Críticas: La novia cadáver
No conozco a nadie que haya visto La novia cadáver y se haya salvado de oír el llanto de los niños que, mal asesorados, acudieron a la sala del cine. ¡Y eso que cuenta con estribillos pegadizos, cortesía de Danny Elfman! Quizá lo que más atemorice a los infantes sean los diseños de los personajes, una estilización sublime de los bocetos de Tim Burton. ¿Quién no adoptaría al tierno marinerito?
La película plantea un original triángulo amoroso entre Víctor, Victoria y Emily, la novia cadáver. Por empeño de sus padres, los dos primeros están a punto de contraer matrimonio, pero la torpeza del novio a la hora de jurar los votos hace que la ceremonia se atrase. Por error, la versión animada de Johnny Depp (no sólo Amaral iban a tener un muñeco a su imagen y semejanza) se comprometerá con la correspondiente caricatura de la esposa de Burton, a la que dota además de un truculento pasado.
En la fiesta de ultratumba no podían faltar los esqueletos a go-gó y el soul-vamp, una escena tan acertada como aquélla en la que Víctor y Victoria se encuentran a la vera del piano. Para animar el cotarro aparecerá un sospechoso familiar aristócrata -la caracterización de los suegros no tiene precio- que impedirá una feliz resolución de los hechos.
La verdad es que poco desarrollo puede esperarse de una cinta de 76 minutos, y menos en el caso de un filme que pertenece al dudoso género de cine para toda la familia, un híbrido hollywoodiense que rara vez deja contentos a todos los espectadores. Quizá sea mejor quedarse con la fábula en sí (habrá momentos para el gag y el sentimentalismo) y en la impecable estética de la película -aunque el gusano que habita en el ojo de la novia no encaja demasiado-.
