30.11.07

Reseñas: Encima y Debajo

Encima y Debajo, de James Sturm (La Cúpula, noviembre de 2007). 84 páginas. B/N. PVP: 10 euros.

Los dos relatos que contiene este libro forman parte de la trilogía americana de James Sturm, autor conocido en nuestro país por “Moléculas Inestables”, una visión realista y poco común de Los 4 Fantásticos. No es un virtuoso del pincel, pero su estilo basado en el underground clásico resulta de lo más efectivo, mientras que en la escritura no se anda por las ramas. Además, como historietista se muestra preocupado por la integración del cómic en los programas universitarios.

“El renacimiento”, ambientado en 1801, narra la desgracia de un matrimonio que acude a un encuentro espiritual en Cane Ridge –que al parecer acogió a más de 25.000 personas, es decir, todo un Woodstock religioso—, con la convicción de que el predicador Elijah Young podrá resucitar a su hija muerta (de ahí el título de la historia). En sus páginas, Sturm nos habla de la manipulación de masas y de la capacidad de sugestión de los campesinos. Precisamente su incultura es la que favorece el sentimiento religioso y la dedicación absoluta a Dios –por encima incluso de las necesidades más básicas—, así como la asimilación de la palabra divina como verdad absoluta. Al contrario de lo que opinan en Entrecomics, creemos que este episodio histórico –como un reverso oscuro de Lucky Luke, otro referente del cómic western— sí llega a conmover al lector. Sólo hay que detenerse ante la imagen de la pequeña fallecida levantando su manita o, en otro nivel, la actitud bondadosa del vecino de campamento.

“A cientos de pies bajo la luz del día”, algo más extenso, se enmarca en 1886, en plena expropiación de minas, que hasta entonces había estado en manos de la comunidad china. La trama, protagonizada por dos aventureros ambiciosos, cuenta con una galería de personajes muy verosímiles: el demente Flacucho y su misteriosa bolsa de dinero, la melancólica y obesa Mae, o el rebelde jugador de póker Ricks –por no mencionar la sesión de hipnosis del doctor—. De estructura más elaborada (ahí si coincidimos con el blog citado arriba), la historia contiene momentos de crudeza, violencia y tensión capaces de estremecer al aficionado más precavido. La comparación con el Faulkner de “Mientras agonizo” no es gratuita, pues Sturm es un guionista bien documentado. De modo que… ¿Para cuándo la edición española de “The Golem’s Mighty Swing” a cargo de La Cúpula?

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29.11.07

Reseñas: Bone #5

Bone #5: “Rock Jaw, Señor de la Frontera”, de Jeff Smith (Astiberri, noviembre de 2007). 130 páginas. Color. PVP: 15 euros.

En este volumen alcanzamos el ecuador de la serie Bone, con Fone y Smiley subiendo las montañas orientales para dejar en buenas manos a Bartleby, la cría de mostrorrata extraviada –resulta curioso que la bauticen con el nombre de otro personaje de Herman Melville, el autor de Moby Dick—. En su camino se topan con Roque Ja, un león con una visión bélica de la vida (no te fíes nunca de un felino gigante). En estas páginas, las mostrorratas desertoras se pondrán del bando de los héroes, aunque sólo por unos instantes –y ojo a su habilidad para saltar en la rama justo en el peor momento—. También se sumarán a la aventura las pequeñas zarigüeyas, el mapache Roderick y otros huerfanitos, dando como resultado una cándida historia semejante a la del título independiente “Estúpidas, Estúpidas Mostrorratas”. Tras visitar el templo de las mostrorratas, tendrán que hacer frente a Kingdok y a una plaga de langostas, con su extraño poder de ensoñación (Jeff Smith hace un trabajo verdaderamente encomiable en las viñetas del ataque de los saltamontes). Al final, Bartleby será aceptado en la manada, en una escena de despedida estremecedora.

“Rock Jaw, Señor de la Frontera” es un tomo breve, demasiado lineal –el autor pasa por alto a Thorn o la situación en Barrelhaven— y en ocasiones parece alargado de manera artificial. Sin embargo, la fantástica imaginería de Smith invita a perdonar estas debilidades. El próximo número, “La cueva del anciano”, saldrá en enero del año que viene según un avance de Astiberri.

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28.11.07

Reseñas: Las crónicas de Ono y Hop

Las crónicas de Ono y Hop, de Javier Olivares (Dibbuks, noviembre de 2007). 48 páginas. BN y color. PVP: 12 euros.

Javier Olivares no es un autor fiel a sus personajes. Los casos de Astro u Ono y Hop son excepcionales. El ángel y el demonio son vehículos perfectos (y con el carisma suficiente) para abordar los temas que más le interesan. Uno es el mensajero del azar y el otro, un detective fetichista. Con un humor negro similar al de “Cuentos de la Estrella Legumbre” y escenarios llenos de chimeneas, escaleras y ventanas rotas, iremos indagando en la turbulenta infancia de ambos. Las bromas pesadas y explosivas se mezclan con terribles relatos de padres autoritarios –el Capitán Garfio ha servido, sin duda, de referente—, con tebeos evasivos a los que aferrarse y una caja de metal que será complicado abandonar. Los dos se caracterizan por una conducta imprevisible, no en vano, cada uno protagonizó su propia fuga fatal.

Olivares hace gala en este volumen (ordenado casi cronológicamente, de 1999 a 2007) de su trazo único, aquél que aúna expresionismo y cubismo. Y pese a ofrecer imágenes nada amables, el autor consigue construir poesía con sus historietas. Las líneas toscas y angulosas se suman, en el tramo final del libro, a una paleta cromática que recuerda al Matisse cartelista de “Cirque”. Mención especial también para aquellas viñetas sin palabras, bocadillos icónicos fácilmente exportables.

El álbum que lanza Dibbuks ahora recopila material aparecido en diversas revistas (aunque la anterior antología de Glénat, “La caja negra”, ya incluía algunas de estas planchas), incluyendo una fantástica galería con 36 ilustraciones –muchas de ellas inéditas—. Habrá que cruzar los dedos para que podamos disfrutar pronto de otra obra de Olivares, un artista poco prolífico.

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27.11.07

Capital: un cajón de sastre inabarcable

“Capital” es una novela gráfica ambiciosa. No en vano, hay ocho autores detrás y por ella desfilan hasta 35 personajes. Está constituida por varias historietas ya publicadas en Barsowia, el buque insignia de Polaqia, más cinco capítulos recientes que sirven para enlazar algunas tramas y otorgar un poco de luz a este fresco hermético e intrigante –aunque quizá sean los episodios que más desentonan en el conjunto, con ciertas excepciones—. En este sentido, la obra es más valiosa por lo que sugiere y remueve en el interior del lector que por lo que expresa abiertamente.

El brillante e ingenioso Kike Benlloch llena “Capital” de elementos insólitos como farestes, tecaurios, paulöcis y ocks, y lugares imaginarios bautizados con los nombres de Dasmacia, Velouria –homenaje explícito a Pixies— y Rajistán. Sin ir más lejos, la propia ciudad imperial se hunde varios centímetros en el suelo cada año. En sus páginas nos toparemos con los niños-prodigio Isaac H. (¿Hayes?) y Alvar T., que van de mano en mano mientras los adultos no saben muy bien qué hacer con ellos. Aquí, los amigos imaginarios no son precisamente bondadosos, y en los coches de caballos, los équidos van dentro del maletero. ¡Hasta los hambrientos se manifiestan contra la comida rápida de Ôckland! Esta facultad creadora y evasiva del guionista, demostrada con creces en “Dámsmitt”, rememora aquellos inventos geniales de Boris Vian (sin ir más lejos, la enfermedad que se describe en “La flor de Rajistán” es muy similar a la que padece Chloé en “La espuma de los días”).

Otro personaje memorable de este libro coral es el marinero fantasma que se aparece en días de niebla. En ocasiones así, parece como si los autores hubiesen querido recuperar una mítica edad de oro gallega a partir de leyendas orales y mediante la recuperación de fachadas ya desvanecidas en el tiempo –sin duda, la labor de documentación es otro de los puntos fuertes de este título—. Por el contrario, hay capítulos de inspiración diversa, como ese fabuloso sueño llevado al papel en que el Sr. Marvelow descubre que ha estado todo el tiempo poniendo las asas a los mismos calderos (atención a la caricatura del guionista en la página 37, bajo el apelativo lovecraftiano de “Enry Bençoiwcz”).

Hay otros papeles llamativos, como Sôren buscando el diario de Elba o el superhéroe Sereno (cuyo diseño y manojo de llaves lo asemejan con el Escapista), el periodista Corrot, la médium Visión o Ulises Bigardo, que abandonará su rol de villano para regentar un restaurante de pescados. Liánor es la curandera del circo y la señorita Aima resulta temible tras sus infranqueables gafas, con un osito de peluche parlante que recuerda al Winnie the Pooh que salió en Hellblazer. La señora Faux y Síria destilan su odio en complicados alambiques hasta obtener la esencia de ese sentimiento, mientras los guardianes de la fe acosan a su marido. Pero “Capital”, como título inabarcable, contiene aún más ingredientes: un prostíbulo plagado de mirones, un lagarto surgido de las profundidades (¿Godzilla?), referencias al misterioso lenguaje de los nudos y un acertado uso de la literatura culinaria a la hora de describir escenas de acción.

Las historietas de “Capital” tienen suficiente peso por sí mismas, y por ello el intento de hilvanarlas resulta artificial (salvo, como hemos mencionado arriba, en contados casos). Tampoco ayuda la heterogeneidad de estilos (ocho dibujantes a lo largo de un centenar de páginas), donde sobresale por cantidad y calidad Diego Blanco –¡tengo que encontrar el dichoso “Tanque Familiar”!—. Su estilo sencillo y oscuro transmite a la perfección el gran misterio que rodea al imperio. También destacan el trazo cubista de Fonso y la sencillez del propio Benlloch (cercana en ocasiones al mismísimo Mazzuchelli). El galardonado David Rubín abre y cierra el libro con dos caras muy diferentes: pasa de mangaka a clon de Peeters con sospechosa facilidad, rechinando más de la cuenta. Jandro Xesteira transforma a Ézaram en doble de Corto Maltés, mostrando un registro distanciado al de sus compañeros. El trabajo de los hermanos Covelo llama la atención por su tono caricaturesco, y los pinceles de Álvaro López son sin duda mejores que los que hizo para “El jardín atómico”.

Haciendo balance, se aprecian distintos grados de implicación por parte de los autores, y uno llega a la conclusión de que hubiese sido mejor publicar una antología de estos relatos tan sugerentes a convertirlos en una novela unitaria. Pero cavilar sobre un producto futurible no nos llevaría a ningún lado, de modo que será mejor quedarse con la desbordante creatividad que exudan los chicos de Polaqia. Había un caudal de ideas inmenso y un planteamiento arriesgado. Así, “Capital” se transformó en un precioso y absorbente cajón de sastre que, por encima de todo, deparará al lector un buen rato de suspense.

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26.11.07

“Y ellos se juntan”, ópera prima de Calo

En “Dios los cría”, Calo se muestra sorprendentemente maduro, pese a ser su primer monográfico. La influencia modernista y estilizada de Daniel Torres (similar también al trazo de Miguel Porto) o la herencia de la línea clara de Yves Chaland están más patentes que nunca. Aquí se recopila la primera aventura de Ángela y Clara, ambientada en el Festival de Benicassim –como asistente al evento, he de reconocer que plasma el recinto y las sensaciones a la perfección; no en vano es vecino de la localidad—. Problemas de estreñimiento, un tatuador muy atractivo, un concierto que se suspende por la lluvia torrencial e ingenuidad a raudales, son los ingredientes de esta historieta hedonista. “Pereza contagiosa” es una breve anécdota sobre la relación mimética entre amo y mascota. “Comportamiento: negación”, casi sin palabras, es uno de los relatos más logrados y experimentales (atención al canon de diez cabezas), por su contundente visión de la infidelidad a través de un personaje fotógrafo. “Un beso para María” se caracteriza por la separación entre dibujos y textos, para narrar una jornada cotidiana en la vida de dos enamorados. La humorística “Avec toi” habla del desmoronamiento de las ilusiones de un hombre que se cree embarazado. El volumen se cierra con otra aventura sin título, protagonizada por X y Raquel, que terminará con una orgía de sexo y drogas –marihuana, éxtasis y cocaína se mencionan a lo largo de la obra— protagonizada por hippies, punkies y chuchos abandonados. ¡Ojo! Tras una lectura tan picante, algunos sentirán la necesidad de descargar en el WC.

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21.11.07

Reseñas: La Cosa del Pantano #12

La Cosa del Pantano #12, de varios autores (Planeta de Agostini, noviembre de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

En “Cuentos del pescador”, Swampy sigue haciendo trabajitos para John Constantine, que sabe cómo sacarle partido a su poder de regeneración –no en vano, éste le permite sucumbir ante el enemigo sin hacer peligrar el éxito de su misión—. Sólo una fuerza elemental sería capaz de devolver a la corriente del río las aguas estancadas de Rosewood, trama que continúa en este número. Para ello, Moore utiliza un discurso ambivalente para las dos realidades que describe: por un lado, la búsqueda de los extraviados Howie y Nicky en el lago, y por otro, el nacimiento y la selección natural del primogénito en el estadio submarino.

En “La maldición”, el autor de Watchmen mezcla un arquetipo clásico del género de terror como el hombre lobo con una antigua leyenda india sobre la reclusión de mujeres durante la menstruación. El resultado es una poética y violenta historia acerca de una esposa que se rebela contra la sumisión sexual, para acabar suicidándose en un supermercado de Kennescook (mientras la Cosa de Louisiana no mueve un dedo). Transcribo el hermoso estribillo que se repite en este capítulo: “Su ira, girando en la oscuridad no liberada, no mencionada. Su boca es una herida roja. Sus ojos, ávidos, ávidos de luna.” Bissette y Totleben no hacen su mejor trabajo, pero se lucen en la viñeta que muestra a las dos bestias cara a cara –ver la imagen inferior—, reminiscente de la etapa Wein/Wrightson. Otro de los aciertos de Moore es presentar a Constantine como un personaje antipático y poco fiable, características que irían diluyéndose poco a poco en su posterior serie.

Planeta ha decidido no traducir los letreros integrados en las viñetas, y quizá hasta quede mejor así –aunque no vendrían mal asteriscos y notas al pie—. Si bien se incluye la cubierta original correspondiente, después de tres entregas (tal y como presagiábamos) ha desaparecido el checklist de Vertigo.

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20.11.07

El Mundo Subterráneo, de Paul Chadwick

Hace unos años, Otakuland, a través de su sello Alex Comics, publicó algunos títulos de Dark Horse, como El Territorio (de Jamie Delano y David Lloyd) o éste que hoy nos ocupa: El Mundo Subterráneo, firmado por el matrimonio Chadwick con la ayuda del entintador Ron Randall. La edición española recoge la primera miniserie del creador de Concrete, que más tarde desarrollaría una secuela, subtitulada “Más profundo y más extraño”, inédita en nuestro país. Ahora que Norma viene publicando la versión integral de su personaje más popular, no estaría mal que también recuperase estas aventuras como hicieron en EEUU, donde ha aparecido un recopilatorio con formato similar.

En El Mundo Subterráneo, un grupo de mercenarios –bautizado como el equipo de seis— es enviado al misterioso subsuelo por el magnate de la informática Charles Hoy, con el propósito de encontrar tecnología avanzada para patentarla. El mero hecho de dar por sentada la existencia de criaturas monstruosas y aparatos desconocidos bajo la superficie entronca directamente con la ciencia-ficción más clásica. Mediante interesantes flash-backs iremos conociendo al jefe Barclay, el enchufado Gilbert, el empollón George y las chicas Susan, Regina y Layla (cada cual más temeraria que la anterior). Teniendo en cuenta que se encuentran en una situación límite, Chadwick se luce al narrar los imprevisibles comportamientos de sus personajes –cómo olvidar la reacción masculina ante la llamada de la ostra-nodriza—.

Los diseños de las bestias subterráneas dejan entrever la admiración del autor por Kirby (echad un vistazo al come-rocas). No en vano, Chadwick se alza como todo un especialista a la hora de dotar de humanidad a estos seres contra natura, describiendo terribles estampidas, duelos cruentos e insólitos comportamientos biológicos. A bordo de “Helen”, su todoterreno rojo, el equipo de seis permanece en continua tensión al cruzar por un terreno tan hostil y desconocido. Sin ir más lejos, se perderán en un laberinto bajo tierra, emplearán una red para cazar voladores y acabarán enfrentándose al robot-parrilla. Cuando la vida está al borde del precipicio, a veces la mejor opción es el sacrificio…

El trabajo de Chadwick en El Mundo Subterráneo, aunque menos espectacular que el de Concrete, sigue siendo cuidadoso y llamativo (su modo de traspasar paredes es incomparable). Pero quizá el punto fuerte resida en el poder absorbente de sus guiones, capaces de teletransportarnos a esta enfermiza línea de fuego.

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19.11.07

Arkham Asylum: El coladero de Gotham

Ediciones Zinco, poco antes de extinguirse, editó en formato prestigio los dos primeros annuales de la serie Las aventuras de Batman, la versión cartoon del Hombre Murciélago. El guión de ambos números corría a cargo de Paul Dini, en la cresta de la ola tras la publicación de Amor Loco. De los lápices, además del sobresaliente Bruce Timm –coautor de la obra mencionada—, se encargan las siguientes estrellas invitadas: John Byrne, Matt Wagner, Mike DeCarlo, Mike Parobeck, Rick Burchett, Klaus Janson –quizá el más flojo del volumen, con un estilo anguloso parecido al de Sienkiewicz que no congenia con las demás páginas— y el ayudante Glen Murakami.

En estos dos especiales, Batman tendrá el placer de toparse con Roxy Rocket, el Ventrílocuo y su muñeco Scarface, Harley Quinn, el Espantapájaros, Catwoman, el Joker, Ra’s Al Ghul y su hija Talia, Jason Blood y, por supuesto, su doble diabólico Etrigan. Si no fuese suficiente, al final del tomo se reproduce una galería de ilustraciones con destacados trabajos de Alex Toth, Dave Gibbons y Mike Mignola, entre otros.

Pero hablemos de las historietas… En la primera parte se narran los intentos de algunos villanos del Señor de la Noche por reformar su conducta social después de estar ingresados en el celebérrimo manicomio de Arkham Asylum –al que podríamos denominar desde ya “el coladero de Gotham”—. Muchos enemigos lo afrontan con buena voluntad, pero sus interpretaciones enfermizas de la realidad acabarán desembocando en nuevas recaídas. El segundo annual es todo un homenaje a Kirby, no sólo por recuperar “al demonio que todos llevamos dentro”, sino por el diseño calcado de las criaturas infernales desarrolladas por el autor del Cuarto Mundo. En medio de las intrigas para recuperar la tabla del conjuro, destaca la ensoñación sin palabras de Batman, una manera ejemplar de reivindicar el medio como algo único.

Después de tan agradable lectura resulta increíble que Planeta no haya demostrado ningún interés en recuperar el material de esta cabecera. Si lo termina haciendo, ojalá le otorguen un formato más digno que el escogido anteriormente.

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16.11.07

Reseñas: Invencible (Un mundo diferente)

Invencible: “Un Mundo Diferente”, de varios autores (Aleta Ediciones, noviembre de 2007). 160 páginas. Color. PVP: 15 euros.

Hay veces en que Kirkman da vueltas sobre lo mismo sin llegar a ningún lado. Pero es el rey del cliffhanger y nos tiene enganchados a Invencible por culpa de todos esos cabos sueltos. Ottley hace las viñetas cada vez más pequeñas y los personajes más alargados –yo sigo añorando a Walker—. Al equipo se suma ahora el entintador Cliff Rathburn, que se adapta con naturalidad a la estética de la serie. En “Un mundo diferente” se combinan a la perfección splash-pages y diálogos fluidos, y lo que podía parecer una saga alargada artificialmente se traduce en “lectura de una sentada”.

A estas alturas de la colección, Science Dog salta del papel de cómic a la realidad para propiciar el reencuentro de Mark Grayson con su padre. Omniman tiene ahora una nueva vida en el planeta Mantis, además de otra esposa y un hijo pequeño. Invencible es llamado para ayudarle contra la terrible amenaza viltrumita (¡y atención, porque vienen toneladas de ketchup!). Mientras, en la universidad siguen desapareciendo estudiantes y continúa la conspiración de Robot y los gemelos/clones Mauler –ojo a la inteligente repetición de viñetas—. También persisten los problemas con el alcohol de su madre, y los Guardianes de la Tierra deberán hacer frente al ataque de Omnipotus (si miráis con detalle, veréis una caricatura de Lobezno). Por su parte, Black Samson sorprenderá a todos al despertar del coma y El Inmortal cambiará de perspectiva tras intimar con Dupli-Kate. En la lucha, el protagonista se verá obligado a forzar sus poderes al máximo. No cabe duda de que el personaje está madurando: ya no obedece ciegamente las órdenes que salen del auricular, sino que antepone su intuición.

En esta ocasión, la introducción corre a cargo de Ed Brubaker, y como de costumbre se incluyen las cubiertas originales y un sketch-book con comentarios de Kirkman –donde podréis ver a Mark con el culo al aire—. Por desgracia, también se han colado unos pocos errores de rotulación y traducción. Mientras llega el próximo tomo de la colección, Aleta recupera otro trabajo del guionista: Battle Pope.

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15.11.07

Reseñas: Hieronymus B.

Hieronymus B., de Ulf K (Dibbuks, noviembre de 2007). 64 páginas. B/N. PVP: 12 euros.

En Hieronymus B., Ulf K. reúne diez años de historietas sin palabras –un idioma universal—, circunstancia que abarata su lanzamiento simultáneo en cinco países (Alemania, EEUU, Bélgica, Suecia y España). La antología, que se inicia en 1997, permite vislumbrar cierta evolución en las formas del autor alemán, siempre pulcro y partidario de la geometría perfecta. El riguroso blanco y negro esconde a veces las extremidades del protagonista –cuya comparación con Mortadelo es inevitable—, más cabezón con el paso del tiempo.

En medio de puertas y escaleras desproporcionadas, a la sombra de las chimeneas del Ruhr, Hieronymus B. tendrá que bajar a las calderas de los archivos para encontrarse con el mismísimo diablo. ¿Es acaso el responsable de la desagradable burocracia? El personaje también suele perder el sombrero tras un golpe de viento, pero es capaz de combatir los elementos sin amedrentarse. ¿Pero qué hacía paseando por un cementerio?

En estas páginas, los altos hornos hacen las maletas, y cuando los libros echan a volar, lo mejor es recurrir al cazamariposas (una ocurrencia que ya vimos en “La primera estrella”). Hieronymus B. escapa de la aburrida realidad del funcionario gracias a la ensoñación, no en vano, casi toda la obra de Ulf K. posee un mensaje evasivo. A veces se mezclan el humor infantil y el absurdo, como en ese desconcertante episodio con el ladrón de periódicos –¿un caso extremo de “sed de noticias”?—. El oficinista encuentra alivio en las casas de madera para pájaros y sólo él conoce la manera de alegrar el día a un asteroide.

El libro, editado aquí por Dibbuks, contiene ilustraciones sueltas más que sobresalientes: una estampa enigmática con el hombre-tronco; el hilarante hieratismo de Hieronymus B. pese a la presencia de un tentáculo amenazador; o una hermosísima panorámica de la Tierra vista desde la Luna –una declaración de principios literal para un soñador como éste—. Además del distanciamiento y la fantasía que le caracterizan, el personaje es tan ruboroso que tira a la basura un catalejo después de sorprender a la vecina desnuda.

La poesía muda de Hieronymus B. invita a la relectura, como si se tratara de una ventana disponible 24 horas (cortesía de Ulf K.) donde perderse a voluntad. A ver si las editoriales nacionales espabilan y vamos viendo por estos lares “Der Exlibris”, “Floralia”, “Tango con la muerte” y “Sternennächte”.

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14.11.07

Reseñas: La enfermedad de Zoroku

La enfermedad de Zoroku, de Hideshi Hino (La Cúpula, noviembre de 2007). 224 páginas. B/N y bitono. PVP: 10,95 euros.

La Cúpula continúa con su encarecimiento progresivo de las obras de Hideshi HinoLa serpiente roja costaba tres euros menos—, aunque en esta ocasión parece justificado si atendemos al bitono rojizo de un buen puñado de páginas, que realza la atmósfera sanguinolenta del libro. En cuanto a la edición, hallamos pequeños errores, como esa solapa donde vuelven a ignorar que ellos mismos publicaron Panorama infernal, o traducciones imposibles (¿acaso querían decir “cuchicheando” en lugar de “comicheando”?).

La enfermedad de Zoroku contiene cuatro historietas de mediana extensión: la que da nombre al libro, “Bajo el agua”, “El ratón recién nacido” y “El demonio de las mil libras”. A ciencia cierta, para el lector medio resultará inapreciable el detrimento de calidad al que alude Hino en el epílogo, titulado “Recuerdos de 1970”. De hecho, es más que llamativo que el autor se haya mantenido fiel a su estilo, sin introducir cambios significativos después de tantos años. ¿Será capaz de sorprendernos con nuevas escenas de crueldad extrema y perversiones aún más retorcidas? Sí, como hombre de posguerra, el dibujante ha visto de todo. Y, por qué no decirlo, la onomatopeya “¡Rus, rus!” nunca había causado tanto pavor como ahora.

En general, resulta curiosa la constante presencia de la figura materna, el recurso alegórico de aves de mal agüero como los cuervos y el hieratismo de las máscaras de guerra. “La extraña enfermedad de Zoroku” versa sobre un campesino –el tonto del pueblo— que es exiliado en medio del bosque por miedo a que sus pústulas multicolores sean contagiosas. El personaje es aficionado a la pintura y emplea su propio pus para dar las tonalidades a sus creaciones. Gracias a su madre –de naturaleza redentora y casi mariana— evitará el linchamiento de los vecinos, antes de sufrir una metamorfosis final (como en El niño gusano, El hombre cadáver o Criatura Maldita, volvemos a hallar paralelismos con las obras más populares de Mary Shelley y Franz Kafka).

“Bajo el agua” sigue una estela parecida: a un niño le amputan los miembros tras un accidente de coche. Desde entonces, sólo hallará consuelo en los cuidados de su madre y en el paisaje de la pecera de casa (Hino nos obsequia aquí con una clase magistral de biología subacuática). Pero cuando sea necesario más dinero, la mujer tomará el atajo de la prostitución y el alcoholismo, una forma de vida que no podrá mantener mucho tiempo. En este punto nos topamos con una de las escenas más terroríficas del volumen: cuando el hijo decide lamer el maquillaje del cadáver para que nadie note la diferencia. Con la fabulosa viñeta final, el mangaka da por sentado que la felicidad únicamente es posible más allá de la vida.

“El ratón recién nacido” es, a mi juicio, la más horripilante de las historias del tomo. No en vano, quizá sea la trama donde la violencia se manifiesta de un modo más explícito. Una familia adquiere un roedor en una misteriosa tienda de mascotas que cierra al poco tiempo. El animal crece y acaba dominando a sus amos, hasta el punto de ser amamantado por la madre. La estructura circular de la narración me hizo pensar que La Cúpula había vuelto a fallar, insertando las mismas páginas por partida doble, un exceso de celo justificado después de encontrar páginas en blanco en uno de los ejemplares que vendían en FNAC. Pero tranquilos, no hay planchas repetidas y todo apunta a que el problema mencionado fue un caso puntual de la tirada.

Por último, “El demonio de las mil libras” muestra al Hino más amable, aunque termine justificando el canibalismo. En época de escasez y saqueadores, una familia lucha por salir adelante con la ayuda del más grandullón de sus miembros. Por el camino sortearán muertos vivientes de la guerra y discutirán sobre el racionamiento de la comida, para concluir con un hermoso sacrificio en la nieve. Cabe destacar que en este capítulo, el engañoso trazo naif del artista se asemeja bastante al de Tezuka.

Los seguidores de Hino están de enhorabuena, pues a pesar de que La Cúpula se mantiene en sus trece de publicar sólo dos libros del autor al año, debe estar a punto de llegar a las librerías el número 0 de la revista Interzona que, amparada por la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, le dedica la portada y una galería interior de ilustraciones.

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13.11.07

Reseñas: La Cosa #5

Los 4 Fantásticos #17, de varios autores (Panini Comics, noviembre de 2007). 52 páginas. Color. PVP: 3,25 euros.

En este número, Ben Grimm recuerda su infancia en la conflictiva calle Yancy a través del viejo Sheckerberg, al que había prometido ayudar en su tienda de empeños. Por ello, Mandíbulas se queda adormilado en la puerta –y permanecerá ausente durante todo el episodio—, mientras La Cosa corrige su actitud y trata de volver a ser el mismo que antes de tener un patrimonio multimillonario. Sin embargo, sigue fallando en las formas: si bien quiere construir un centro para chicos problemáticos, no dudará en ponerle su nombre al edificio (el paralelismo con Carlinhos Brown es evidente). Y da la casualidad de que el arquitecto encargado es el nuevo novio de Alicia Masters, con lo cual el culebrón está servido. Por otro lado, el personaje se verá obligado a lidiar con los sabotajes de la familia Maggia, que controla el negocio de la construcción en la zona.

Slott recupera de nuevo a villanos semiolvidados, como Pete Pote de Pasta –o El Trampero, como se empeña en que le llamen ahora— y el Hombre de Arena, que se reserva para el final con una espectacular splash-page. Di Vito y Villari van escalando peldaños y su labor resulta más compacta que nunca, con gran dominio de la anatomía y magníficos tonos pétreos. Después de un primer arco argumental un poco decepcionante, nos hallamos ante un capítulo bastante notable de la cabecera, ambientado en escenarios más cotidianos que cósmicos (un recurso que le valdría el éxito en Hulka). Una pena que el mes que viene nos quedemos sin ración, debido al aniversario de Los Cuatro Fantásticos.

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12.11.07

Reseñas: La Cosa del Pantano #11

La Cosa del Pantano #11, de varios autores (Planeta de Agostini, octubre de 2007). 48 páginas. Color. PVP: 3,50 euros.

Este volumen de La Cosa del Pantano destaca por contener la presentación oficial de John Constantine, que se estrena en una viñeta psicodélica y multicolor con un parecido a Sting más evidente que en la actualidad. En el primer episodio descubriremos entre los secundarios a aquellos fantasmas que luego acompañarán con frecuencia al mago inglés (Judith, Benjamin, Emma o la monja). Moore narra los “Patrones de crecimiento” en forma de diario, un esquema perfecto para analizar el rebrote de Swamp Thing. El escritor británico incluso se permite un guiño humorístico, al dotar a su renacido personaje de la misma voz que Pepito Grillo cuando éste aún no mide más de un palmo. Leyendo la rica prosa del autor de Watchmen, uno advierte enseguida de dónde bebió Delano para hacer los guiones de Hellblazer. El terror reside aquí en el hombre de la mano cosida a la espalda, una imagen de pesadilla capaz de hacer saltar a alguien por la ventana.

El siempre espectacular Rick Veitch toma el relevo gráfico, testigo que pasa en el número siguiente a Stan Woch, un poco más limitado pero embellecido por la exquisita tinta de Totleben. El capítulo “Aguas tranquilas” versa sobre la ciudad sumergida de Rosewood y contiene escenas horripilantes como la del chico petrificado en el lago. Mientras se celebra un oscuro cortejo submarino, la Cosa descubre su capacidad como vegetal para teleportarse. ¡Otro sobresaliente para Moore, y ya van unos cuantos meses sin bajar el listón de la serie!

Planeta incluye la cubierta original no reproducida en la portada de la edición española y un artículo de Enrique Ríos titulado “La génesis de John Constantine”, que fue publicado en la web en el mes de septiembre.

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10.11.07

"Sobras maestras", de Miguel Brieva

>> Un día antes de marcharse a Argentina, Miguel Brieva asistió al pase de prensa de su exposición “Sobras maestras”, la muestra más importante que se haya celebrado del autor sevillano hasta la fecha. En ella se recogen más de 70 originales del creador de la Enciclopedia Universal Clismón, que el excelente catálogo –elaborado a cuatro manos por el dibujante y el comisario de la retrospectiva, Paco Cerrejón— divide en siete categorías: cómics, humor gráfico, ilustración, varios, bocetos, edición y animación. No en vano, a modo de mini-antología, la Sala Imagen de Cajasol alberga espectaculares panorámicas a pincel (atención a los márgenes desinhibidos y las erratas humanizadoras), libritos autoeditados hoy inencontrables e incluso la proyección de los créditos de “Astronautas”, la película de Santi Amadeo en la que participó. En total, ocho años de dedicación casi absoluta al noveno arte. Se mencionaron los ineludibles Robert Crumb y El Roto, pero también Beto Hernández y Daniel Clowes. Y se dio una primicia: Mondadori publicará en abril del año que viene una recopilación de Dinero. ¡Comienza con nota el VIII Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla!

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>> La revista FREEk!, de distribución gratuita en locales de Cádiz, Granada, Sevilla, Málaga y Madrid, incluye en su número de noviembre una entrevista de dos páginas al gallego Kilo Da Silva, donde comenta –entre otros asuntos escatológicos— algunos detalles de su proyecto más reciente: la revista de humor Retranca. En la sección de reseñas se analizan cuatro títulos que acaban de llegar a las librerías: “Ellas” (Dibbuks), “Freaks in love” (Astiberri), “Rail King” (De Ponent) y “Batman: Arkham Asylum” (Planeta).

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7.11.07

Trabajos de Beto Hernández para DC (y III)

Pereza

Ésta es una novela gráfica que atrapa al lector, que se verá obligado a terminar el libro en una o dos sentadas. Aquí Hernández recupera el blanco y negro de sus primeras obras para abundar en planteamientos similares a los de la trilogía cinematográfica que forman Carretera Perdida, Mulholland Drive e Inland Empire, de David Lynch. Hablo de la denominada fuga psicogénica (sí, ése inesperado cambio de rol de los personajes).

La galería de Pereza no tiene desperdicio: Miguel Serra, un chico autoinducido al coma ante tanto aburrimiento; su novia Lita, obsesionada con las leyendas urbanas del limonar maldito y el hombre-cabra (que intercambiará su alma con la de quien le descubra, sin duda una clave fundamental para entender el relato); y el tercero en discordia Romeo, que en la segunda parte se convertirá en un famoso rockero. Pero los secundarios no se quedan atrás: la desquiciada tutora Sandoval, los abuelos del protagonista, el atlético Kyle, unos raperos delincuentes y el hombre misterioso y enajenado del parque –marco principal de las escenas de terror—.

En la narración subyace el tema de los celos y la infidelidad, capaces de hacer que alguien se aferre a la ficción cuando la realidad se vuelve demasiado cruel. Sobre este asunto, mientras su alter ego se eleva unos palmos del suelo, el autor afirma: “El mundo real es una basura. La mayoría de la gente no entiende cuánto sufrimiento hay en la tierra. Y eso que estoy seguro de que hay suficientes recursos y suficiente pasta como para acabar con él. Y no hablo de desastres naturales ni de enfermedades… Hablo de hambre, de la pobreza, de los sin techo y de la opresión militar. Pero me temo que tendremos que cargar con la crueldad humana. Supongo que es la naturaleza de la bestia. El amor es nuestro único consuelo, pero es muy difícil encontrarlo. Y el amor puede causar tanto daño como la crueldad.”

Como en las pesadillas, el personaje central camina tan lento que parece no moverse del sitio. En este sentido, sus sueños –llenos de simbolismo— cobran especial importancia. Sin embargo, quizá lo más interesante sea localizar el ecuador de Pereza, ese punto de inflexión o clic que marca un antes y un después. No en vano, el aficionado tendrá una sensación de déjà vu hacia la mitad del álbum, cuando retorne sobre los mismos caracteres, diálogos y escenarios, ahora ligeramente modificados bajo la perspectiva de Lita, adquiriendo así una extraña pero aplastante lógica interna.

En resumen, hay que celebrar que Planeta se ocupe de editar en español –en impecable cartoné y a precio bastante asequible— este título tan recomendable, de argumento más amable que su anterior trabajo para Vertigo pero absolutamente apasionante en cuanto a su estructura (con final trágico y circular). ¡Una obra con todas las papeletas para figurar entre los diez mejores tebeos publicados este año!

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6.11.07

Trabajos de Beto Hernández para DC (II)

Grip

En este título, el creador de Luba homenajea a los tebeos de género de EC Comics con cinco fenomenales portadas –la más destacable, una cabecera imposible como “Grippingly Romantic Western Mistery”—, advirtiendo que Grip es una obra elaborada con ingredientes dispares, o incluso contradictorios a simple vista. El trazo de Hernández brilla como una síntesis entre realismo y caricatura, un estilo al que Mike Allred se ha afiliado sin ninguna duda. En este sentido, el trabajo cromático de Pamela Rambo es más que sobresaliente, al aportar tonalidades vivas y planas acordes con el relato.

El retablo lo conforman el joven Mike, que padece amnesia; los enanos Sammy (que se siente seguro cuando tiene su pipa cerca) y la bondadosa Tigre; unos abuelos negros que se han intercambiado la piel; un detective desaparecido; la pechugona Daisy y su chulo Casper; Joe Hook –o ese amigo que sabes que acabará traicionándote—; las chicas misteriosas, eficaces rescatadoras; y la pequeñaja Echo (no quieras saber qué esconde su parche). A continuación, Hernández mueve a sus personajes como si estuviera barajando cartas, guardándose algún que otro as en la manga para sorprender al lector. No en vano, el autor facilita la información de manera desordenada y es el aficionado quien ha de dotar de sentido a la historia. ¡Algo complicado, si nos atenemos a estas pieles que huyen, esos hombres que parecen clases de anatomía andantes o aquellos trajes capaces de hablar!

Más tarde conoceremos a Chang y Ling, líderes infalibles de una secta que permanecen encerrados en un edificio mientras observan el paisaje nevado de afuera. ¡No os perdáis el uniforme de Michael Jackson del primero, con guante de plata incluido! Este personaje posee un gran poder de convicción, así como otras facultades telepáticas que le garantizan un final más o menos benévolo en medio del ambiente apocalíptico que rodea ciertas escenas. Otros pasajes sobresalientes son el episodio de la playa, lleno de gags divertidos, y el tiroteo final desde las barricadas, con un ritmo trepidante que nos deja ver cómo van cayendo uno por uno. En la conclusión, Hernández vuelve a hacer gala de su surrealismo mágico dando una segunda oportunidad de redimirse a sus criaturas, una opción original y casi sin precedentes en la historia del cómic.

Si bien hay tramos violentos en Grip con reminiscencias a Taxi Driver o Terciopelo Azul, resulta imposible no hallar paralelismos con otro título underground indispensable: Como un Guante de Seda Forjado en Hierro, de Daniel Clowes (los niños pequeños que cortan el pastel, una retorcida conspiración y la relevancia de los mensajes oníricos como las constantes más significativas).

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5.11.07

Trabajos de Beto Hernández para DC (I)

Yeah!

Después de haber desarrollado sus obras más conocidas, Peter Bagge y Gilbert Hernández decidieron probar suerte con el público infantil/juvenil a través de Yeah!, un tebeo “para marcianos de todas las edades, entre 6 y 6.000 años” –como versa en la portada del primer número—. En sus páginas se mezclan el hedonismo, el pop y los cohetes del autor de Palomar y las chicas desequilibradas propias del creador de Odio. Llama la atención que Planeta editase esta serie en forma de comic-book, circunstancia que nos permitió degustar una a una sus fantásticas cubiertas.

El punto fuerte de Yeah! es sin duda su galería de personajes. El núcleo central lo forman la loca Krazy, de pasado gótico; la hippie Honey, amante de los animales; y la madrera y desmayadiza Woo-Woo. Juntas forman un grupo de rock and roll muy peculiar: mientras triunfan en los confines del universo, son incapaces de hacer un buen concierto en su Nueva Jersey natal. Ello se debe en parte a Crusty, el impresentable manager con aspecto de yonqui al que siempre están a punto de despedir. En el lado contrario se halla Mongrel Mogul, magnate de la industria musical que se enamora de la Sta. Hellraiser, archivillana de la banda. The Snobs, con sus gafas de pasta y sus flequillos, son los otros rivales musicales de las chicas. Y no podemos olvidar a Muddy, el novio de la baterista y sus mascotas Buckeye, la cabra, y Furvert, una criatura venida del espacio adicta a los jerséis de cachemir. Por no mencionar a Stalky, aquel alienígena que se extravió persiguiendo a las estrellas del pop.

Yeah! puede considerarse una versión underground de Jem y los Hologramas o de las aventuras de Archie. En este sentido, los deliciosos colores planos de Joanne Bagge cobran especial relevancia. Por otra parte, las viñetas de Bagge y Hernández están plagadas de artilugios futuristas como limusinas galácticas o cascos amplificadores de P.E.S. (percepciones extra sensoriales). Dado que la serie fue cancelada en su octavo número por la escasez de ventas, el final no puede ser más abierto.

Resultan llamativas las apariciones de Krazy, Honey y Woo-Woo durante una fiesta de Halloween, su atuendo de colegialas en una escuela de monjas o el accidentado directo en que deberán recurrir al claqué, el banjo y el acordeón. Después se fijará en ellas el ídolo consagrado Hobo Cappiletto, cuyo cabellera afro volverá locas a las integrantes del grupo. En el último tramo, la banda conocerá a la novia extraterrestre de Crusty y acabará salvando a dos huerfanitos en medio de la guerra desatada en Sunburnia.

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2.11.07

Cecilia, Julia y Clara: ¡Top-less en el TBO!

El único álbum en español de Cecilia, Julia y Clara (“Julie, Claire, Cécile… et les autres” en el original) fue anunciado durante un par de años con el subtítulo de “¿Que si me hacen tilín los chicos?”, aunque luego sería rebautizado definitivamente por Ediciones B con el nombre de “¡Al mal tiempo, buena cara!”. En la cubierta figura el eslogan “La serie favorita de los lectores de TBO”, y no me extraña… ¡Era la única donde podías encontrar chicas en top-less! Podéis comprobarlo abajo, mirando en la galería de imágenes.

La serie cuenta las peripecias de tres adolescentes preocupadas fundamentalmente por tres cosas: los novios, el aspecto físico y el discurso feminista. Abundan los episodios (por lo general, de una a cuatro páginas) ambientados en clase, donde los profesores suelen perder los nervios –la hora de gimnasia es la que más odian—; y aquéllos en que las chicas ejercen de canguro no sin ciertas dificultades. También hay varias historietas acerca de las mascotas, el cine y las fiestas en general.

Por encima de los guiones de Bom –el paso del tiempo no les ha sentado demasiado bien y parecen envejecidos— sobresalen los dibujos de Sidney (en la imagen, el perverso con bigote), que recuerdan a esas figuras estilizadas de los diseños de moda. Su trazo a plumilla resulta muy característico, pese a alguna semejanza con las jóvenes de Purita Campos. Por el contrario, el físico de los personajes masculinos acostumbra a ser más esperpéntico.

Muchos aficionados se preguntarán quién es quién en esta celebración del joie de vivre. Cecilia es la pecosa del flequillo, la más activista; Julia es el alma cándida, también morena; y Clara es la atolondrada y vehemente del pelo corto (pelirrojo o rubio, según la plancha).

Y no podíamos finalizar este comentario sobre Cecilia, Julia y Clara sin mencionar algunos de los llamativos títulos que tenían sus tiras: “El misterio femenino”, “Ligón a la vista”, “Al fin y al cabo, ¿por qué no?”, “La cenicienta… ¡hips!” y su opuesto “Los hombres… ¡psé!”, “Le amo, ella tampoco”, “A todo tren” o “No sé qué de amor”.

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1.11.07

Fermín Solís transitorio

“Dan Laxante, detective cotidiano” y “No te quiero, pero…” son dos buenas muestras del trabajo transitorio de Fermín Solís. En ambos títulos se aprecian diferencias de estilo entre una página y otra: de los rostros alargados, herencia del underground feísta, pasa a un trazo pop más europeo, deudor a partes iguales de Berberian y Rabagliati, que ha sido con el tiempo el que ha caracterizado al dibujante cacereño.

El primer comic-book muestra la faceta más cómica del autor, con casos surrealistas y escatológicos que recuerdan al Lloyd Llewellyn de Clowes. Sobresalen personajes como el Hombre Bala del calibre 45, los hijos del gasolinero con cara de hámster o las chicas que le roban el coche al detective. Por su parte, el protagonista se caracteriza por sacar conclusiones descaradas y radicales. No en vano deberá hacer frente a una reunión de parapsicólogos, al rodaje de una película con Mojón Films o al culo garabateado de un vendedor de tebeos. Asimismo, Solís le dedica una página entera al Tele-Programa, otra de sus obsesiones recurrentes. Luego narra la fábula del pez que llegó a tener voz de tenor y la intoxicación con cereales que padeció Dan Laxante. El broche de oro lo ponen las secciones lúdicas “¿Sabías qué…?”, “El rincón del detective” o el pasatiempo “Pon a prueba tu memoria”.

“No te quiero, pero…”, pese a ser una recopilación de material fechado en distintas épocas, posee un aire unitario difícilmente comparable al de otras obras del autor. De hecho, aquí concilia sus dos vertientes gráficas (y ojo a la última tendencia de Solís). La maestría del dibujante reside en este caso en saber enlazar de manera fluida las historias protagonizadas por un grupo de jóvenes a las puertas de la madurez. Están Martín (¿Mostaza?), que regenta una librería de segunda mano y se relaciona con pintorescos clientes; su compañero de piso Mario, traumatizado por su ex novia ninfómana Lucía; e Isa, que tiene problemas con sus padres y la comida. En resumen, un brillante decálogo sobre las formas de amar que se desarrollan entre adultos recién emancipados, aquéllos que asumen sus primeras responsabilidades.

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