que se hallan la hija de Jack Kirby, Alan Davis, Tom DeFalco, Roy Thomas o Mike Wieringo. ¡Una pena que todo esto venga cobijado por una cubierta tan horrible!