Tríptico de Miguel B. Núñez
Recientemente he leído tres obras de Miguel B. Núñez, un artista underground capaz de meter hasta 20 viñetas en una sola hoja. Muertemanía (Astiberri) es quizá su título más emblemático, protagonizado por la mismísima Muerte, con su inconfundible corbata con forma de exclamación y su candil. Aunque el autor es partidario de la economía de medios, esta recopilación incluye tonalidades grises, que sirven para realzar la atmósfera tétrica de las historias. En este sentido, hay episodios autoconclusivos muy acertados, como “La puta y el juez”, así como otros en los que la repetida aparición de personajes como el niño o el gigante dan cierta unidad al conjunto.
Hay veces en que Núñez cae en el chiste fácil o la filosofía barata. Stroszek (La Cúpula) es una aventura espacial que versa sobre el machismo. Tras acostarse con la mujer del presidente, el protagonista se verá obligado a vagar por el espacio en una nave que parece una máquina de afeitar. En su camino, plagado de encuentros sexuales, se topará con monstruos y caníbales, será reconocido como el mesías de una tribu y hasta tendrá un clon castrado de sí mismo. Sobresale en esta edición un apéndice con capítulos breves que completan la genealogía del personaje.
En El Último Hombre (DobleDosis) se denota una clara influencia de Gilbert Shelton, en especial de El Sueño 100.000 de Philbert Desanex. Ambas son casi mudas (bueno, el tebeo de Núñez sólo tiene interjecciones como “eh”, “glups” o “ñam”, para ahorrar en traductores) y parecen tan improvisadas y erráticas como el destino de sus protagonistas.
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Una escena de Stroszek.