Bacterias, de Calo
Bacterias, de Calo (Planeta de Agostini, mayo de 2009). 116 páginas. Color. PVP: 12,95 euros.
Planeta empieza a pujar en serio por los autores españoles (confiemos en que sirva para promocionarlos en el extranjero) con una nueva colección --Forum-- en tapa dura, y uno de los primeros títulos en llegar a las librerías ha sido "Bacterias", de Calo. Este álbum a color dobla en extensión al anterior "Recluta con alien" y quizá contenga mayores aspiraciones y expectativas. Contextualizar el argumento partiendo de la prehistoria es algo que ya habíamos visto en tebeos de Ibáñez o películas como "2001, Odisea en el Espacio". Podría analizarse como un exceso de trascendentalismo, pero el autor de "Al servicio de las damas" sabe hilvanar los distintos tiempos (el mono dibuja la ciudad y el hombre hace pinturas rupestres), dividiendo la historieta en episodios no explícitos que aportan ritmo al relato. También podrían justificarse los discursos filosóficos de Vincent por su profesión de artista --es curioso que el autor haya bautizado sus personajes con nombres francófonos, sin duda borda la línea clara hasta en ese aspecto--. Luego situará la acción en un futuro en que la Tierra desaparece (se menciona Dr. Who en los diálogos), con la intención de realzar el eslogan de "bacterias en un mundo mayor que no comprenden". Entre la novela sentimental y la intriga, Calo va ahondando en la piel de sus criaturas: Elodie, una madre soltera responsable y el citado pintor bohemio intercambian sus caracteres según van intimando; mientras él hace de canguro, ella aprovecha para salir con los amigos. Otros secundarios, como el hermano adolescente problemático --que cerrará la aventura de manera circular--, las hijas o el mendigo, incrementan el interés de la narración (sobre todo con esa referencia directa a "La Grúa" de Zimnik, que tantas veces hemos recordado en el blog). La tensión sexual inherente a las viñetas del creador de "Dios los cría" se consuma tras un desastroso fin de semana en el campo --cuidado con la perspectiva en esa escena de coches [pág. 54]--. Como en su anterior propuesta, Calo combina blanco y negro y color para acentuar la desolación de los protagonistas (preciosa ilustración a toda página, por minimalista, en pág. 92), y emborrona ciertas esquinas con tinta negra y ¿esponja? cuando quiere aumentar la tensión. Hacia el final --con una persecución ejemplar que recuerda al último Lapinot--, mientras van cerrándose los cabos sueltos, la fuerza de los sentimientos terminará desbaratándolo todo. El volumen se cierra con una galería de bocetos y comentarios del dibujante. ¡Apoyen el producto nacional y lean esta disfrutable novela gráfica!
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