Reseñas: Perros Hambrientos
Perros Hambrientos, de Jack Kirby (agosto de 2006, Planeta de Agostini). 62 páginas. PVP: 6,95 euros.
Jack Kirby culminó su saga del Cuarto Mundo más de una década después de que se cancelasen las series en las que desarrolló su epopeya. Ya estaba en la etapa final de su carrera y las novelas gráficas superheroicas aún no estaban asentadas en el mercado. Ese formato le daba la posibilidad de experimentar con páginas más anchas y de introducir amplias gamas de colores (que disfrutamos por primera vez en España), además de la oportunidad perfecta para terminar su historia. Sin embargo, el Rey no tenía muy claro el mensaje de su obra maestra y, como apuntan algunos articulistas, este hito de la ciencia-ficción no es sino un torrente de conceptos mitológicos y futuristas. En Perros Hambrientos, el tono de los diálogos alcanza un nivel de megalomanía poética similar al de los primeros episodios de Estela Plateada, sólo que los propósitos del dibujante parecen más confusos y ambiciosos. Asimismo, la acción contiene más dosis de violencia que de costumbre.
Comentaba Álvaro Pons el flaco favor de los entintadores con el trabajo de Kirby, que redondean los contornos de Darkseid hasta despojarle de ese halo tenebroso que le daba su creador, y estoy de acuerdo, pero sí me han gustado los pinceles multicolores de Theakston, Wray y Disposito. Nos habían privado de ellos en el Cuarto Mundo y ahora vienen como agua de mayo. ¡Por fin distinguimos los ojos azules del gobernante de Apokolips o el traje blanco de Lightray! Es un lujo poder disfrutar de una edición fiel a la original (la realización técnica va firmada por Fanhunter S.L.), y más con un tebeo de esta magnitud.
El argumento de Perros Hambrientos, narrado a modo de epílogo, retoma algunos personajes secundarios de la saga, como el rebelde Himón –cabecilla de los insurrectos de Apokolips-, Lonar y su caballo de batalla (que sólo había aparecido en complementos) o Esak, el discípulo corrupto de Metrón. Orión volverá a tomar un papel determinante en la consecución de la profecía, mientras crece su amor por Bekka (la hija de Himón) y se enfrenta a Micro-Mark, la tecnología más avanzada de Apokolips. Kirby se despide hablando de la conciencia de clase, del conflicto entre el hombre y las máquinas y del amor como respuesta a la guerra, temas poco habituales en el género que convierten a su autor en uno de los nombres más revolucionarios dentro de la historia del cómic.