30.5.06

Reseñas: El Escapista #3

Las Asombrosas Aventuras del Escapista #3, de varios autores (Planeta de Agostini, mayo 2006). 80 páginas. PVP: 7,50 euros.

Desde octubre Planeta no sacaba nada del Escapista, aunque su chisporroteante Bot diga que se trata de una serie trimestral. Sin embargo, el retraso se compensa con la inminente aparición del número 4 a finales del mes de julio. Por otra parte, aunque muchos hablen del Superman/Batman o del Nuevos Titanes, ésta es una de las colecciones más caras de la editorial si se atiende al número de páginas. Pero hay que reconocer que se nota un trabajo más cuidado, un papel más brillante… Y se aprecia cierto pixelado desde la misma portada con emblemas nazis de Mignola –eso nos legaron las pantallas planas-. Asimismo, si el lector busca artículos en los tebeos (que es la mayor paradoja que ha dado el sector en los últimos tiempos), sin duda acaba de toparse con la mejor elección. Aquí abundan los pseudónimos (Bubble LaTour) y los textos introductorios, literatura que debemos al máximo mentor Michael Chabon.

Entre las historias más llamativas del tomo se encuentra, por salida de tono, “El Antiescapista”, que funciona a modo de tira humorística y realza la claustrofilia del personaje. Se lo debemos a Paul Hornschemeier, que volverá pronto. También hay un falso anuncio de pastelitos de frutas Hausfrau bajo el título de “La trampa”. No obstante, sería “¡Heil, Terror!” la más destacable de todas ellas, firmada por Marv Wolfman y Joe Staton, que beben de las fuentes más perversas de EC Comics. Se adivina el trazo de Kurtzman detrás de ese pastiche de ciencia-ficción, terror y suspense. El episodio se enmarca en 1955, con el viejo Tom Mayflower haciendo frente a los planes de Mengele. La escena de los hachazos (dedicada al autor de Seducción de un inocente) quedará grabada en vuestras retinas, y os recordará, si la leísteis, a “El corazón delator” de Poe.

En otro nivel se sitúa “Reinar en el infierno”, del correcto Vaughan y el dinámico Petersen, al presentar la tentación de Big Al de ingresar en la Cadena de Hierro. Al fin y al cabo, en el mundo de las ideas se trata de estar “al servicio” de uno o de otro. “El juicio de Judy Dark” nos lo venden como un trabajo no reconocido de Jack Kirby. ¿En serio se puede comparar la valkiria sin vida de Dean Haspiel con la Big Barda del primero? Esperemos que cambie de registro, en la medida de lo posible, en El Derrotista. El guión de Kevin McCarthy, habitual de la cabecera, nos habla de la diosa cimmeria Lo y una guerrera que cree ser más digna para el puesto que Polilla Luna. Como una propuesta de What If…?, esto servirá para describir la juventud de la heroína al más puro estilo Peter Parker.



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22.5.06

¿Una brizna de hierba, Luke?

Los rivales de Painful Gulch (1962) es una de las aventuras más conocidas de Lucky Luke, quizá por tener versión animada en la serie de TV. En este episodio, el veloz cowboy tendrá que mediar entre dos familias enfrentadas: los orejones O’Hara y los narizones O’Timmins, peleados desde tiempo inmemorial por el cauce de un río. A Luke, que está de un humor de perros, lo nombran alcalde, y para hacer las paces manda celebrar el día de la fundación de la ciudad. Los concursos se amañan buscando el bien común, con pica-pica en las monturas y dianas trucadas, pues los clanes enemigos tienen muy mala puntería. Destacan la cómica escena del baño interrumpido y la tonalidad de las viñetas del incendio, verdaderamente sublimes. Como curiosidad, el dueño de un saloon irá a pedir la cuenta al vaquero solitario cuando éste parece dispuesto a partir sin pagar. De nuevo, el diálogo propuesto por el protagonista desemboca en la solución del conflicto, aunque nunca encuentre un remedio infalible a la primera. Es revelador que Morris firme todas las páginas junto al nombre del guionista.

El Séptimo de Caballería (1965), que debería haberse traducido “El Vigésimo de Caballería”, es una ácida crítica a un ejército al que le pierden la fanfarria y la burocracia. Sin ir más lejos, veremos a un coronel al que se le van cayendo las medallas de la casaca. Sitiados en Wyoming y rodeados por cheyenes, arapajoes y sioux, el peso de la batalla recaerá en el general McStraggle, cuyo hijo suele recibir toda clase de castigos para evitar favoritismos. La lavandería del fuerte está regentada por el oriental Ming Li Foo, que introducirá varios chistes, al igual que el sombrerero. Sobresale en este aspecto el diálogo con señales de humo de los indios –uno de ellos recibirá todos los golpes-, y la broma repetida de la pipa de la paz infumable. Y Luke estará allí para abrir un túnel que les ayude a escapar... Goscinny presenta además a un personaje muy interesante: el desertor (Flood) que ayuda a los propósitos indígenas con una pluma en el sombrero.

El gran duque (1973) cuenta la historia de un aristócrata de la Rusia zarista que quiere conocer el Far West en primera persona. Resulta paradójico que Luxy Luxy (como lo llama el visitante) se empeñe en mostrarle la cara amable del Oeste, falseando la hostil realidad de la frontera. Debido al idioma, asistiremos a algunos gags servidos por el edecán y aprenderemos interjecciones como “¡Fredia!”. En la sombra siempre permanece un espía que fracasa en su intento de atentar contra la celebridad extranjera, pero éste no tiembla ni a la hora de la ruleta rusa. Este capítulo de Lucky Luke debió aparecer en la época en que su revista iba dirigida a lectores adultos, pues hallamos a la corista Laura Legs (de cuyo zapato beberá champán el propio duque) y a su proxeneta Jackson. La extravagancia culmina con los soldados del Séptimo de Caballería disfrazados de indios y un ataque con balas de fogueo. Luke volverá a mostrar su lado retorcido cuando recurre a los servicios del periódico local para trastornar la vida salvaje. Hay pequeñas joyas desperdigadas en este álbum: cuando Jolly Jumper bromea con el acento de la localidad ganadera de Abilene (“Muuu”) y el instante en que el temido Texas Ripper recuerda sus orígenes.

El Pony Express (1988) tiene guión de X. Fauche y J. Léturgie, autores de Daily Star y Sarah Bernhardt que recogen el testigo de Goscinny para divertir instruyendo con otro hilarante episodio histórico, al igual que clásicos como Astérix o Tintín. En la carrera del progreso estadounidense, el papel del correo montado fue bastante efímero, pues al poco tiempo se inventó el telégrafo. Pero los autores de Lucky Luke retoman esta época para narrar los sabotajes a los que tuvo que enfrentarse. El primer interesado en que el invento fracasara era la Pacific Railway, encarnado en el malvado Ballast. Luke tendrá que inaugurar la línea y afrontar el primer envío. Mientras tanto comprobaremos que su sombra sigue siendo menos espabilada que él. Previamente se llevaba a cabo una entretenida selección de personal por donde desfila el mismísimo William Cody. Los hermanos Dalton y Rantamplán tendrán una breve irrupción en el capítulo, y el perro nos proporcionará uno de los mejores momentos del álbum al reconocer al vaquero. Otra secuencia reseñable es la protagonizada por Lola y sus Girls –continúa el cabaret-, que acabarán engatusando a Tortuga Ágil. El final de la trama recuerda al desenlace de La Vuelta al Mundo en 80 Días... ¡No olviden tener en cuenta el cambio horario en sus apuestas!

La leyenda del Oeste (2002) es una obra póstuma de Morris que cuenta con la colaboración de Patrick Nordmann en los diálogos. Al observar los perfiles poco definitorios de algunos personajes se atisba la presencia de algunos ayudantes en la labor gráfica. Planeta lo sacó a la venta recientemente, dos euros más caro de lo usual, pasando por alto ciertos errores tipográficos (como esa Courier que no debería leerse), y manteniendo un tratamiento de color moderno que no favorece a la serie -¡malditos degradados!-. El planteamiento de la aventura es muy atrayente, en la línea de Fuera de la Ley, o western dentro del western, al cuestionar la veracidad de sus leyendas. Todo viene de la mano del espectáculo Wild West de Buffallo Bill, que recrea de manera amable las andanzas de los Dalton. El encuentro entre los actores que interpretan a los forajidos y los cuatro hermanos será memorable. Por el contrario, Lucky Luke dice no considerarse una celebridad del Far West, y permanece en un intrigante segundo plano hasta que se hace irremediable. Este cowboy ya no fuma, sino que lleva una brizna de hierba en la boca. Tampoco impresiona tanto como antes: en una viñeta será arrollado de una patada en el culo. Cabe apuntar dos gags muy ingeniosos: aquél en que un niño llama "Rintintín" a Rantamplán (aunque es su nombre en ciertos países) y ese otro en que un caballo se deja atrapar por Joe Dalton.

15.5.06

Reseñas: JLA/JLE #3

JLA/JLE #3, de Giffen, DeMatteis, Maguire y Templeton (Planeta de Agostini, mayo de 2006). 192 páginas. PVP: 9,95 euros.

Con menos retraso del que se esperaba (apenas dos meses desde que apareció el anterior), llega ahora a las librerías el número 3 de JLA/JLE. ¡Y viene con las portadas correspondientes, que siempre son mejores que esas odiosas cortinillas para cuadrar dobles! Ya sólo falta que recuperen las cubiertas pendientes -sin duda, otro de los puntos fuertes de la serie- y los complementos que sí incluyó Zinco. Por otra parte, parece que Planeta ha decidido mantener la subida del precio, puesto que este tomo contiene casi las mismas páginas que el primero y cuesta un euro más. Además, el volumen se abre con un artículo de David Hernando a modo de sinopsis de lo que hallaremos dentro.

A estas alturas, la serie de la Liga de la Justicia empieza a sufrir cierta ralentización. Las tramas propuestas por Giffen se desarrollan a lo largo de varios números mediante historias paralelas (es lo que ocurre cuando el supergrupo lo componen más de una decena de metahumanos: hay que dispersarlos en muchos frentes). El resultado es una lectura parcialmente vacua, de no ser por los magníficos diálogos de DeMatteis, que plaga de chistes cualquier viñeta. ¿Y acaso no tienen más peso que las tramas centrales? En estos números, la parte gráfica corre a cargo de Templeton, que cubre con nota los huecos que deja Maguire.

La aventura arranca con un Batman disfrazado de Bruce Wayne (porque sus compañeros no conocen la identidad secreta del Hombre Murciélago) que trata de infiltrarse en Bialya para ver qué nueva fechoría está tramando el tirano. Allí se prepara una conspiración encabezada por la Reina Abeja y su obediente ejército de afectados por las radiaciones nucleares.

Mientras tanto, Mr. Milagro sigue en poder de Manga Khan (al que conoceremos en su estado gaseoso), que contrata a Lobo para acabar con la JLI. Por cierto, qué poco partido le ha sacado DC a los amados delfines del czarniano. Sus primeros contrincantes serán Big Barda, Gnort y Martian Manhunter -vaya gozada ver en acción metamórfica al detective-, hasta que un boom-túnel lo conduce hasta Guy Gardner, que del golpe recuperará la normalidad.

En estas páginas viviremos el reclutamiento de Hawkman y su esposa, así como el cambio de armadura de Rocket Red, venida ni más ni menos que de Apókolips. En ese planeta se toparán con la Abuelita Bondad, el Dr. Vermin Vundebar y Kanto, que están dispuestos a negociar por Scott Free. Pero Darkseid (al que veremos leyendo el Mein Kamph de Hitler) intercede favorablemente por nuestros héroes.

El tramo final de este número comprende los dos episodios pertenecientes al crossover Invasión (y las editoriales, empeñadas en seguir haciéndolos...). Asistiremos al paradójico enfrentamiento entre Oberón y los imskianos diminutos, o al ataque de los Khund mientras la Liga se alía con Wonder Woman. Sin embargo, sobresale entre los villanos un reverso perfecto, un grupo denominado la Liga de la Injusticia, cuyos miembros (Mayor Desastre, el Rey Reloj, Multiman y compañía) se tratan entre sí con el mismo desprecio que los titulares.



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12.5.06

La edición "ultimate-definitiva" de Concrete

Norma ya ha anunciado sus novedades del Salón del Cómic, y entre ellas destaca la recuperación de Concrete de Paul Chadwick en una colección de seis volúmenes trimestrales, con formato similar a Strangers in Paradise o el reciente Opium. Esta iniciativa sigue la estela de la edición americana de Dark Horse, que ha ido recopilando las historias por bloques temáticos, en lugar de hacerlo de forma cronológica. Así, el tomo que aparecerá a finales de este mes reúne algunas historias que ya leímos en la primera compilación de la casa (1986-1989), como "Vidas de ricos y famosos", "Dios acuático" o "Directo al ojo". Sin embargo, el grueso del libro lo constituyen páginas inéditas, como las galardonadas "Vagabond" o "Orange Glow", que tiene fecha de 1996. En siguientes entregas se recuperará la aventura larga Killer Smile (nº4), que sacó en su día Planeta, al igual que Extraña Armadura (nº6), donde se narra el origen del personaje. ¡¡Ya lo sábeis!! ¡¡A revender vuestras viejos álbumes porque llega la edición ultimate-definitiva de Concrete!!







Cubiertas de la edición americana (tomos 1 al 6).

9.5.06

¿Un pitillo, Luke?

Revisando mi colección de Lucky Luke compruebo que los viejos álbumes de Grijalbo tienen mejor color que los de Planeta e incluyen más anexos históricos. Curiosamente éstos han decidido centrar la serie en las obras escritas por Goscinny, y por el camino han renombrado dos títulos de su coleccionable: Mississippi arriba (Remontando el Mississippi) y Los Dalton van a la nieve (Los Dalton van al Canadá). Pero los volúmenes no están apareciendo de forma cronológica (como tampoco lo hicieron las ediciones de Bruguera, ni la versión enciclopédica, ni Salvat), y más de la mitad de las aventuras se quedarán sin ver la luz:

El Emperador Smith, El Jinete Blanco, El Gran Duque, La curación de los Dalton, La herencia de Rantamplan, El hilo que canta, Western Circus, La evasión de los Dalton, Cañón Apache, El tesoro de los Dalton, El bandido mecánico, Sarah Bernhardt, Dedos mágicos, Daisy Town, Mamá Dalton, Daily Star, La novia de Lucky Luke, Nitroglicerina, El Pony Express, Jesse James, El cazador de recompensas, El elixir del Doctor Doxio, Al hambre, Rodeo, Kid Lucky, Belle Star, El Klondike, Oklahoma Jim, OK Corral, Marcel Dalton, El Profeta y El artista pintor.

Los seguidores del personaje podrán vislumbrar una evolución hacia la ironía y un gusto especial por los chistes que ponen en cuestión los tópicos del western. Esto puede apreciarse tanto en los últimos episodios de Goscinny como en los guiones que otros autores realizaron para Morris. Se describirán momentos que antes solían obviarse: Lucky Luke recargando su pistola y Jolly Jumper cambiando sus herraduras; tendrán lugar situaciones inusuales como que el cowboy sea quien lleve al caballo parlanchín a sus espaldas o que el Séptimo de Caballería siempre requiera sus servicios en el mismo punto del desierto. Asimismo, queda patente en más de una historieta que los équidos que no monta el hombre que dispara más rápido que su sombra "no tienen personalidad".

Estos días de asueto he leído El Juez (1959), que enseguida me recordó a la película de Paul Newman basada en la vida del pintoresco Roy Bean. Este aspirante a magistrado de cicatriz en el cuello y oso amaestrado impondrá ingeniosas multas a los habitantes del poblado mientras sirve cerveza fría durante los procesos judiciales. Sobresale como antagonista Bad Ticket, un tramposo bien vestido con el que Luke mostrará su lado chaquetero, así como Jacinto, un mexicano explotado por el juez, y un empleado de pompas fúnebres muy interesado en aplicar la pena de muerte. Con ellos, Goscinny y Morris dan una lección de entretenimiento y dinamismo al tiempo que revelan su conocimiento de la historia y su amor por una época llena de encanto.

Las colinas negras (1963) nos habla de la colonización de Wyoming en contra de los intereses de algunos políticos, que enviarán a Bull Bullett para entorpecer a los pioneros a los que acompaña Luke. Con él va una troupe de eruditos académicos que llenará el trayecto de diálogos brillantes y estampas cómicas, como cuando el antropólogo se enfrenta a Nebraska Kid en un duelo con florines. Al igual que en otras aventuras, la acción a contrarreloj de los personajes revierte en una lectura apasionada de las viñetas. También destaca la mención al "agua de fuego" (alcohol) que hace perder los papeles a los cheyenes.

La ciudad fantasma (1965) presenta a otro barbudo en el papel de secundario, el old timer Powell, empecinado en encontrar oro en una mina vacía. En este capítulo, los autores se refieren a la superstición de la gente y al gremio de tramposos que sazonaba las rocas estériles (encarnado aquí por Denver Miles y el precipitado Colorado Bill). En una de las páginas, planteada a la perfección por el dibujante, veremos a Luke atrapando a una vaca... ¡Ya era hora, vaquero!

En 1969 se publica la primera edición de Jesse James (y hablo ya de mi biblioteca personal, no de las entregas de Planeta), donde se pinta al forajido como un lector obsesionado por Robin Hood -se pasará la mayor parte de la trama acechando en las ramas de los árboles-, y su hermano Frank se convierte en un experto en Shakespeare, salpicando los diálogos de citas anodinas. Les acompaña su primo, el torpón Cole Younger, con el que provocarán varios descarrilamientos de trenes. Enfrente se sitúa Lucky Luke, más mandón y chulo que nunca, escribiendo a balazos la marcha fúnebre para una pianola, mientras Jolly Jumper se lia un cigarro. No quedaba otro remedio con los ineptos agentes de Pinkerton haciendo de las suyas.

Detenemos nuestro repaso (por hoy) en El bandido mecánico (1981), firmado a medias por Morris y Bob de Groot. Los hermanos Caille fabrican la primera máquina tragaperras (a la que llamarán lúcidamente "el ladrón manco") y Luke será testigo de su gira por varias ciudades. En su camino se armarán tumultos, se desbordará la locura y hasta se toparán con la Liga de las Mujeres, que por supuesto caerá rendida ante la fascinación del invento. Opuestos a las novedades del azar se hallan Doble Seis y su jefe, un tramposo pequeñín que cabalga sobre su lomo. Se trata de una pareja arquetípica que influiría bastante en el erróneo planteamiento de la serie de animación: incluir unos enemigos inútiles a más no poder, cuando nuestro cowboy está preparado para las adversidades más exageradas. Sin embargo, este episodio contiene escenas llamativas, como ese intento de abandono de Jolly a mitad del álbum o ese final acelerado por la llegada de un telegrama. ¿Empezaba a notarse la ausencia de Goscinny?