25.8.08

La Cosa del Pantano #15

La Cosa del Pantano #15, de varios autores (Planeta de Agostini, junio de 2008). 160 páginas. Color. PVP: 13,95 euros.

El monstruo de Lousiana regresa de las dimensiones trascendentales para percatarse de que Abigail ha sido detenida por un crimen contranatura. Moore, el poeta del noveno arte, desmontará este supuesto insostenible por boca de Batman –¿cuántos matrimonios no humanos conocemos tanto en Marvel como DC?— en un especial giant-size donde vuelve a deslumbrarnos el arte de Bissette. Ahora las rosas cubren la piel de la Cosa del Pantano y Gotham es invadida por el reino vegetal. Sólo un villano tan inteligente como Lex Luthor será capaz de dejar fuera de juego a la deidad protagonista. Así, la historia de amor entre Alec y Abby se asemeja cada vez más a una condena eterna. En estos números vuelven viejos conocidos como el ecologista Chester Williams o la alienada por su marido Liz Tremayne (¡ojo a la secuencia de los caimanes!), mientras Swampy cambia de piel y construye tremendas osamentas de madera. El capítulo del funeral –tranquilos, que ningún héroe muere del todo— viene marcado por enfermizos flash-backs, al tiempo que el tándem Veitch-Alcalá se alza como el más constante en este tramo de la serie. El volumen se cierra con un fantástico monólogo en azul que recuerda al Dr. Manhattan de Watchmen, no en vano, en estas páginas, el personaje central crea un universo a su imagen y semejanza para luego desbaratarlo todo en un momento de lucidez. La edición de Planeta cuenta con un cuestionable texto de José Torralba Abellí y las cubiertas americanas. Lo que no entiendo es por qué una recopilación de seis números cuesta lo mismo que una de ocho…

20.8.08

Reseñas: Dos Veces Breve #15

Dos Veces Breve #15, de varios autores (Ariadna Ediciones, agosto de 2008). 52 páginas. Color y B/N. PVP: 5,95 euros.

Nueva entrega de la revista subvencionada de José V. Galadí, que en sus siempre suculentos textos demuestra el cariño que profesa por el género. En este número sobresale ya desde la portada la historieta de Raúl Ariño, que con mucho humor hace propia la leyenda del cadáver de Paul McCartney. Su trazo y esa paleta de colores admirable recuerdan tanto a los dibujos lisérgicos de “Yellow Submarine” como a “El desván de la fantasía” de José Ramón Sánchez. Por su parte, Fermín Solís firma otro episodio ambientado en San Paul Sur Mer para hablarnos de sentimientos a través de un ingenuo fortachón. Diego Arandojo y Ed prefieren centrarse en las peleas entre guionistas mediante pinceladas retro y hermosas tonalidades. Lorenzo Gómez, con su habitual estilización y economía de medios, narra una peculiar relación amorosa donde el móvil cobra un papel importante. “Las llanuras de plata” es el enigmático resultado de la colaboración entre Álex Romero y Enrique Bonet, de lectura sugerente pese al tono caricaturesco. Ángel de la Calle continúa preocupándose por el arte y analiza un problema real de almacenamiento. Asimismo, Esteban Hernández aporta un breve relato que mezcla duermevela y lucidez. Ken Niimura se fija en los descubrimientos de la adolescencia y entrega cuatro páginas con clara influencia de Miyazaki. Alberto Guitián apuesta por los chistes Bruguera en “Fito y Pita”, una tira acerca de dos ancianos discotequeros. Los trabajos de Olga Carmona y José Fonollosa aún destilan cierta bisoñez, mientras que el de Jorge y Luis García merece una mención aparte, pues su realismo y sobriedad al tratar el conflicto de Ruanda resulta discordante junto al resto de la publicación. El Dos Veces Breve #15 también incluye un relato jamonero de Ceferino Galán y una sorprendente y misteriosa contraportada con foto-tragedia familiar realizada por Edgar Burgos. ¡Y a la vuelta de la esquina el BD Banda #3!

19.8.08

Reseñas: Buñuel en el Laberinto de las Tortugas

Buñuel en el Laberinto de las Tortugas, de Fermín Solís (Editora Regional de Extremadura, agosto de 2008). 120 páginas. B/N. PVP: 20 euros.

Por encargo o no, en “Buñuel en el Laberinto de las Tortugas”, Fermín Solís revisa el pasado de su tierra extremeña, un propósito no tan lejano al de sus encantadoras viñetas autobiográficas. Para abordar este acercamiento a las raíces escoge un momento idóneo como el rodaje de “Las Hurdes, Tierra sin Pan” a cargo del director surrealista. Así, a la arrolladora personalidad de Buñuel se añade la leyenda negra que pesa sobre la región filmada (una comunidad rural con un buen número de afectados por cretinismo y supuesto refugio de viejos prisioneros y niños huérfanos). En este sentido, destaca el papel manipulador del protagonista, genial y cruel a partes iguales, que no duda en falsear la realidad si ésta no se adecua a su película –a Rodríguez de la Fuente le acusaban de lo mismo—. Al fin y al cabo, uno de los objetivos de la corriente artística a la que pertenecía era transformar el mundo.

El autor de “Lunas de Papel” se ha empapado de Brown, Seth, Blain y Sfar hasta alcanzar una narrativa sólida y versátil, donde los diálogos se tornan más creíbles que nunca (en parte, por la logradísima traslación del dialecto de los pueblerinos). Por otro lado, los personajes, tanto centrales como figurantes, están muy bien perfilados, mientras que el uso de símbolos y elipsis elevan el nivel del relato. Asimismo, Solís adopta una perspectiva respetuosa y objetiva para hablarnos de este drama humano en que se unen pobreza e incultura.

“Buñuel en el Laberinto de las Tortugas” se divide en tres partes: su infancia visionaria marcada por el trauma hacia las gallinas; un paseo noctámbulo por Francia junto a Ramón Acín; y el rodaje propiamente dicho en Las Hurdes, donde el cineasta experimentará más de una revelación interior a través de sus encuentros con la Muerte, el Tiempo y la Tortuga. El libro está impecablemente editado en cartoné con sobrecubiertas e incluye artículos de Francisco Rebollo Granados y José Pedro Domíguez Domínguez.

18.8.08

Reseñas: Lost Girls #3

Lost Girls #3, de Alan Moore y Melinda Gebbie (Norma Editorial, junio de 2008). 112 páginas. Color. PVP: 23 euros.

Moore eleva la pornografía a la categoría de obra de arte en el desenlace de esta trilogía. Para ello ahonda en la hipocresía de la aristocracia durante los años del imperialismo, cuando se lucían elegantes vestidos y se fornicaba en familia. No es extraño que las secuencias de pedofilia explícita –que en ningún momento se justifican, es más, el guionista británico insiste en separar ficción de realidad— provocaran la censura de Lost Girls en los países más puritanos. Ojo a las referencias a Pierre Loüys y Schiele de Monsieur Rougeur, el gerente del Himmelgarten que toma aquí un papel activo (aunque sea sodomizado) al hablar de sus falsificaciones y revelar un pasado rimbaudiano. Al fin y al cabo, su único propósito al confeccionar aquel librito blanco era despertar las pasiones ocultas de sus huéspedes, algo con lo que jamás podrán arrasar las guerras.

Leyendo Lost Girls averiguamos que el Leñador de Hojalata era un amante de costumbres mecánicas y rutinarias –atención al terrible splash-page de Gebbie, cuyas acuarelas se adaptan al registro que necesite cada episodio—. Por otro lado, el padre de Dorothy actuaba como un mago capaz de controlarlo todo, y la llevaba de compras a Nueva York con frecuencia. El Capitán Garfio abusaba de Peter Pan por unas monedas, mientras Wendy fantaseaba con que unos piratas la violaban. También hay una mención al mito de la vagina devoradora, encarnado por el cocodrilo de un villano que intenta negar el paso del tiempo. La madriguera de Alicia no es más que el pozo de depravación en el que se vio inmersa tras probar las drogas y el sexo desenfrenado. El personaje de Carroll, además, perdió la cabeza el día que decidió revelar la gran mentira. Asimismo, cabe considerar esta novela gráfica como un homenaje a la figura de la mujer, cuyo cuerpo se describe y venera con profusión.

Moore vuelve al espejo en el último capítulo para cerrar la historia de manera círcular (fantástica la imagen del cristal multicolor astillado) y con cierto tono cinematográfico –preparaos para experimentar el traveling en viñetas—. La única pega es que no hayan traducido al pie el diálogo de los soldados alemanes.

12.8.08

Reseñas: El hijo del diablo

El hijo del diablo, de Hideshi Hino (La Cúpula, julio de 2008). 260 páginas. B/N. PVP: 10,95 euros.

“El niño monstruoso no tiene nombre, no tiene padres, no tiene amigos.”

El arranque de “El hijo del diablo” bien podría servir de planteamiento para un capítulo de Black Jack: el Dr. Emma intentando resucitar a su hijo Daio. Entonces viene a la cabeza la condena de Prometeo, tan querida por Hino, y la comparación con las cicatrices de Frankenstein ya es inevitable. Por un lado están la figura materna que pierde el norte, el detective alérgico a las gramíneas y las orejas puntiagudas del niño demoníaco. El mangaka recrea la tradición nipona de plasmar cuadros aberrantes, elevándolos a la categoría de flagrantes. Después nos toparemos con el clásico hombre-lobo que ataca de noche y generosas decapitaciones (atención a la traducción sobreimpresionada de los titulares de prensa, el único pero en esta edición de La Cúpula, porque el guiño a Leticia Sabater es hilarante). Y a mitad del volumen, cuando empezábamos a pensar que nos encontrábamos delante de otra reescritura de “El niño gusano”, de pronto el protagonista experimenta una enigmática regeneración a partir de su propio ojo y se convierte en el héroe que resolverá las maldiciones de ciertos pueblos que irá conociendo a su paso –el fantasma del guerrero o la dama de las nieves—. Mientras los saltos de ninja nos hacían sonreír, sus efímeras amistades nos hablan de crueldad infantil y poderes mentales, poco antes de presenciar un nuevo tránsito al purgatorio envuelto en un hermoso paisaje simbólico. Se trata, en resumen, de una de las obras de desarrollo más extenso e imprevisible del maestro del terror japonés.

Reseñas: Leyendas de Batman #11 (Secretos)

Leyendas de Batman #11: Secretos, de Sam Kieth (Planeta de Agostini, julio de 2008). 128 páginas. Color. PVP: 6,95 euros.

En “Batman: Secretos” se hace una referencia directa a “La broma asesina”, aunque los experimentos gráficos de Kieth nos recuerdan más a “Arkham Asylum” –las viñetas de aristas imposibles, el despliegue aerográfico o la caricatura terrible del Joker lo corroboran—. El autor de The Maxx lleva los personajes a su terreno y como en “Lobezno & Hulk” introduce un episodio infantil, y al igual que hizo en “Ojo”, apuesta por el trauma provocado por la imagen de una mascota muerta. Aparte de los archiconocidos héroe y villano desfilan por estas páginas el periodista Mooley (amigo de juventud de Wayne) y la nueva pareja sentimental del loco sonriente Terry Ammons –una morena con gafas de pasta estilo “Zero Girl”—. Por encima de garabatos, collages, dobles splash-pages y una discreta repetición de viñetas, Kieth se muestra aquí como un guionista sólido, capaz de firmar interludios cómicos brillantes. Y no resulta aventurado decir que nos hallamos ante uno de sus mejores trabajos recientes. Quizá no satisfaga a los lectores más puristas de Batman, pero merece la pena ver la escena del tierno Bruce siendo arropado por Alfred o comprender el porqué de sus puños cerrados. La edición de Planeta cuenta con dos textos de Fran San Rafael y las portadas originales de los cinco números americanos.

3.8.08

Reseñas: Jack Staff (Ecos del Mañana)

Jack Staff: “Ecos del Mañana”, de Paul Grist (Dreamers.com / RCK Editorial). 196 páginas. Color. PVP: 17,95 euros.

Dreamers y RCK están dando salida a unos cuantos títulos que Recerca anunció poco antes de su triste cierre (no en vano, en los créditos aparecen Xavier Morell y El Torres). Es el caso del integral “El enemigo” o este “Ecos del mañana” que los fans de Grist aplaudirán sin duda. En su interior, además de los siete números americanos del TPB, han incluido un acertado diccionario para traducir el alemán original de algunas viñetas. No obstante, se han dejado portadas fuera.

El autor de Kane se ha puesto al día en el cómic de superhéroes , y aparte del consabido estilo Mignola, ahora hemos de añadir cierta dosis de humor, quizá inspirada por tebeos de Kirkman y Slott, así como guiños a cabeceras supuestamente distantes como Bone. Los diversos frentes abiertos en Jack Staff convierten la colección en una especie de contenedor de numerosas series del mismo género.

Por un lado, los cazavampiros Bramble e Hijo van tras la periodista Becky Burdock –con un cameo de La Sombra—. Por otro, los Luchadores de la Libertad (integrados por el protagonista John Smith, el Sargento States, Tommy Twister y Blazing Glory) se enfrentan a un portal dimensional surgido en un edificio derruido. De allí surgirán los terribles Brain Head y el nacionalsocialista Capitán Krieg. Mientras tanto, Helen Morgan anda perdida en su sueño / coma; la enigmática Zarpa vuelve a hacer de las suyas; y el joven Zipper Nolan planta cara a Jim Bones en formato apaisado y B/N. Además, irrumpirán en escena Morlan el Místico, el Guerrero Eterno, el Hombre Verde (¿Espectro?), Tom-Tom el Hombre Robot y El Druida.

Jack Staff está plagado de juegos temporales y flash-backs, presuntos cortes para publicidad y eslóganes. ¿No se trata de la perfecta serie animada para TV? Entre sus ingredientes básicos se hallan los escenarios repetitivos, el tono onírico de algunas tramas y una narrativa laberíntica. Encima, el Grist obsequia a los seguidores de Kane con unos pocos casos policiacos. ¡Mención especial para los colores de Phil Elliot!

Reseñas: The Spirit #5

The Spirit #5, de Darwyn Cooke (Norma Editorial, julio de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 4,50 euros.

Poco antes de su despedida de la serie Cooke da síntomas de agotamiento. Resulta llamativo el balance de muertos de estos dos episodios –casi medio centenar—, y quizá debido a su inminente estreno en la gran pantalla, el renovado Spirit recuerda más que nunca a Sin City. Elvarro Mortez es ahora El Morte y va dejando a su paso un hedor de zombi. Pues hay aquí vudú, un amor materno-filial excesivo y un nuevo juego de narradores diferenciados tipográficamente. Es divertido ver a Ebony yendo a la biblioteca para indagar sobre el asunto (y descubrir su faceta de rompecorazones), mientras que la imagen del comisario Dolan herido llega a estremecer. Salvo por algunos detalles de continuidad, “El Morte” es la primera historieta no autoconclusiva de la colección. Por otro lado, “La televisión me mata”, con un tono más distendido, narra la guerra de las audiencias con un recurso novedoso en el cómic: en lugar de las recurrentes pantallas de TV, ¿qué mejor que el BoobTube para inmortalizar los mejores momentos de estos secundarios sin escrúpulos? Ya al principio vemos a Ellen y a Ebony buscando en las oficinas una aventura de relleno para cubrir el hueco dejado por un Denny Colt convaleciente –curiosamente, el protagonista parece aquí un sustituto que se aferra al cliché—. Al tiempo, persiste la actualización del mito, con referencias a los videojuegos y las dentaduras postizas (un giro propio de Las Aventuras de Batman). Con buen criterio, Norma vuelve a incluir la sección sobre cine y novedades “The Spirit News”, así como la cubierta del otro número que contiene el tomo.