31.5.07

Reseñas: Concrete #4 (La Sonrisa del Asesino)

Concrete #4: La Sonrisa del Asesino, de Paul Chadwick (Norma Editorial, mayo de 2007). 208 páginas. B/N. PVP: 14 euros.

Nos hallamos antes el tomo menos atractivo de la colección, no por las historietas que contiene, sino porque en su mayoría son páginas ya publicadas en España. Planeta editó hace años un prestigio en color titulado Killer Smile, que es el capítulo central de este volumen. Y la propia Norma había lanzado un recopilatorio donde aparecieron “Bajo las estrellas del desierto”, “Aliento visible” y “Somnífero de cuatro ruedas”.

“La sonrisa del asesino” es, pese a su longitud, uno de los episodios más vertiginosos de Concrete. Chadwick narra los hechos en paralelo –a un lado, un psicópata que apunta a la cabeza de Larry, y al otro, el gigante de piedra que trata de salvar a su secretario—, logrando cautivar y remover la conciencia del lector. Como buena road-movie, los personajes experimentarán además un viaje interior. El pasado traumático de los forajidos Rick y Kyra sirve para explicar su actitud posterior. Mientras Lithgow intenta que la policía no acribille a su ayudante, el eterno aspirante a escritor siente unas ganas horribles de mear. Esta sucesión de situaciones límite desembocarán en una fabulosa escena final ambientada en un desguace (con unos collages de chatarra maravillosos). Y como ocurre a veces en la colección, uno de los personajes quedará marcado para siempre.

“Bajo las estrellas del desierto” relata un breve viaje en busca de la inspiración. La imaginación de Concrete se desborda cuando ve a un transeúnte arrojando un bulto sospechoso en la arena. “Aliento visible” es de mis preferidas: posee un trasfondo oscuro, lleno de sentimientos de culpabilidad, lujuria y celos. Aquí el peligro se personificará en forma de serpiente, y cuando el protagonista pretenda poner orden, sólo consiguirá arruinar lo que podría haber sido una noche magnífica. “Somnífero de cuatro ruedas”, por su parte, sitúa a Maureen en un divertido dilema: cómo esconder al cyborg que acaba de ser atropellado mientras un joven paparazzi intenta sacar tajada.

Con “El rey de la noche vespertina” empieza el material inédito. El Chadwick más nostálgico habla por boca de Concrete de aquellas mágicas y terroríficas noches de Halloween. Sin embargo, una ráfaga de disparos interrumpe la fiesta. ¡Atención con la espectacular viñeta conclusiva! “Un mundo ante mí” es idónea para nuevos lectores de la serie, pues en sólo cuatro páginas resume el origen alienígena de la criatura y describe su naturaleza con apenas tres pinceladas.

Es curioso que tanto en “Noche en familia” como en “Navidades americanas”, dos historias aparentemente alejadas confluyen en una misma trama. En la primera, un fortuito accidente de coche conduce a Concrete a buscar un teléfono en casa ajena, topándose de lleno con una discusión conyugal. Y acto seguido, el antiguo redactor de discursos está charlando de arte con su amigo Burne Klugelhorn. En el otro capítulo, la acción se desarrolla en el hogar de los Munro, en pleno periodo navideño. Los recuerdos infantiles del protagonista –Chadwick nos brinda una hermosa estampa— se funden de pronto con la presencia de otra familia que celebra la fiesta de un modo despreocupado. En este punto sale la parte más moralista del autor estadounidense, aunque su manido mensaje de “ponte el casco” es solventado de manera brillante (como en aquel episodio en que engañaban a Concrete para que fuese al cumpleaños de un niño).

El número se completa con trece entregas de la saga “100 terrores”, que el propio Chadwick no está muy convencido de poder terminar. Sin su personaje estelar, el dibujante se ve liberado para plasmar sus ideas más aterradoras y obsesivas, en ocasiones hasta apocalípticas. Sobresalen las más extensas “El muchacho feo”, “La caverna” (que recuerda a un viejo relato de Corben de princesas y dragones), “El sueño de un dictador”, “Congelado” (más cercano a Stephen King) y “En breves momentos: el vacío”. Todos muy recomendables.

Norma incluye portadas originales y comentarios del Paul Chadwick sobre cada historia, algo que no debería ser necesario para entender un tebeo en toda su magnitud, pero siempre resulta interesante. Cabe señalar en el apartado de la traducción el uso de términos chirriantes como “cari” —y no es la primera vez—.

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30.5.07

Reseñas: Tomás el Gafe #12

Tomás el Gafe #12, de Franquin (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Franquin saca cada vez mayor partido a los secundarios de esta serie. Por fin Boulier ejerce su cargo y se pone a vigilar lo que ocurre en la redacción. ¡Y cuando vea lo que tienen que soportar los compañeros del Gafe pedirá un aumento para ellos! En este álbum veremos a Tomás enriqueciendo la gasolina con colorante, uno de esos gags tan suculentos que tienen continuidad. Gaston se disfraza en esta ocasión de Hoppy el Canguro y fabrica un aparato que hace anillos de humo. ¡Cuidado con los picotazos de la gaviota! ¡Ojo con el gato amaestrado! Entre los chistes más sobresalientes del tomo hay que situar los que tienen al amorfo y descomunal cactus de tía Hortensia como objeto central –en especial ése donde Jeanne pierde su ropa—. Su naturaleza mutante rememora los tiempos del tomasófono. Otro destacable es el puzzle construido con ayuda de todos los transeúntes con los que se cruza Tomás. Y aún mejor es aquél en que Longtarin se dispone a rematar el motor moribundo del coche del Gafe, pues no quiere verlo sufrir. Mientras vuelven a saltar por los aires los botes de pintura de Lebrac, un romántico Gaston prefiere volar cometas en pleno otoño. La expresividad de la viñeta de Buenavista bañado en café es apabullante. Juan Cenizo se ha vuelto hippy definitivamente y la gaviota es capaz de contagiar el mal humor. Franquin vuelve a dibujar esos fabulosos bólidos y pone al pájaro de tapón del radiador, como si fuese un Rolls Royce. También hace planos más cercanos a los personajes y triunfa otra vez con el sketch del ascensor. Entre otros inventos, el Gafe se saca de la manga una nueva bicicleta plegable y una mesa luminosa que funciona con una máquina de coser y una dinamo. Su espíritu filantrópico se pone de manifiesto con su escopeta especial para conejos (que disparan zanahorias). Tomás se emborracha probando uno de sus brebajes, y el parasol de su invención se convierte en araña desatando pavor de la población. La historieta sobre el sueño prehistórico recuerdo haberlo leído de niño, en algún Tintín o un Pif de mis hermanos mayores.

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29.5.07

Reseñas: Hellblazer #18

Hellblazer #18, de Jamie Delano y Sean Phillips (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 64 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

Planeta reincide en su decidida campaña contra los bosques del Amazonas al presentar este tomo de Hellblazer. ¡Seis páginas de publicidad y otras tantas en riguroso negro para cuadrar las dobles de Sean Phillips! Por no hablar de las cuatro firmadas por Enrique Ríos: un texto que ya fue publicado en la web de la editorial (“La Inglaterra de Hellblazer”) y otro plagado de errores flagrantes, como decir que Phillips se estrenaría en la serie en el número 51 –cuando lo hizo bastante antes, sin ir más lejos se encarga de los lápices de esta entrega—.

Sin mucho esfuerzo, Phillips se irá convirtiendo en uno de los grafistas más importantes de la serie. En estos primeros episodios suyos, lo más destacado es su economía de medios (aunque luego se caracterizaría por el uso de la fotografía). En el guión, Delano aprovecha para destapar los fantasmas pasados y futuros de Constantine mientras culmina su etapa en la colección.

“Corazón de niño muerto” es uno de los capítulos más entretenidos de Hellblazer. Describe la infancia de John, ya con una imaginación desbordante y un aire siniestro —guarda como oro en paño un corazón disecado—, sus paseos alrededor de la cantera frecuentada por la banda de los pies negros y el Hombre del Saco, y las estampas de sexo forzado que quedarán grabadas en su mente. Entonces vivía con su hermana mayor Cheryl, la tía Dolly y el tío Henry, pues su madre había muerto y su padre permanecía en la cárcel.

“El país inexplorado” nos trae de nuevo al Constantine viejo que vislumbramos en el Anual #1 (y que regresará en Mala Sangre, a la venta el mes que viene). Mercury y John trascienden al plano astral para que el segundo se asome a la muerte. Su carácter cínico se ha agravado con los años. El entorno apocalíptico que le rodea –con carros tirados por perros e inundaciones— se transformará en una pesadilla que casi lo deja en el sitio.

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¿Es coincidencia o el niño de la portada de este número se parece mucho a Mickey de los Goonies?

28.5.07

Reseñas: Warblade (El Filo de la Navaja)

Warblade: El Filo de la Navaja, de John Ridley y Simon Bisley (Norma Editorial, mayo de 2007). 120 páginas. Color. 12 euros.

Desde la misma portada comprobamos que Warblade debe ser el superhéroe más horrible del universo Wildstorm. Con sólo desearlo, el forzudo de melena verde Reno Bryce se transforma en una máquina de matar con uñas de metal. ¿Entonces cómo aparecen esos tubos, el casco y semejante cola de caballo? Por no hablar de su evidente parecido con Lobezno (y con Lobo, si el dibujante es Simon Bisley).

Por desgracia, Warblade: El Filo de la Navaja es uno de los peores trabajos del ilustrador, mostrándose más desproporcionado, torpe y vago que nunca. Es capaz de pintarle tres brazos al protagonista y de convertir las sábanas en raíces de roble. Por otro lado, el guionista John Ridley presenta un relato pretendidamente serio cuyo único mérito reside en no usar bocadillos, convirtiendo la miniserie en un monólogo interior al estilo de Sin City –aun sin llegarle a la suela de los zapatos a Frank Miller—. La comparación no es gratuita, pues en esta obra Bryce tendrá que proteger a una chica indefensa, luego se sumergirá en una espiral de autodestrucción y llevará a cabo su venganza personal tras haber tocado fondo. ¡Si hasta hay una escena que recuerda a Rocky IV!

El despropósito quizá se deba a la falta de carisma de estos arquetipos reconstruidos en la década de los noventa. Warblade falla en demasiadas ocasiones para ser creíble como superhéroe –cuando no se queda dormido lo dejan noqueado—. Dedicado a la pintura tras la muerte de su novia Fiona a manos de Pike, los poderes de Reno serán amputados por orden de Svoboda, un silencioso policía. Tras conseguir empleo como guardaespaldas en el burdel de Khatchik, defenderá a Lindy de una pandilla de metahumanos llamada Los Cinco Tipos (sic).

En este punto, la narración se ralentiza bastante (para luego resolverse atropelladamente, dejando la batalla incompleta y un montón de cabos sueltos). Se detiene en la triste vida de los familiares de Lindy (Rana y Gwendy) en Sarajevo –con unos discursos de Ridley sobre el alcoholismo que son para enmarcarlos—. Bryce, que ha engordado mucho y no para de beber, recuperará su forma en sólo 21 días. Y cuando un médico se apiade de él y le devuelva sus poderes, se pondrá en marcha en busca de Jack, el cabecilla de una trama de tráfico de virus que persigue a la chica de las bebidas. Por supuesto, después de recibir una paliza gratuita de Terzic (que pocas luces tiene el hombre) y sufrir una absurda crisis de identidad.

La edición de Norma contiene una galería con las cubiertas originales y una breve biografía de los autores. Sobre el personaje sólo se incluye el texto introductorio de la contraportada.

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23.5.07

"Nadadora"

“Nadadora” es otra adaptación, en este caso de una de las canciones más conocidas de Family. Al frente de este grupo –que sólo sacó un disco pero influyó a varias generaciones— estaba Javier Aramburu, ilustrador genial y portadista habitual de bandas independientes. Quisimos dar color a las viñetas porque en la letra se decía: “tiene azul el corazón”. Por lo tanto, el resto también lo requería.

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Pulsa aquí para verlo en su tamaño original.

22.5.07

"Plan para el sábado noche"

La naturaleza dispersa de El Francotirador es la única responsable de que nuestras creaciones no tengan una mayor continuidad. Empezamos con determinación la serie de tiras sobre aficionados al cómic, pero su parecido con el Haciendo Amigos de David Ramírez era demasiado palpable. Más tarde, a petición popular, regresamos con unas cuantas parodias de personajes célebres, pero aquello también podía recordar al Humor Amarillo de DR. Cuando todo apuntaba a que dicho autor era el que más nos había influenciado (siendo además el responsable colateral del cierre de estas viñetas), sorprendimos a la blogosfera con un primer intento de octavilla revolucionaria. Y continuando en esa línea, decidimos dar a luz una historieta más personal, “A la luz de un grito”, basada en un poema del malogrado Pe Cas Cor. Lo que sigue es el posible comienzo de otra saga, que cabría titular –si no fuera porque suena horrible— “Viviendo a tope”.

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21.5.07

"A la luz de un grito"

Sorprendentemente, los ánimos recibidos por El Francotirador han logrado que, cada vez más a menudo, podamos obsequiaros con un lunes ilustrado. Hoy publicamos orgullosos la adaptación de un poema de Pedro Casariego Córdoba titulado "A la luz de un grito". El propio escritor es el protagonista de la historia (o al menos eso hemos pretendido). Estamos seguros de que otro dibujante más experimentado lo hubiese hecho mejor. Debido a nuestras limitaciones habréis de conformaros con una clásica composición de 3x3 viñetas en riguroso blanco sobre negro.

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18.5.07

Reseñas: La Cosa del Pantano #6

La Cosa del Pantano #6, de varios autores (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

Con este volumen se inicia la saga “Amor y Muerte”, aunque el primer episodio –que funciona como prólogo— es autoconclusivo. Tarde o temprano, Moore recaería en que el cuerpo de Alec Holland seguía sin sepultar, de modo que ha terminado convirtiéndose en fantasma errante. El guionista proyecta los recuerdos de la Cosa del Pantano que han quedado impregnados en la ciénaga, y es absolutamente fiel a los diálogos de Len Wein al describir el accidente del científico. La poderosa imagen de Swamp Thing con el esqueleto conecta la serie con la literatura gótica más clásica, mientras que los dibujos de Shawn McManus (muy influido por Berni Wrightson) recrean a la perfección la estética de la colección original.

En el segundo capítulo ya entramos en materia gracias a los sueños y visiones de Abigail, que se ha percatado del cambio de Matt desde aquel accidente. Ahora posee una flamante casa en medio del bosque y tiene un nuevo trabajo en Blackriver Recorporations. Sin embargo, no hay manera de eliminar ese desagradable olor a insecto quemado… La chica efectúa averiguaciones sobre los compañeros de oficina de su marido en la biblioteca, para toparnos enseguida con una doble splash-page terrorífica. No cabe duda de que el descanso le ha sentado fenomenal a Stephen Bissette, cuya plumilla regresa más virtuosa que nunca. Por su parte, Moore transforma la narración circular en hermosa poesía, un mérito increíble teniendo en cuenta que ninguno de los elementos fundamentales de La Cosa del Pantano se caracteriza por su belleza.

La edición de Planeta reproduce en el interior, como de costumbre, la portada original del segundo número, y se mantiene el cambio de contracubiertas realizado el mes anterior (con el cajetín en al principio y los créditos al final).

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17.5.07

Reseñas: JLA/JLE #14

JLA/JLE #14, de varios autores (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 192 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Giffen, DeMatteis y Jones prepararon a mediados de 1991 la traca final de su proyecto de la Liga de la Justicia, un crossover entre JLA y JLE de 15 entregas con numerosas subtramas. Lo más llamativo es la coherencia interna que aporta a la colección, al cerrar el círculo con menciones a Bialya y los Guardianes Globales.

La rama europea deberá enfrentarse a Starro y a su invasión de estrellas de mar, al tiempo que el inspector Camus se instala en la embajada. Muchos miembros de la Liga se verán influidos por el alienígena, en una aventura donde los tubos teleportadores adquieren especial relevancia. Estos episodios vienen dibujados por un Bart Sears que, gracias a la tinta de Randy Elliott, no se hace tan molesto en esta última etapa (además se confirma como uno de los artistas más constantes en la serie).

El capítulo autoconclusivo final de esta sit-com se sitúa al otro lado del charco, con un combate de boxeo entre Blue Beetle, que ha ganado mucho peso, y el odioso Guy Gardner. Batman hará acto de presencia para demostrar que nunca llega en buen momento. El apartado gráfico corre a cargo de Trevor Von Eeden, un autor en la misma línea mediocre que Chris Wozniac o Darick Robertson, que hacen los lápices de la saga definitiva.

Ya dentro de "Rupturas", Maxwell Lord está en coma después de haber sido atacado, al parecer, por la Reina Abeja. Pero detrás se esconde el conspirador Jack O’Lantern y su pacto con el hermano del antiguo caudillo Harjavti. Como nuevo comandante operativo del supergrupo estará Kurt Heimlich, que propone una reestructuración, poniendo de patitas en la calle al Capitán Átomo, Blue Beetle, Hielo y el Hombre Elástico –en su lugar, vuelven el Demonio de Tasmania y la Doctora Luz—. Destacan las cómicas entrevistas de los personajes, sobre todo la de Fuego (¿qué hizo dentro del despacho para conseguir ese aumento?). Sin embargo, los expulsados no se quedarán inactivos. Por supuesto, la impresentable Liga de la Injusticia acudirá al hospital a visitar al enfermo, mientras Manga Khan intenta vender un peligroso artefacto.

Debido al aluvión de novedades del Salón del Cómic, éste ha sido uno de los ejemplares cuya salida ha sufrido más retraso. Planeta vuelve a reproducir las cubiertas originales y a respetar la numeración de las páginas. Por su parte, Fran San Rafael nos brinda un amplio artículo sobre la evolución editorial de Kilowog.

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16.5.07

Reseñas: Tomás el Gafe #11

Tomás el Gafe #11, de Franquin (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 9,95 euros.

Este álbum contiene algunas historias de Gaston verdaderamente memorables. Hay una en la que una panorámica intermitente de la ciudad nos da a entender que la instalación de las luces navideñas de Tomás ha ido demasiado lejos. En otra, después de recibir unos cuantos insultos irreproducibles en la oficina, el Gafe encuentra solaz junto a su ratoncito Cheese. Pero sin duda, la mejor situación se produce cuando el abominable hombre de los desastres pide a Buenavista que cuida de su gaviota, su gato, su pez y su ratón, cuyos instintos podrían empezar una guerra. En otros gags, lo más llamativo es la cinética de los personajes de Franquin. En pocas viñetas, como si fuera una película de animación, el autor reproduce frenéticas carreras por los pasillos, o parábolas de superpelotas que impactan en cualquier sitio. En otra ocasión, emplea un ascensor para que la gracia funcione –el episodio de los bolos humanos—. Gaston es el único empleado de Spirou al que se le ocurriría inundar el edificio para rescatar a su carpa extraviada. El tomasófono que creó, va más lejos y detiene un F-16. Otra estampa inolvidable es la de los trabajadores de la revista declarando en comisaría, con el mejor trazo detallista y nervioso del artista francés. ¿Os imagináis a Tomás de encargado del Palacio de la Porcelana? ¿Y al Sr. De Mesmaeker firmando por fin un contrato, después de transformarse en estatua de plástico? Los cómplices de travesuras Jules y Juan Cenizo irrumpen de nuevo para presentarnos a los Moon Module Mecs, una banda hippie sin parangón. Como guiño a los lectores de Spirou, Franquin viste al Gafe de Marsupilami. Las termitas han regresado y el jefe directo de Gaston acaba adoptando sus propios métodos para intentar que trabaje, pero no tendrá mucho éxito. Si el felino comienza a cobrar importancia en los chistes y las ballenas mascan chicle (o al menos hacen pompas involuntarias), no es de extrañar que los ratones vivan en los archivadores.

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15.5.07

Reseñas: BD Banda #1

BD Banda #1, de varios autores (BD Banda, mayo de 2007). 68 páginas. Color. PVP: 6 euros.

Parece que corren buenos tiempos para las revistas de historietas en España. A principios de año comenzaba su andadura El Manglar (Dibbuks) y ahora se suma el colectivo gallego (y nacional en general) de BD Banda, optando por un formato más pequeño y con lomo. Resulta llamativo que una iniciativa de esta categoría –sin apenas publicidad— cuente con una edición en español y otra en el idioma de las meigas, sin embargo, esto ha revertido en errores de traducción y rotulación.

Este primer número cuenta, además de con las colaboraciones de algunos de los artistas nacionales más interesantes del momento (como Rubín, Monteys, Olivares y Vermut), con un artículo biobibliográfico de Álvaro Pons sobre Franquin, donde comete deslices –quizá porque no para de escribir, el pobre chico— del tipo “contra más”. Germám Ermida, por su parte, transcribe una extensa entrevista a Miguelanxo Prado a propósito de De Profundis.

Lo bueno de contar con un popurrí de autores así es que uno puede empezar por donde le plazca. En el lado negativo hemos de señalar que, tratándose de una publicación semestral, BD Banda incluye demasiadas historias que terminan en “continuará”. Jorge García, por ejemplo, escribe “Zemo” para David Rubín, la saga de un niño poseído por un demonio con una ambientación similar a Gotham. Javier Olivares vuelve para contarnos “Las nuevas aventuras de Astro”, centrado ahora en sus problemas con la fama –es triste para los lectores maduros tener que conformarse con el infantilismo del personaje, como ocurre con gran parte del material actual de Linhart—. Haciendo gala de una gran economía de medios (y un gusto exquisito por las tramas mecánicas) Carlos Vermut firma “The Grunt Way”, un entretenido flash-back acerca de las diferencias entre las mafias de orcos, trasgos y trolls. Albert Monteys, aparte de una fabulosa cubierta, se encarga de resucitar a “Calavera Lunar”, con un gag sobre superhéroes que han de guardar cola y pedir autorizaciones bajo una hermosa estética pop.

La sorpresa del tomo viene ofrecida por Jacobo Fernández y su “Animais Fantasma”, protagonizado por unos narvales vengativos que se enfrentan a un barco de vikingos mentirosos, aportando un hermoso mensaje ecológico de fondo. Stygryd y Calo son los autores de “Julie”, que si bien no llama la atención por su grafismo ni por un guión excesivamente original, logra transmitir a la perfección el espíritu estival gracias a esa joven con falda que monta en bicicleta.

¿Veremos pronto algún nuevo álbum de la colección Factoría K de Libros? Quizá alguno esté engrosado por las aventuras largas que contiene este primer ejemplar. Portela e Iglesias nos hablan en “Peter Schlemihl” de un pintor de siluetas y de un misterioso mercader. Miguel Porto y Víctor Rivas aúnan en “Escamado” el antropomorfismo de Trondheim y la tecnología de Toriyama, con una trama que enfrenta a linces parlantes con seres marinos. Miguel Robledo pone un poco de ciencia-ficción con “Los cabezones”, donde una chica permanece confinada en una caja fuerte –la deficiente puntuación de los bocadillos hacen aún más confuso el planteamiento—. Por último, Hernández Cava y Seguí apuestan por los detectives clásicos en “Las serpientes ciegas”.

Crucemos los dedos para que las ventas de BD Banda permitan la ampliación de su nómina de colaboradores y el paso a una periodicidad más generosa con el lector impaciente.

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14.5.07

Reseñas: Hellblazer #17

Hellblazer #17, de varios autores (Planeta de Agostini, mayo de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

Delano comentaba en una entrevista que no tenía previsto que Hellblazer superase los doce números. Pues bien, en el tercer año de publicación de la serie (donde se sitúan las historias que a continuación comentaremos) ya se aprecia cierta escasez creativa en el guionista. Un claro ejemplo es el episodio “Los domingos son distintos”, dibujado por un Dean Motter menos fino que en el anual –¿nos engañó con los collages?—, donde combina lápiz y tinta de una manera curiosa (ayudado por Mark Pennington). Todo parece indicar que Planeta ha coordinado concienzudamente la edición de estos dos ejemplares el mismo mes, y en ese caso deberíamos rectificar nuestra crítica por el retraso del especial, pues resulta esclarecedor encontrar en ambos tebeos al mismo secundario (Destructo Vermi), un amigo de juventud de Constantine. Por otra parte, este capítulo cuenta con la cubierta más fea de toda la colección, perpetrada por Kent Williams. ¿No hubiera quedado mejor en la contraportada?

La narración comienza con un Constantine sospechosamente optimista, y tras hablar sobre la “deconstrucción de monolitos” con el conocido arriba citado, empezarán los sucesos extraños. John se topa con el mago de la fregona, de apariencia árabe, al entrar en el WC, donde los graffittis cobrarán vida y acabarán por conducir al protagonista a un estado de ignorancia e incomunicación.

“El hombre del saco” significa el regreso temporal de Sean Phillips a Hellblazer, un artista más eficaz y expresivo que el anterior. Aquí, Delano vuelve a ralentizar el tiempo del relato (pues se avecina otra saga con las hippies Marj y Mercury, que ya aparecieron en la controvertida Máquina del Miedo). ¿Acaso tenía las ideas poco claras al inicio? Un Constantine en horas bajas, con aspecto de alcohólico abandonado, retorna junto a sus amigas, mientras la más joven intuye que oculta algo relacionado con su infancia. ¿No es natural que después de ser poseído por Nergal y matar al Familiar necesite redención? Y atención, porque el siguiente número lleva páginas extra.

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9.5.07

Un gato de Fat Freddy dedicado

Lo peor de pedir un dibujo dedicado a los autores presentes en el Salón del Cómic no son las colas, sino el propio encuentro con el artista. El trato directo con la persona admirada puede no cumplir las expectativas, y si encima uno es tímido, lo más prudente es dejarlo todo en un plano platónico. Pero, ¿y si es otro el que pasa el mal trago de solicitar una ilustración por encargo? Eso es lo que ha ocurrido en esta ocasión: después de soñar muchos años con mi propio gato de Fat Freddy firmado por Gilbert Shelton, va mi hermano y lo consigue; encima lo enmarca y me lo envía por correo.

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La identidad secreta de El Francotirador, por fin desvelada.

8.5.07

Reseñas: Sexo Raro

Sexo Raro: David Ramírez (Dolmen, abril de 2007). 48 páginas. BN. PVP: 6,95 euros.

David Ramírez se ríe de las convenciones sociales, pero sobre todo se desternilla del lector. Basta echar un vistazo a la portada (y contra) de Sexo Raro para imaginarnos al dibujante tronchándose de risa al pensar en el aficionado medio al pasar por caja con semejante cubierta –supongo que la encargada que me atendió a mí no volverá a mirarme con los mismos ojos—.

El volumen, que recopila las descaradas e irreverentes colaboraciones del autor en la revista Eros Cómix, cuenta con una introducción de Jaume Vaquer, uno de los muchos miembros de Dolmen rendidos al arte del que se convirtiera en joven promesa tras su paso por el Salón del Cómic. Cabe preguntarse por qué se ha editado en blanco y negro, pues la amplia gama de grises parece indicar que los originales eran en color (o el dominio del Photoshop es cada vez mayor).

Acomodado en un formato álbum que rememora los Olé de toda la vida, Ramírez llena sus viñetas de bocadillos, adquiriendo sus dibujos una importancia secundaria. Y aunque el estilo resulte limitado (¿influencia de Matt Groening?), en ocasiones el trazo se vuelve expresivísimo, provocando más de una risa en voz alta.

Para los despistados, en este manual se habla de zoofilia, dendrofilia (con plantas de por medio), gerontofilia, estigmatofilia, triolismo, urofilia, autonepiofilia (vestirse de bebé), voyeurismo, acrotomofilia (si hay muñones, mejor), masoquismo, sexo con famosos, macrofilia, froteurismo, clismafilia (enemas y lavativas al poder), peluchefilia (o furry fandom), necrofilia, flatofilia, dacrifilia (perfecto para Crying Freeman), falofilia, maieusiofilia (pasión por las embarazadas), misofilia (ideal para guarros), y algunas variantes de la primera como cracofilia, formicofilia, ofidiofilia, ictiofilia y avisodomia. [Google agradecerá esta parrafada.]

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7.5.07

"Muerte a la Patata Congelada"

Con esta ilustración inauguramos una nueva sección de periodicidad indefinida que denominaremos Octavillas Revolucionarias. El propósito de la primera entrega es reivindicar que los restaurantes vuelvan a servir patatas normales, y no esos tubérculos congelados que se han extendido como la pólvora a modo de guarnición estándar. ¡Hay que dignificar el producto de la tierra y gritar a la cara de aquéllos que intenten engañarnos con vanos sucedáneos! Para ello, El Francotirador permite la reproducción y distribución de estos pasquines (en cualquiera de sus tres versiones) por los establecimientos de hostelería que así lo requieran.

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4.5.07

Reseñas: Hellblazer Anual #1

Hellblazer Anual #1, de Delano, Talbot y Motter (Planeta de Agostini, abril de 2007). 64 páginas. Color. PVP: 5,50 euros.

Delano sitúa la acción en 1982, justo tras la salida de John de Ravenscar. El mago inglés se topa de lleno con la realidad thatcherista, encarnada en un viejo amigo que se ha aburguesado con el paso de los años. Chas también hace acto de presencia al final del volumen, no en vano es él quien encuentra el videoclip de Membrana Mucosa (extraordinariamente llevado al papel por Dean Motter).

Sin embargo, el grueso de la historia tiene como protagonista a Kon-Sten-Tyn, un ancestro de Constantine que se convierte en cabeza del paganismo en los tiempos de la expansión del cristianismo. Como heredero del Rey Arturo es capaz de conversar con la cabeza de Merlín, y gracias a su pacto con el dragón y los hijos sacrificados en honor a la madre jabalí, casi accede a la vida eterna.

Bryan Talbot aprovecha un argumento de época para lucirse, mientras Kent Williams firma una de sus mejores cubiertas para la colección. Sin duda, una pena que haya aparecido con tanto retraso respecto a la cabecera principal.

En la edición de este especial por parte Planeta se aprecia un cuidado mayor que en la serie regular, pues aquí encontramos hermosas portadillas interiores y un artículo de Enrique Ríos sobre los antepasados ilustres de Constantine… ¿Pero justifican esos extras el elevado precio? A mi juicio no, al menos en comparación con otros tomos Vertigo de 64 páginas que seguían valiendo 3,50 euros (o con el primer número de La Cosa del Pantano, que incluía otro anual, por 3,95 euros, al contener material inédito).

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3.5.07

Reseñas: Fuzz & Pluck

Fuzz & Pluck, de Ted Stearn (La Cúpula, abril de 2007). 114 páginas. B/N. PVP: 15 euros.

Dos personalidades muy distintas, un gallo desplumado que escapó de una muerte segura en la granja y un osito de peluche que un niño tiró a la basura después de hacerle toda clase de perrerías, unen sus caminos para buscar trabajo.

Nada más empezar ya les ponen problemas en la aduana por no ir conduciendo ningún vehículo, así que recogen de la cuneta un carrito de la compra y unas muletas, con tan mala suerte que les acusaran de robo. Tras el paso por la cárcel y un juicio carrolliano, serán vendidos como esclavos a una pareja de clase media-alta. Al respecto, hemos de señalar que Stearn sitúa la aventura en una especie de futuro esperpéntico, plagado de elementos anacrónicos y toda clase de artefactos móviles. Asimismo, se aprecia un tono onírico –casi pesadillesco— en detalles como la cosa del jardín (que cobra vida a partir de ramas y malas hierbas), y en general en la sucesión de avatares que protagonizan Fuzz y Pluck.

Una de las partes más divertidas del libro es precisamente la descripción de su trabajo como siervos: Pluck se afana con las tijeras de podar –hermosa composición de página donde los setos enmarcan lo que deberían ser viñetas— mientras la esposa se encariña de Fuzz. El surrealismo también está presente en el desarrollo de la historia, como puede verse durante la lucha contra el tronco antropomórfico (una estampa épica, con la lluvia de fondo, muy bien plasmada por la plumilla de Stearn).

Luego vendrá el desierto y el polémico reparto de comida –un menú formado por nabos y bañaditas (un detalle del traductor Rubén Lardín)—, donde seguirán las instrucciones de un mono filósofo del ayuno hasta perder el sentido. ¿Hay mejor opción que adelgazar para quitarse los collares de kriptonita? Esta clase de resoluciones ilógicas son las que llevan a pensar que el autor concede una relevancia especial al mundo de los sueños. Fuzz y Pluck se quedan tan escuálidos que tendrán que ser recogidos en la carretera por unas científicas amateur. Más tarde estarán engullendo emparedados de manteca en Lardy’s merced a una joven pareja con bebé incluido –no os perdáis el gag de los vómitos contagiosos—. Y el final vendrá justo después de la irrupción de una extravagante viuda vegetariana… El tomo se cierra con una historieta corta de estilismo quijotesco donde los dos personajes se verán encerrados en una viñeta estática.

Conocido popularmente por su labor en Beavis & Butthead, Ted Stearn muestra un dominio casi absoluto del medio, con influencias que se remontan a Robert Crumb y llamativos desmarques a través de dinámicas composiciones de página. Al final del volumen, La Cúpula anuncia un próximo volumen ubicado en Splitsville. ¡Pues que no tarden mucho!

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2.5.07

Reseñas: Criatura Maldita

Criatura Maldita, de Hideshi Hino (La Cúpula, abril de 2007). 204 páginas. B/N. PVP: 9,95 euros.

Criatura Maldita retoma la arquetípica figura del gemelo malvado (en este caso, de género femenino) y la introduce en una historia muy triste, con una protagonista de aspecto monstruoso y ciertos elementos feéricos. Su parecido con El Niño Gusano es más que evidente: el exilio en el vertedero y la posterior venganza contra los humanos también están presentes en esta obra. Pero es que además recuerda a El Hombre Cadáver, por el entorno hospitalario y el reguero de gusanos. ¿No va siendo hora de publicar otras novelas más distanciadas de este esquema?

Un engendro recién nacido es abandonado a su suerte. Su olor es tan desagradable que ahuyenta a los animales que pululan por el estercolero, de cuya sangre se alimenta. En la montaña de basura encuentra un hueco donde descansar, después de mostrar curiosidad por un maniquí con el que termina yaciendo, aunque “el bebé no entendía qué era ese sentimiento ni de dónde venía”. Pero cuando se hace mayor sentirá la tentación de dejarse guiar por el resplandor de la ciudad y soñar como Cenicienta con convertirse en una niña guapa con unos padres a los que amar. En lugar de un hada, aquí se materializa –en medio de fuegos fatuos— una anciana misteriosa, cuya voz no cesará de sonar en la cabeza de la pequeña. Acostumbrada a la carne de perro, la humana le resultará deliciosa. ¡Y cuidado niños, porque hay cercenamiento de miembros! En este sentido, la viñeta más terrorífica del tomo reproduce el ataque a un inocente estudiante. Tras una persecución policial se enfrentará a su destino en una escena llena de tensión que Hino soluciona con un lento zoom y numerosos bocadillos que minan la conciencia de la criatura maldita. Como en los mangas arriba citados, habrá un instante final dedicado a la familia, una constante en las obras del artista de Manchuria.

Esta vez La Cúpula no incluye ningún epílogo del autor –aunque sí otro poema de la sangre—, y comete varios errores de edición: una tipografía no muy afortunada en los bocadillos, un comentario en la solapa asegurando que éste es el cuarto libro de Hino en español (cuando es el quinto), y un aumento de precio injustificado.

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