Cuarto Mundo #3, de Jack Kirby (Planeta de Agostini, diciembre de 2005). 144 páginas. PVP: 4,95 euros.Se inicia en este volumen la edición española de
The Forever People, una extraordinaria serie protagonizada por los poderosos jóvenes de
Supertown que constituye una pieza clave en la epopeya cósmica de
Jack Kirby.
Moonrider, Gran Oso, Vykin el Negro (al que conocimos en la anterior entrega),
Hermosa Soñadora y
Serifan -al que más de una vez llaman
Serafín-, aquí bautizados como
Los Jóvenes Eternos, son una representación algo retorcida de los ideales de la juventud hippy de esos años. ¡En un episodio los veremos recoger un sillón de la basura para amueblar su cuartel general! Es una pena que
Planeta (quizá por un calendario demasiado apretado) no cuide a fondo esta colección, pues en todos los capítulos es fácil encontrar alguna errata.
En esta saga conoceremos el
superciclo (con vida propia y capacidad de transformación) de los
ángeles del infierno de
Nueva Génesis, transitaremos de nuevo por los
boom-túnel y veremos de pasada al emblemático
Jimmy Olsen. Él es precisamente el enlace con
Superman, que irrumpe en un primer número glorioso donde también figuran miembros de
Intergang, así como los
gravi-guardias de
Apókolips (qué imagen tan tenebrosa verlos aparecer de la tierra).
Los jóvenes de Supertown tienen la habilidad de fundirse en un solo ser a través de la madre caja: el
Hombre Infinito, que tendrá que enfrentarse a un
Mantis renovado tras su paso por la
vaina de poder. Es curiosa la escena lisérgica en que
Donnie, un niño con muletas que entabla amistad con los protagonistas, prueba uno de los
cartuchos cósmicos de Serifan.
Más adelante asistiremos al sermón sobre la
anti-vida del maléfico charlatán
Glorious Godfrey, que es capaz de convencer a numerosos habitantes de la Tierra para que se conviertan en
justificadores de su causa. Para llegar hasta su carpa, el Hombre Infinito deberá bucear en la tierra (otra estampa inquietante de Kirby). A continuación visitaremos de primera mano el
Reino de los Malditos creado por
Desaad, la mano derecha de
Darkseid, una alegoría de los campos de concentración nazis y sus métodos de sugestión. Volvemos a hallar incongruencias en la edición de Planeta: ¿por qué traducir el rótulo de
Happyland por
Felizlandia estropeando el dibujo original, si no se españoliza el diminuto
castle of wonders que se ve al fondo?
Se trata de otra entrega memorable, plagada de ilusiones perversas: Moonrider es, sin saberlo, el esqueleto de un túnel del miedo;
Big Bear es el blanco en una caseta de tiro;
Beautiful Dreamer espera una palabra mágica mientras permanece rodeada de monstruos imaginarios; y el vaquero ha de estar atento a un pedal para que Vykin no pierda la vida en la montaña rusa.
Tras el intento de destruir la
madre-caja, ésta irá a parar a manos de
Sonny Sumo, un luchador con la facultad de controlar las mentes de los demás. El tomo finaliza con Los Jóvenes Eternos desaparecidos después de un ataque masivo con
rayos omega, dejando la miel en los labios a los lectores, que seguro irán corriendo a por el siguiente número.