31.3.09

"La Laguna" de Lilli Carré

La Laguna, de Lilli Carré (La Cúpula, marzo de 2009). 92 páginas. Blanco y negro. PVP: 10 euros.

Lilli Carré es una artista muy joven cuyo trazo recuerda al gallego Brais Rodríguez. La Laguna es una novela gráfica breve y enigmática, un himno a la noche y los cantos de sirena. Pero también es un viaje fantástico a la infancia, una apología del silencio que defiende la música como generadora de estados de ánimo. De este modo, el abuelo recoge flores o repasa sus escalas de piano, la madre fuma junto a la criatura del pantano y Zoey se duerme mientras el padre tergiversa el mito de Jonás y la ballena. La escena en los juncos con los vecinos narrando un secreto ancestral está bordada con maestría, así como los tránsitos en el bosque y las aguas profundas, donde se impone el negro del misterio. Como en las últimas obras de Gilbert Hernandez, una elipsis divide en dos el relato. En el cierre, una panda de gatos maúlla y en la casa todos bailan al son. Mientras, un incendio se desata en la pila de leña. La edición de La Cúpula es correcta y asequible.

30.3.09

Solo #12: Brendan McCarthy

Solo #12: Brendan McCarthy (Planeta de Agostini, marzo de 2009). 48 páginas. Color. PVP: 3,95 euros.

El talentoso e imaginativo Brendan McCarthy raramente firma con su nombre. Su trabajo en Solo (DC) es un rompecabezas inteligente y psicodélico donde todo encaja. Al parecer, los autores de género futurista --se me viene a la cabeza Corben-- suelen aportar una visión novedosa de los superhéroes, pues su concepto del cómic es desprejuiciada. "The Lord of Nothing" es un tebeo gris dentro de otro (el Duque Libertino / Cachetitos es el lector), con protagonista indigente y disfrazado. "Nubes cruzadas" más que una tira cómica es casi un nonsense, al igual que el resto de pin-ups que engrosa este número. Ilustraciones llenas de sentencias, poesía y salidas de tono. Su versión de "The Flash" es la de un enmascarado que tiene alucinaciones al mirar a través de un agujero hecho en el centro de los cómics --y unos temibles hombres-estrella al otro lado--. "Johnny Sorrow", otra de la historias largas, es una suerte de Constantine / Predicador beato que ataca al Diablo con gadgets propios de James Bond. Su sobresaliente Batman, con la envoltura del falso documental, deberá luchar contra una horda de manos. La edición de Planeta se cierra con la ración acostumbrada de bocetos y un triste "Gracias por venir"... ¡Pues el viaje fue muy agradable!

26.3.09

Onimbo

Onimbo, de Hideshi Hino (La Cúpula, diciembre de 2008). 204 páginas. Blanco y negro. PVP: 10,95 euros.

Onimbo tiene un imán especial para los traumatizados. Se acerca a ellos para saciar su apetito de gusanos infernales, quizá la forma material que adquieren los miedos de sus portadores. Pero antes le gusta verlos llegar hasta el límite del pánico, apostado en su capullo como una polilla. Luego reduce su tamaño, se adentra en el interior del poseído por cualquier orificio y pronuncia las palabras mágicas: “Shidehinohi Rumumuyo Gamma” (donde puede leerse el nombre del dibujante). Hideshi Hino sabe qué imágenes pueden impactarnos todavía y usa las alucinaciones para atestiguar que la realidad puede ser algo engañoso y peligroso. El mismo esquema se repite a lo largo de cuatro episodios que bien podrían conformar una serie animada de TV de horario nocturno: el niño que teme las algas y aparece dentro de una pecera; la joven rehén de un psicópata que revive continuamente su pesadilla; la estudiante taciturna y suicida vencida por la competitividad que recibe un perro muerto empaquetado, y la mujer asustada por un bebé maldito que mordisquea su pajarillo. En cada capítulo el Onimbo va más lejos, porque a veces hay otro mal detrás del mal, hasta toparse con su némesis: el Mamushimbo --esos cuernos extensibles tan Bobobo--.

25.3.09

Gagarin #8

Gagarin #8, de Ferran Esteve (febrero de 2009). 36 páginas. Blanco y negro.

En el número azul concluye “Responder a todos”, una historieta larga estructurada en tres partes que quizá se trate de la obra más ambiciosa de Ferran Esteve hasta la fecha. Como joven promesa del tebeo nacional, se supera a sí mismo en cada entrega de Gagarin, tanto en la narración como en el arte secuencial (sabe qué diálogos funcionan o cuándo debe cortar una escena). A lo largo de sus páginas nos ha hablado de la venganza personal del protagonista contra uno de los profesores del colegio del que fue expulsado. Una tesis realista --entre la autobiografía y el slice of life-- sobre los adolescentes que deciden impartir la justicia por su mano sin pensar mucho en las consecuencias. El autor completa el fanzine, con trazo trondheimiano y esforzándose en los fondos, con una tira muda y triste de Josef D. Presión ambientada en un hospital y un breve alegato cómico referente a las gafas de pasta. Por otro lado, Clara Tanit nos brinda un aperitivo de lo que podría ser su próximo proyecto, con enfermeras de la muerte y ositos panda rebobinados (en un registro que recuerda a Brais Rodríguez).