30.6.08

Reseñas: El Playboy

El Playboy, de Chester Brown (Ponent Mon, junio de 2008). 176 páginas. Blanco y negro. PVP: 15 euros.

Chester Brown considera la historieta como un arte confesional y catártico –sólo hay que repasar “Nunca me has gustado”—. Ahora Ponent Mon lanza una reedición sobria y unitaria de El Playboy, que llevaba unos años descatalogado en nuestro país (La Cúpula no se ocupó de recuperarlo después de sacarlo en la línea Brut Cómix).

Es curioso que Brown retrate su conciencia con alas de murciélago, dejando patente que un pequeño detalle puede cambiar nuestra vida. En su caso, el Playboy de junio de 1975 le conduce a una vida de coleccionista llena de secretos y remordimientos, a una existencia masturbatoria que exorciza a través de la inhumación y la purificación mediante el fuego.

El miedo a ser descubierto realizando un acto prohibido y las dicotomías amor / odio y entrega / negación terminan afectando a sus relaciones adultas y lo transforman en un ser antisocial con manía persecutoria.

A través de una planificación llamativa –de no más de tres viñetas por página y fondo negrísimo—, el autor logra conectar con el lector, especialmente el masculino, que seguro se sentirá identificado en mayor o menor medida. El estilo dinámico, expresivo y limpio del artista canadiense se halla aquí en su máximo esplendor. Con la reaparición de este título undergorund por fin se cumple una tarea pendiente.

Ed Carosia: el talento venido de la Pampa

En “Vencedores con vencidos”, Ed Carosia se alía con Andreu Martín, un experimentado escritor de novela negra capaz de transmitir al lector un tono detectivesco y urbano. Roger Lomm es un villano con poder de convicción, un manipulador de mentes. El Pulpo –así llamado por su curiosidad y sus largos brazos— y su acompañante Cheryl deberán lidiar con femmes fatales y un duque afincado en Mallorca. El guión, generoso en elipsis, resulta muy ágil, a lo que también contribuye el estilo cartoon del dibujante argentino (que podría compararse fácilmente con Vermut o Solís). En resumen, una obra ambiciosa, con gran despliegue de grises y collages que además incluye banda sonora. Sin embargo, algunos detalles hacen que el aficionado se pregunte: ¿Fue una historieta pintada a contrarreloj?

En “Flotando con pies de plomo”, Ed se pone al servicio de Dante Bertini, de nuevo para una publicación de Bang Ediciones. Este libro narra el viaje iniciático de Martin “Loser” King, un surafricano desorientado en Barcelona. Abundan los encuentros con seres pintorescos y bohemios, así como los recuerdos tortuosos de un pasado del que el compositor parece querer huir. Con ese trasfondo musical, las páginas mezclan el absurdo, la autobiografía, los sueños, el simbolismo, el homenaje a Joyce, la poesía beatnik, la ciencia-ficción y el mensaje apocalíptico –¿alguien mencionó Súper Puta?—. En ocasiones, dada la descompensación entre texto e imágenes, da la sensación de tratarse de una historia ilustrada más que de un cómic. Por otro lado, el relato se antoja desmembrado y errático, donde el camaleónico artista de la Pampa salva la papeleta.

Los seguidores de Carosia ansiamos la aparición de su próximo proyecto, “Manu”, con Diego Arandojo en el guión, que engrosará la recomendable colección infantil Mamut.

25.6.08

Reseñas: Lost Girls #2

Lost Girls #2, de Alan Moore y Melinda Gebbie (Norma Editorial, mayo de 2008). 112 páginas. Color. PVP: 23 euros.

Bajo esa apariencia de inocente casa de muñecas se oculta un auténtico festín de los sentidos. Aisladas del mundo, las tres protagonistas ignoran que el asesinato del archiduque Francisco Fernando será el detonante de una época oscura: la Primera Guerra Mundial. Es curioso que cada una represente un arquetipo erótico, pues Alicia actúa como la madame resabiada, Wendy es la chica recatada y sumisa, y Dorothy, la fogosa joven de provincias.

A modo de visita guiada por el Himmelgarten, Moore comienza el segundo tomo hilvanando con maestría los acontecimientos que sucedieron en el libro anterior. Más tarde usará el género epistolario o el diario personal, pero lo más abundante son las confidencias inconfesables. En este sentido, rechina el uso de términos como “cachonda” a principios del siglo XX, aunque desconozco si es un error de traducción.

Para el lector erudito es un placer toparse con referencias a los siete pecados capitales de Apollinaire –ya lo mencionábamos en la anterior reseña— o la revisión de la iconografía de Mucha a cargo de la increíble Gebbie. ¡Y atentos a sus splash-pages! También hay cabida para escenas de homosexualidad masculina entre los señores Bauer y Potter (aderezados con fragmentos de Dorian Gray), que inciden en el descubrimiento de una realidad que hasta entonces se hallaba escondida.

Moore continúa materializando las metáforas contenidas en estas tres novelas que se prestan múltiples interpretaciones: el espantapájaros es el recuerdo de un encuentro amoroso en el pajar; el camino de baldosas amarillas representa los extensos campos de trigo de Kansas –la dibujante despliega un gusto exquisito en las páginas de Dorothy, aunque conviene no perderse la estampa de Wendy amamantando a los niños perdidos—; el Capitán Garfio era un mirón con artritis; el jardín de flores no era más que el internado donde ingresó Alicia, y la reina de corazones, su maestra; el sombrerero venía de la convención de Ascot; el león cobarde era un grandullón que merecía una lección después de aquellos piropos; mientras el croquet y el ajedrez se convierten en instrumentos de deleite sexual. ¿Y sabíais que Peter tenía una hermana llamada Annabel?

Las páginas de Lost Girls, cuya planificación recuerda en ocasiones a los cuentos de hadas, recrean hermosos paisajes (viajes inolvidables en tren y barca) y contienen refinados diálogos. Una vez pasado el ecuador de la historia, ya empieza a vislumbrarse la asombrosa estructura de una obra de arte.

Por otro lado, cabe reseñar el aumento indiscriminado del precio por parte de Norma, que si bien podría haber argumentado que el volumen anterior se trataba de una oferta de lanzamiento, ha preferido alegar “problemas y cambios técnicos”.

24.6.08

Reseñas: Holocausto Garrulo

Ortega y Pacheco: Holocausto Garrulo, de Pedro Vera (RBA / El Jueves, junio de 2008). 192 páginas. B/N. PVP: 6,50 euros.

Teniendo este libro en la mano viene a mi mente el consabido debate entre obra de arte y objeto de consumo. Si bien la edición de bolsillo de estos tebeos se ve perjudicada por la necesidad de remontar las viñetas, se trata de una oferta muy asequible para disfrutar de gran cantidad de material, y en casos como “Holocausto Garrulo” pesa más la segunda circunstancia.

Ortega y Pacheco son dos hermanos con distinto apellido, unos catetos murcianos poseedores del botijo del tiempo, unos buscavidas cuya afición preferida es acercarse un mechero al ano cuando vienen las ventosidades. Copa de coñac en mano, se enfrentarán a los personajes más rancios y horteras de nuestro país –con especial fijación por famosos de la TV del tipo Carlos Sainz, Ángel Cristo, Juan Pardo, José Luis Perales o Camilo José Cela—. Resulta curiosa la manera que tiene Pedro Vera de hacer propios unos cuantos chistes clásicos de nuestro gracejo popular. En este sentido, el autor se ve ayudado en ocasiones de guionistas como el Cíclope Bizco.

Hay momentos geniales, como cuando le enseñan la revista porno a Basilio (el mono del zoo), los ataques a los pijos, los insistentes cameos de Bud Spencer, el paso de la pareja por el 50x15, la viñeta donde se explica el porqué del brillo de los bollycaos, o el encuentro con el monje budista. Los protagonistas probarán suerte con toda clase de oficios, a cada cual más extravagante, dando cabida incluso a una cita deformada de Jack Keruoac.

La labor de Vera se caracteriza por un detallismo feísta, abundante en sombreados y caricaturas logradísimas. De la boca de sus criaturas salen los piropos más ofensivos jamás escuchados y su actitud resulta cuando menos insultante. Los lectores de El Jueves –o no— tienen ahora una oportunidad idónea de acceder a algunas de las entregas más brillantes de una de sus cabeceras más sobresalientes.

Reseñas: Ocurrió cerca de tu casa

Ocurrió cerca de tu casa, de Carlös Areces (RBA / El Jueves, junio de 2008). 144 páginas. Color. PVP: 7,95 euros.

Este tomo distribuido por quioscos de toda España incluye una nutrida selección de las 120 primeras tiras que Carlös Areces dibujó para El Jueves. El actor de Muchachada Nui está obsesionado por los rostros desollados y las cucarachas. Su trabajo es de naturaleza virtual y estética feísta –posee cierto parecido con Maikel, Bartual y Entrialgo, pero se antoja más limitado—. Sus gracias residen tanto en los chistes verbales (a veces suena rebuscado, dado su gusto por los nombres pintorescos), como en las expresiones exageradas de sus criaturas. Por otra parte, el lector agradecerá esa bonita costumbre de incluir la canción que el artista estuvo escuchando mientras confeccionaba la página.

Carlös es uno de los renovadores de la revista que sale los miércoles, y ha pintado gags sobre la Casa Real mucho más descarados que el de la famosa portada. En sus viñetas abunda el humor negro, la escatología y los juegos de palabras, recordando en ocasiones a Iván Brunetti. “Ocurrió cerca de tu casa” es tan divertido que no podrás parar de reírte mientras lo lees hasta al final. No obstante, debido a su compromiso semanal, hay escenas más previsibles y otras realmente originales e inesperadas. Entre mis favoritas están aquella de Cojoncito, la Ruleta de la Fortuna o la cópula de las avionetas, por no mencionar las repetidas referencias a The Doors.

El volumen de la colección Luxury Gold contiene siete páginas de texto sobre el autor y algunas entregas de la sección “6 flashes de magnesio”, procedente del difunto Mister K.

16.6.08

Reseñas: Hulka #7

Hulka #7: “Otra yo, otra tú”, de varios autores (Panini, mayo de 2008). 96 páginas. Color. PVP: 7,75 euros.

En este volumen de despedida, Slott cierra todos los cabos sueltos en tiempo récord. De mano del Sr. Zix asistimos a un repaso de los greatest hits propio de una comedia de TV: Stu no estaba muerto, sino que se había teleportado a Mundopato; Pug ha cambiado de look y durante el juicio al Líder nos enteramos de que el efecto de los rayos gamma es algo parecido a un colocón. Por estas páginas desfilarán el Hombre Cosa, Howard el Pato, así como viejos conocidos como Andy, Zurda, Ojo de Halcón, John Jameson o Dos Pistolas Kid, que hilvanan con cierta lógica toda la saga.

También se hace referencia a la dicotomía Tierra A y B, que nos permitirá ver a Hulka y Jennifer Walters al mismo tiempo, y personajes desdoblados como Mónica Rambeau o la Bestia. De este modo, se nos presentan sendos finales felices –en dimensiones paralelas—, con los que el guionista pasará el testigo a Peter David. En este sentido, Slott ha sabido abandonar la cabecera en el momento justo, antes de que el interés de los lectores comenzase a decaer. Además, tras el baile de artistas que ha sufrido la serie, el último tramo junto a Templeton y Burchett ha resultado una auténtica gozada.

Debido al descenso de páginas, Panini ha optado por unas cubiertas más flexibles. En la galería de portadas destaca la del número 20, sin duda, la mejor de toda esta etapa de Hulka. Por otro lado, se incluye el Savage She-Hulk #1 de Lee y Buscema, que debió aparecer en un tomo anterior y nos recuerda que jamás hay que realizar una transfusión sin las precauciones correspondientes. Y con esta reseña finaliza nuestro seguimiento a la colección de la amazona esmeralda.

14.6.08

Reseñas: The Spirit #3

The Spirit #3, de Darwyn Cooke (Norma Editorial, mayo de 2008). 48 páginas. Color. PVP: 4,50 euros.

“Imagen de marca” entronca con esas nuevas generaciones de aficionados que han crecido leyendo manga –no os perdáis el spot cartoon sobre alubias adulteradas—. El capítulo cuenta además con un villano pintoresco y bizarro como Carroña y su buitre Julia, aunque también pulula por aquí Cosaco. En “Casi azul”, la presencia de Denny Colt es casi anecdótica, pues narra la historia de un joven atormentado y punkie (se intuye cierta documentación acerca de las Locas de los hermanos Hernández) y la influencia de un extraño meteorito. Precaución, porque en los bajos fondos de Central City abundan las escenas violentas y los linchamientos, pero también los giros inesperados y el humor.

Este mes, Norma ha incorporado unas cubiertas más flexibles –similares a las que empleaba Planeta en sus series de Vertigo—, que se adecuan mejor al grosor de la serie. En la sección “The Spirit News” (una vez leído el número, ya sabemos de dónde sacaron la viñeta que ilustra esta tribuna) se nos informa de que Sergio Aragonés será el nuevo encargado de la colección, tras la marcha de Cooke después de una docena de episodios. Y en la próxima entrega, tres historias cortas firmadas por Kyle Baker, Chris Sprouse y Jordi Bernet… ¿Hacen falta más motivos para abonarse a esta cabecera?

11.6.08

Reseñas: Los Poderosos Vengadores #5

Los Poderosos Vengadores #5, de Brian Bendis y Frank Cho (Panini, junio de 2008). 24 páginas. Color. PVP: 1,95 euros.

A veces, cuando uno adquiere cómics tan breves como éste, tiene la sensación de estar comprando humo. ¿No podrían usar un papel más grueso, al menos? En cuanto al contenido, el instante más divertido de la historieta viene protagonizado por Ares, que pilota un Iron Man empleando un cuchillo como timón. ¡Nunca las armaduras del Hombre de Hierro fueron tan frágiles! Mientras Cho se inventa algunos músculos de la espalda, Bendis repite hasta la saciedad la consigna “Invalidación de contraseña denegada” por boca de Ultrón –dejando patente su gusto por esas películas de ciencia-ficción tan aburridas donde la tecnología juega un papel fundamental—. El guionista hace un guiño a los apasionados de la retro-informática (ese momento en que Hank Pym solicita un Commodore 64), así como un pequeño plagio / homenaje a Asimov. Si bien se trata de un episodio más entretenido que los anteriores, nos tememos que en la siguiente entrega todo (o nada) se resolverá precipitadamente… Porque el giant-size posterior ya no me lo trago.

10.6.08

Reseñas: Barsowia #11

Barsowia #11, de varios autores (Polaqia, mayo de 2008). 102 páginas. Blanco y negro. PVP: 5 euros.

En esta entrega, los autores de Polaqia parecen más interesados en la historieta con mensaje, asumiendo su papel de dibujantes como una vocación que supone cierto grado de compromiso social. Así nos topamos con referencias a la falsedad de los políticos, el drama de los pescadores, ciencia-ficción con trasfondo ecologista (el futuro es casi siempre sinónimo de inhabitabilidad), la manipulación científica, el paso del tiempo y los cambios que provoca, la inquietud adolescente, el vox populi, ciertos detalles de nuestra historia más reciente y la muerte como elemento omnipresente en casi todas las colaboraciones. Además hay alusiones a la cábala, viñetas humorísticas, aventuras de romanos y situaciones surrealistas.

Paulo y Susa Monteiro, con un trazo similar, sobresalen por su mezcla de poesía y tragedia rural. Las ocurrencias de Mario Feal sirven para restar trascendencia al conjunto, mientras Ana Galvañ juega con las expectativas del lector en “La leyenda de Jimmy Rowland” –puede pasar cualquier cosa con dos jóvenes en una barca—. Por su parte, Luis Bustos recuerda la famosa anécdota de las uvas de 2005 con una destreza envidiable. Kike Benlloch continúa aliándose con los artistas más llamativos y retrata a nuestros héroes anónimos (junto al imprescindible Diego Blanco), o bien presenta una planificación espectacular, propia de Alan Moore, en “Radio Miedo” –cuyo núcleo es de naturaleza silenciosa y absurda—.

Esteban Hernández explica por qué no debemos reprimir los estornudos, al tiempo que Bernal, Michael Bonfiglio y los hermanos Covelo rebajan el tono de la revista con saludables raciones cómicas. De la mano de David Rubín, Malota salta aquí de la ilustración simétrica al tebeo a lápiz, para demostrar que su reino también es de este mundo (entre los dos autores existe una química muy especial). Los esqueletos de Manel Cráneo rememoran aquéllos que pintaba Miguel B. Núñez. José Domingo –del que muy pronto podremos disfrutar Cuimhne, de la mano de Siurell— retoma su personaje de Euclides Mortem y nos brinda un trabajo que sigue la estela de Baker y Giménez.

Brais Rodríguez, fiel a su hermetismo, propone 40 viñetas sobre hombres lobo y ninjas. Luego está el exquisito savoir faire de Emma Ríos y Sagar Forniés. Xurxo Peralta, con sus rostros parlantes, se asemeja a las peroratas de American Splendor. El número incluye otro episodio del culebrón futurista “El jardín atómico” de Álvaro López. David Soares y Richard Câmara, en “Rey Arenque”, ofrecen un relato casi infinito lleno de casualidades, cifras que se repiten y la mitología popular. La mano nerviosa de Miquel Rof apuesta por entornos submarinos y Luis Sendón insiste con sus calaveras y sus máscaras de gas.

Mención aparte para la fantástica cubierta de Roque Romero. Ojalá no tarden mucho en sacar el siguiente volumen, pues éste ha sido magnífico, tanto en contenido (generoso) como en presentación. Estos autores merecen una divulgación mayor… ¿Alguien habló de traducir Barsowia al español?

9.6.08

Reseñas: Adobo #1

Adobo #1, de varios autores (abril de 2008). 44 páginas. Blanco y negro. PVP: 2 euros.

El fanzine de los chicos díscolos de Ojodepez afianza su camino con una entrega más extensa y contundente que la anterior. La revista es un derroche de mala baba mediante el que los autores se empeñan en cosechar enemigos de ámbitos dispares: gitanos, canis, anoréxicas, señoras mayores, disminuidos de toda condición, víctimas del 11-M… Porque en su concepción del humor (o la crueldad) no existen los tabúes.

Los más achispados vuelven a ser Néstor Fernández y Nacho García. El primero posee un trazo aparentemente sin límites (echen un vistazo a su brillante relato “Papadonia”, del que procede la imagen inferior, o a la continuación de Valentino). Y el segundo nos conquista con esa ingenuidad tan arrebatadora, capaz de explorar los límites del cómic mediante un juego de viñetas interconectadas.

Por cantidad de páginas, Molg H. se alza como estandarte de Adobo –no en vano se encarga de la cubierta—, y logra sorprendernos con personajes tan emblemáticos como ese gato gigante tan inquietante o aquel perro con la mancha en forma de mapa de América. Fresús, por su parte, consigue revolvernos el estómago con ese beso de tornillo de Pelegrín. Y Pablo Muñoz se muestra especialmente inspirado en su sección “¿Por qué no soy Amelie?”.

Entre el material aportado por El Otro Samu (a mi juicio, bastante más interesante que el que suele hacer el Samu de Rantifuso) sobresale su asombrosa capacidad para adoptar la jerga cani, brindándonos un mensaje navideño del Rey en ese dialecto que resulta complicado leer sin soltar una carcajada. Este número también significa la vuelta a los lápices de Nathan, fundador y webmaster de Ojodepez, al que le pierden los personajes esperpénticos –ojo a ese visitante de Andrómeda—.

Otro de los puntos fuertes de este Adobo es el pliego interior en supuesto ruso, donde se homenajea a Gordito Relleno, el Profesor Franz de Copenhague y la Gorda de las Galaxias. Más adelante nos topamos con una tal Mortadela, y a esas alturas uno se pregunta: ¿Son acaso estos dibujantes la evolución deformada y estupefaciente de la escuela Bruguera?

3.6.08

Reseñas: Poguri

Poguri, de Isami Nakagawa (Ediciones Glénat, mayo de 2008). 144 páginas. B/N y Color. PVP: 8,95 euros.

Poguri destila un humor absurdo y ocurrente, lleno de gags a cada cual más sorprendente. Sin embargo, detrás de esos personajes estrafalarios y ese trazo naif se esconde una lógica interna indiscutible, donde abundan los rabos de lagartija y en general, seres vivos de toda índole. Leyendo el volumen, quizá por su reciente aparición, me han venido a la mente los hilarantes libros de “Los conejitos suicidas”, aunque los chistes de Nakagawa son distintos, como una mezcla entre cine mudo y el nonsense japonés.

Aquí encontraréis medusas transportadas por el viento, murciélagos eléctricos, corbatas hechas con peces frescos, combates de sumo inesperados, una nueva manera de mirar los cilindros de una caja de música, un cocinero de sushi volador, el hombre cactus, el hombre abeja y el señor del casco –una de las viñetas más graciosas del tomo—, ranitas aventureras, pulpos que se bañan en el té y un pack para fabricar tu propio calamar, el abuelo que sirve de anuncio, el pájaro del reciclaje, la rutina de la liebre-tortuga, las prestaciones de una mascarilla contra el resfriado y el aburrimiento, demostraciones de kárate, así como abundantes gatos y príncipes encantados.

Hay una manera idónea de conocer la filosofía del protagonista: en dos ocasiones, Poguri tiene la oportunidad de pedir un deseo a un genio. Pues bien, la primera vez se conforma con un bote de mermelada, y en la segunda ruega por convertirse en platillo volante. ¿No os acaba de conquistar?

La edición de Glénat incluye unas cuantas páginas en color y un divertido epílogo del autor. Por otra parte, además de las tiras cómicas al uso, el dibujante ha incluido en las hojas pares una serie de animaciones que recuerdan a aquel “Librito de las imágenes imaginables” de Fernando Hoyos que me encandiló en la niñez (destacan sobre todo el juego de la comba y los reflejos del charco). Sin duda, uno de los mejores mangas del año.